Los
dos novilleros echan para delante una tarde complicada por la lluvia y, cada
uno a su manera, la cuajan. Muy bien presentada la primera novillada de la
Reconstrucción, de Luis Algarra, de la que destacó el 3º, premiado por el
jurado.
JUAN DIEGO
MADUEÑO
@juandimc
Diario EL
MUNDO de Madrid
Al final se dio la novillada. Diluviaba en Herrera
del Duque y siguió lloviendo cuando se suponía que no llovía. Los chavales
tenían ganas de torear. Es lógico. Alguien debió pararles los pies pero quién,
a ver quién les dice a los novilleros que se queden en el patio de cuadrillas
por cuatro gotas en el año de la pandemia. Los boletines de su gente, la
oportunidad que se esfumaba, el veneno por comprobar que sí, que ellos también
pueden ganar dinero toreando. Los alguacilillos salieron refugiados bajo los
chubasqueros mientras Cristina Sánchez, patrono de la Fundación, miembro de su
comité de crisis que ha organizado la gira de la reconstrucción, comentarista
del canal Toros que la sufraga y jurado del Premio Nacional de Tauromaquia que
recientemente ha premiado a la entidad de la que forma parte, explicaba la
importancia de las novilladas en la gira de la reconstrucción. Bueno, la
importancia de la gira a secas.
Ojalá fuese a secas porque los novilleros hicieron
la cruz sobre el barro. Las ganas pueden con todo. Rafael González y Tomás Rufo
estaban liados antes de que retiraran las lonas empadadas. Mucho mérito
embarcarse en el agua, con lo desagradable que es todo lo que gira alrededor de
torear si está mojado y frío. Sin la cal pintada, estiraron los capotes en la
primera novillada de la gira.
Rafael González abrió la tarde. Está claramente
sobrado, para bien y para mal. Era su segunda novillada en 2020 y no se le
notó. Hizo lo que quiso con el novillo desde las largas cambiadas con las que
recogió a Lentejito encima de un charco. Se dejó el utrero, que permitió a
González desfogarse por ambas manos. El novillo se le arrancó en el brindis al
público. Se lo pasó por la espalda como si fuera Neo y esquivara una bala. Los
pases de pecho fueron largos. Le metió la mano con solvencia, haciendo la
suerte eficaz y sin pensárselo demasiado, igual que toreó.
Rufo recibió al segundo muy tranquilo con una
cordobina. Templó la verónica y cuando hay temple es como si saliera el sol.
Ese rayo lo acompañó en toda la faena, esa primera piedra del temple. Hubo un
lance muy bueno. Y la tarde se elevó desde la medianía. A veces no hay público,
la banda suena mal, llueve, la decadencia se asoma, pero una media como la de
Rufo hace olvidar las mediocridades. Lo bordó después en el quite. Al novillo
era complicado redondearle la embestida. Ensillado, era un tacazo, embestía por
fuera. Tan noble como soso. Ideal. Con la izquierda, Rufo se metió en su
terreno. Se agradece que quiera torear despacio. Acabó la faena con luquesinas,
el gran legado de Daniel Luque. Y enterró la espada.
Tomas Rufo el novillero en mejor forma, dos orejas en la primera de la gira |
Rafael González se estiró de inmediato a la
verónica con el tercero. Quizá "de inmediato" no le haga justicia
porque intentó desmayarse. El novillo le punteó el capote. El remate fue lo
mejor, tiene tendencia el novillero por soltar la mano en los remates. Burraco,
el algarra tenía el lomo recto, un poco más alto que los anteriores. Volvió a
soltar una mano con el capote después del puyazo y el toro lo desarmó. Una
chicuelina le pasó cerca. Para el olvido el inicio de faena por banderas. Hasta
el novillo se desentendió. Por abajo lo agradecía. Tanto, que Rafael González
se puso de rodillas. Se escuchaban los andas del callejón. Luego, volvió a
ponerse de pie y al natural hubo muletazos buenos. Trataron de entenderse. Por
momentos se acoplaron. A veces se odiaban. En una de esas le echó mano el
novillo. Chimpún hizo la música. Y esa fue la mejor tanda, herido en el gemelo
y en silencio. Lo dejó sin puntilla tras pasar como un rayo por el morrillo del
mejor toro de la tarde, según el jurado.
Era un toro el cuarto. Tomas Rufo volvió a sacudir
el capote sin las prisas que atenazan al resto. Brindó la faena al alcalde
socialista del pueblo agradeciéndole "el apoyo". Rufo inició la faena
a dos manos. El mismo temple que tuvo toreando le faltó para espaciar la faena,
darle importancia a cada tanda. Rápidamente volvía a la cara el novillero. Un
trincherazo fue extraordinario. Ese pulso ancló la faena, que tuvo categoría.
Gusto, clasicismo, las cosas que al final terminan funcionando. Prefiero cuando
torea vertical. Para tirar líneas están los demás. En los remates se veía otro
torero. La comparación con su compañero era tremenda. Se puso prosaico con las
bernadinas. Calentando hasta la estocada, que no fue, o fue a la segunda porque
pinchó y luego cayó la espada tendida y trasera. Suficiente: se echó el
novillo.
FICHA DEL FESTEJO
Herrera del Duque. Gira de la
reconstrucción. Sábado, 14 de noviembre de 2020. Utreros de Luis Algarra, 1º se dejó, muy noble el
2º, bueno el 3º, 4º exigente.
Rafael
González, gris marengo y plata.
Espadazo (oreja). En el tercero, gran estocada (dos orejas).
Tomas
Rufo, de verde botella y oro.
Buena estocada trasera (oreja). En el cuarto, pinchazo y espadazo tendido y muy
trasero (oreja).
PARTE
MÉDICO: Rafael González sufre
un puntazo superficial de cuatro centímetros en la pierna izquierda del que fue
operado en la plaza de toros. "No reviste gravedad", según el medico
de la plaza de toros de Herrera del Duque.
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