Gran
tarde en la que dos toros de La Quinta permiten memorables faenas pese a su
diferente comportamiento; gran momento del torero burgalés y abandonada obra
del matador de Plasencia
GONZALO I.
BIENVENIDA
@GonIzdoBienve
Diario EL
MUNDO de Madrid
Volvieron los festejos de la Gira de
Reconstrucción después del aplazamiento sine die de las corridas de Ubrique. La
situación epidemiológica en Cádiz obligó a cambiar de ubicación los de este fin
de semana, de Sanlúcar a Estepona. También varió el cartel de este sábado que
anunciaba a David Mora al que sustituyó Morenito de Aranda. Buena noticia para
los aficionados, siempre es un gusto ver toreros de este corte, pero de difícil
explicación. Cuando se retiró Sebastián Castella, la Fundación Toro de Lidia
tiró del escalafón del año anterior y anunció a Finito de Córdoba en Antequera.
Sin embargo, el criterio ha debido cambiar. El siguiente del escalafón era
Ángel Téllez, torero joven que habría encajado perfectamente en el concepto
regenerador de la gira.
Morenito de Aranda demostró que está preparado y
sigue completamente metido en la profesión. Lució un precioso rioja y azabache
con el chaleco en oro. Torero detalle. Desplegó su capa con su personal
pellizco. Suena a tópico, pero no lo es. El mentón hundido en el pecho, el
embroque exquisito. La media, de cartel. En la misma línea fue el quite por
verónicas. El inicio tuvo empaque, se puso algo pegajoso el toro durante la
faena. Perdió pasos aprovechando el inicio del muletazo más humillado que el
final, con la carita alta. La estocada llegó tras un pinchazo (oreja).
Ante el encastado tercero estuvo muy dispuesto
desde salida, el recibo con el capote volvió a tener su artístico sello. Se vio
el ritmo del toro y la humillación desde el primer momento. Morenito dejó hacer
un templado quite al sobresaliente salmantino Pepe Luis Gallego. Antes había
empujado en el caballo y no lo puso fácil en banderillas. El inicio de la faena
fue clave para imponerse, al mismo tiempo bonito. El toro tuvo importancia en
cada embestida, fue exigente. Morenito estuvo a la altura de la transmisión del
toro. Los momentos de mayor temple llegaron sobre la mano derecha. El toreo
final a dos manos fue superior. Dos orejas para el torero burgalés y vuelta al
ruedo para el toro de la familia Martínez Conradi.
La gran faena de la tarde llegó en el cuarto, el
último del festejo. Un gran toro de La Quinta, de nombre Ballestero, que le
faltó un punto de fuerza para ser de matrícula. Emilio de Justo estuvo
entregado desde los primeros compases. Apostó por la humillación del toro, que
colocaba su acapachada cara de forma especial para embestir. Faena cara por el
temple, profundidad y trazo de De Justo. La clase de ballesteros iba templada a
la perfección por el torero de Plasencia. Pases de pecho monumentales
abrochaban las intensas tandas. Completamente abandonado en los últimos
muletazos con la mano derecha sin estoque de ayuda. El manejo de la espada no
estuvo a la altura de lo realizado. Una pena (vuelta al ruedo).
El primer toro del lote de Emilio de Justo, tan
sólo le permitió dejar un buen saludo capotero y un vibrante inicio de faena.
Se orientó muy pronto poniéndose muy complicado. Estoqueó con contundencia
(oreja).
Emilio de Justo |
Buen nivel hubo en las cuadrillas, Andrés Revuelta
lidió muy bien al primer toro y fue proclamado mejor banderillero por el buen
par al tercero. Por la mejor brega se distinguió a Zamorano mientras que el
mejor puyazo corrió a cargo de Juan Bernal para el jurado de la Fundación Toro
de Lidia aunque también firmó un gran puyazo Germán González. Como mejor toro
de la tarde fue distinguido el tercero, de nombre Peluquín, premiado con la
vuelta al ruedo. Gran nivel tuvo también el cuarto, aunque en distinta línea.
Muy bien presentada la corrida de La Quinta que propició una interesante tarde
de toros.
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