Pese a
estar pasando un delicado cuadro respiratorio
RUBEN DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Pese a no estar del todo bien fisícamente,
producto de una delicada infección respiratoria viral que viene tratando desde
hace una semana, este domingo no podía fallar su presencia en la última corrida
hasta los momentos contratadas en su campaña por ruedos peruanos. Vendrán otras
en el curso de las próximas semanas, tras el parón que implica estos venideros
días el desarrollo de la máxima cita taurina inca como lo es la Feria del Señor
de los Milagros, en la capital Lima.
Este domingo la cita era en la localidad de Huancané,
provincia sureña de Puno, en el marco de las festividades del patrón local, San
Taraco, donde hizo el paseíllo al lado de los matadores de toros, el extremeño
Manuel Perera y el peruano Oscar Quiñonez, en la lidia de reses de las
ganaderías nacionales de Checayani, San Sebastián y Huayllani Grande.
Tarde de inspiración la del veterano rejoneador
yaracuyano, quien cortaría la oreja al que abrió plaza, de la divisa de
Huayllani Grande, pero lo importante vino en su segundo, de la vacada de
Checayani, el cual bordó en los rejones de castigo y banderillas, bravo
ejemplar el cual exigiría una lidia pulcra y técnica, sobre todo entendiendo las
duras condiciones de altura y ruedo con las que se las vio el jinete yaracuyano.
El rejón de muerte en todo lo alto, hizo rodar sin puntilla el animal para sus
manos las dos oreja que le permitiría luego hacerse con el Escapulario de Oro
de la feria.
Sus compañeros de cartel igualmente “tocaron pelo”,
el caso del nacional Óscar Quiñones, quien obtuvo premio en su primero del
lote, y fue silenciado en su segundo; mientras que el joven extremeño no las
tuvo consigo, siendo silenciado en ambos astados que despachó.
Instagram sigue con su censura a la
tauromaquia: suspendida la cuenta de César Rincón
Las redes sociales siguen con la censura a la
tauromaquia. En esta ocasión ha sido Instagram, la aplicación del grupo Meta
-propietaria entre otras de Facebook o WhatsApp- quien ha vuelto a ejercer la
censura sobre un perfil taurino, según reseña el portal APLAUSOS.es. La cuenta
oficial del maestro César Rincón ha sido suspendida sin motivo aparente, más
allá de ser un perfil con contenido taurino.
El diestro colombiano ocupó el domingo 12 de
octubre titulares en prensa y protagonismo en redes tras dejar una gran
actuación en el festival matinal de Las Ventas y anunciar pocas horas después
que torearía el tradicional festival de la Feria de Manizales (Colombia) en
enero próximo. Este incremento de actividad hizo saltar las alarmas a
Instagram, que por el momento ha suspendido la cuenta del torero en lo que es
un nuevo ataque al colectivo taurino.
Así mismo se da la circunstancia que en el callejón
de la monumental madrileña fue testigo de lujo de dicho acontecimiento el
rejoneador emeritense José Luis Rodríguez Agostini, al lado de los hijos del
maestro de Bogotá, quien le vieron actuar por vez primera en la plaza de sus
grandes e históricos triunfos. La grafica del reconocido reportero gráfico
taurino madrileño, y toda una institución, Botán, captó para la posteridad el
momento del brindis, de la que luego sería su séptima Puerta Grande en la Catedral
del Toreo.
Se acabó el toreo
Ese fue el contenido del telegrama que, roto de
dolor, remitió el Guerra desde su Córdoba natal a Talavera cuando se enteró de
la muerte de José. Se me vino a la cabeza cuando ayer, tras cortar dos orejas a
su segundo, en la plaza más importante del mundo, tras una memorable campaña,
José Antonio Morante Camacho, Morante de la Puebla, se dirigía al centro del
ruedo para, solo, entre la emoción de los aficionados, poner fin a su memorable
carrera.
Una carrera que empezó hace casi treinta años, en
1997, cuando tomó la alternativa en Burgos, si bien, como dijo Alberti, qué
niño andaluz no ha soñado con ser torero y José Antonio ya desde su más tierna
infancia soñaba con serlo. Y lo que empezó siendo un juego por las calles de su
Puebla natal culminó en un torero magistral, valiente como Frascuelo, dominador
como Gallito o el Guerra, artista con la gracia sevillana de Pepeluis, Chicuelo
o Bienvenida, con la hondura trianera de Belmonte, el empaque de Romero y la
elegancia de Lagartijo. Gran estoqueador, cuando hacía la suerte, igual que
excepcional rehiletero, aunque le costaba prodigarse. Ha sido el torero de una
generación. El torero de mi vida.
La aportación de José Antonio al toreo no solo se
limita a su magistral tauromaquia. Su amor a la fiesta y su afición le llevaron
a conocer y resucitar muchas suertes ya olvidadas, practicándolas y dándolas a
conocer a aquellos nuevos aficionados. Hizo actual el toreo antiguo, el toreo
eterno, el toreo puro. Cuando la pandemia dejó el toreo destrozado, se echó
entonces la fiesta al hombro y, como en una larga cordobesa, la llevó tras sí
para dejarla, ahora, con las plazas llenas de una juventud loca en lo que, por
el simbolismo que tiene, quizás sea su mayor aportación a la fiesta.
Se va Morante tras cortar dos orejas a su último
toro en una faena que fue un compendio de su tauromaquia: valor seco, sereno y
tranquilo, profundidad y variedad con el capote, temple y dominio con la
muleta, gracia sevillana en el remate y, por encima de todo, verdad, mucha
verdad, en la estocada en corto y por derecho, ejecutando los tiempos, con la
que puso fin a su carrera de matador de toros y que seguro que levantó de su
asiento a Frascuelo, Machaquito, El Algabeño, Varelito y todos los grandes
matadores que en la historia ha habido. No se acaba el toreo, igual que no se
acabó cuando Bailaor mató a Gallito, Islero a Manolete, o Belmonte, Lagartijo y
el Guerra se cortaron la coleta, pero sí queda una sensación de orfandad y
soledad ante la retirada de un torero que, como la Macarena y el Gran Poder,
debería ser eterno. Gloria por siempre a ti, Morante, y gracias a Dios por
haberme permitido verlo. / José García Carranza – Diario
de Sevilla



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