miércoles, 15 de octubre de 2025

Anuncian el debut en San Cristobal de Marco Pérez

Para la feria de enero próximo
El jovencísimo Marco Pérez estrenara su doctorado como matador de toros en la arena de Pueblo Nuevo, actualmente de campaña intensa por arenas aztecas. Foto: Federico Montes

RUBEN DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
 
Poca información la que se ventila en los corrillos taurinos, noticias serias y contrastadas del actualidad en este lio del toro en Venezuela, a la espera de lo que nos depare el 2026 y sus primeras citas de finales de enero y mediados de febrero próximo.
 
Es el caso que para la cita sancristobalense, que para tal efecto se llevara a cabo el último fin de semana de enero próximo. Tres corridas de toros es lo que, hasta los momentos, tienen en agenda llevar a cabo la Empresa Taurina FIESTA BRAVA C.A., quienes desde hace meses atrás asi mismo tenían escriturados a varios espadas, como son los nacionales Jesus Enrique “Colombo” y Antonio Suarez, además de los españoles Manuel Escribano y Emilio de Justo, junto a un encierro de las divisas de la familia Molina Colmenares, que son Rancho Grande / El Prado / La Consolación, para las fechas del 29 al 31 de enero próximo.
 
Este miércoles a mediodía por las RRSS se anunciaba asi mismo por parte de la mencionada empresa, la contratación del joven espada salmantino Marco Pérez, lo que significaría su estreno como matador de toros en el país, pues ya en las ediciones 2024 y 2025 lo había hecho como novillero en el ruedo de la Monumental de Merida. Además de Marco, estaría el regreso del veteranísimo y super visto espada granadino “El Fandi”, torero del todo conocido de la afición venezolana, y en especial de estas plazas andinas, donde se ha prodigado si se quiere en demasía, ante las nuevas alternativas que han salido a la palestra. Pero bueno, son toreros tambien que a las empresas aseguran público en taquilla y ante eso, el que este tipo de torero se mantenga rodando por estas ferias americanas donde no es menos cierto vienen en carácter de bases de carteles, algo impensable en ruedos europeos en los actuales momentos.
 
Faltarían nombres a la cita ferial tachirense, la “Feria Gigante de America”, como le promocionaba a mediados de los ’70 don Hugo Domingo Molina, y el cual convertiría un acontecimiento de carácter internacional con toda una semana de actividad taurina de lujo, de la que no perdemos el anhelo algún día recuperar.
 
Feria del Sol cocinándose a “fuego lento”
Esta armada en un 70% en cuanto a toreros y ganaderías, pero solo falta la ultima palabra del nuevo Gobernador del estado Merida, para darle cuerpo y estructura a lo que sería la edición 2026 del “Carnaval Taurino de America”. Lamentablemente el azaroso cambio en el despacho de la gobernación a mitad de este año, asi como una situación rara de querer no darle viabilidad -por tentaciones externas ilusorias- al contrato de arrendamiento que firmaría el ex gobernador Jehyson José Guzmán Araque, donde especifica la cláusula de organizar la feria del 2026 por parte de los actuales regentes, es lo que tiene en ascua a la afición emeritense.
 
Asi se presenta la situación del abono emeritense, donde falta la firme voluntad del actual joven Gobernador Arnaldo Javier Sánchez Pérez y el renovado presidente de COREMER, Sharif Aisami, para en definitiva colocar en la calle la facilidad de pago del abono merideño que tendría como fechas centrales del 14 al 16 de febrero próximo con las acostumbradas tres corridas de toros como base.
 
Es un hecho que ambas citas feriales son las más importantes del calendario taurino nacional, por lo que atañe tambien el trabajo con tiempo para el éxito de un evento de tantos elementos a tomar en cuenta como es el de una corrida de toros.
 
El perfil de Morante: el poder de las ideas fijas
 
Hay gente que no veranea donde no hayan estado antes los romanos, gente que no se sienta en un restaurante de mesas sin manteles, gente que desconfía de quien no bebe vino, gente que no puede entrar en un aseo de dos orinales si alguien está usando uno, gente que jamás acepta la tónica de sabores innovadores, que rechaza el asiento del tren si no es de ventana, o que prefiere dormir en la moqueta de una suite antes que en una cama ajena. Hay gente de ideas fijas, de pequeñas obsesiones o de criterios tremendamente claros, según se mire. Los psiquiatras les llaman pequeñas neuras, los antropólogos meros usos o costumbres, y los analistas de cuota emplean el término de frikis para los casos más extravagantes.
 
José Antonio Morante Camacho (La Puebla del Río, Sevilla, 1979), conocido como Morante de la Puebla, es un matador de toros que tiene pasión por las cosas antiguas y aversión por los firmes de los ruedos que no están completamente alisados. Se pirra, por ejemplo, por comprar un mueble a un anticuario si ha formado parte del despacho de Joselito El Gallo, o por recuperar el paseo a pie hasta la plaza de toros de la Real Maestranza los días de festejo porque así lo hacía Pepe Hillo en el siglo XVIII, o incluso se mete a reeditar y prologar un libro donde se defiende con pasión el toreo (El arte de birlibirloque, de Bergamín). Le encantaría recuperar su primer vestido de torear, prestado por Domingo Valderrama para una novillada en Montellano (Sevilla). El pasado trufa el presente de un torero de éxito que sabe lo que es encallar, buscar el refugio de una posada lejos de España, darle a la tecla f5 particular y volver a empezar. Morante hizo en 2003 unas Américas muy personales que jamás olvidará. En las desgracias se conoce a los amigos, decían los sabios clásicos.
 
Hoy es propietario de fincas arroceras, el sector donde precisamente trabajó su padre. La primera vez que vio un vestido de torear fue en un mercadillo. Nadie le ha encontrado antecedentes familiares relacionados con la tauromaquia. Su afición por el pasado, por los objetos rancios y los ritos atávicos contribuyen a forjar su leyenda de torero de época. Torero antiguo con gusto por las antigüedades, excéntrico, un punto histriónico y otro punto provocador. “Debo estar loco”, dice en ocasiones quien tiene claro que el toreo sin arte pierde toda la pureza. El toreo es arte o no es toreo. El toreo no es una profesión ni una técnica.
 
Este Morante inquieto, que parece un niño que se pregunta continuamente el porqué de las cosas, sigue al día la información política. Entre sus preferencias están las intervenciones del pensador republicano Antonio García Trevijano en la denominada Radio Libertad Constituyente.
 
Mucho más de Joselito que de Belmonte. Bético con residencia en la calle Betis de su pueblo. Consumidor de pipas. En Medellín estaba en un mano a mano sin suerte en los dos primeros toros, cuando, antes de que saliera el tercero, el público tuvo una reacción inusual: aplaudirle para animarle. Dicen que se quedó impresionado. Lástima que, ay, todos los días no se pueda pintar un cuadro, ni cuajar una faena de ensueño de las que colocan al toreo en el sector de la creatividad y lo sacan del de la factoría. Capaz de arreglar toda una feria en los últimos diez minutos, como ocurrió en una ocasión con la de Sevilla. Perfeccionista y puntilloso. Capaz de meter la gubia en el moldeado de su propio monumento, de estar dos horas eligiendo la tela para un vestido de torear, o de echar una tarde para decidir el diseño de sus corbatas. Cuentan que fue interminable la sesión en la que decidió cómo serían las viseras que regaló al público de sol en Jerez, otra costumbre recuperada por esa afición a los hábitos del pasado. Como en España ya no se podían hacer viseras porque ya no se venden cartones de tabaco, las encargó a un amigo. Uso recuperado otra vez. Le interesa toda liturgia antigua, todo uso que haya seguido alguna ilustre figura del toreo por la que sienta admiración. Los ritos están para ser respetados. Aunque le perjudique ser cabeza de cartel por aquello del frío ambiental que sufre el primer actuante, Morante exige que se cumpla la norma. No quiere alteraciones. Ni hablar, por supuesto, de la introducción de extrañas modificaciones en la suerte del descabello. Siente horror por los ruedos con pendientes en el firme, preferidos por las empresas para reducir el riesgo de formación de charcos y, por lo tanto, idóneos para evitar la suspensión del festejo en días de lluvias. Morante quiere bien lisos los pisos de las plazas. Su concepto del toreo así lo exige. Si la Comunidad de Madrid no alisa el ruedo, no se anuncia en Madrid. Y así, además, se ahorra soportar la chacota del tendido 7, los maullidos de saludo, los pañuelos verdes a destiempo, el cabreo capitalino. Escrito está que la auténtica fiera ruge en el tendido.
 
Este vecino de La Puebla es un gran conservador, escaso amigo de los cambios, lo contrario a un revolucionario. Con su círculo de confort es generoso. Él lo justifica con tono de filósofo: “El toreo es grandeza”. El misterio de este torero radica en parte en no dejarse conocer con facilidad. Ser torero en los años cincuenta era ser un héroe. Serlo hoy es estar obligado a la cansina lucha de defender lo obvio. Y estar obligado también a cuidar y cultivar una imagen pública coherente con su personalidad, de guardián de las esencias del toreo, en una sociedad de medios que no existía en aquella España en sepia.
 
La vida son recuerdos de haber actuado en la conocida como “parte seria” del espectáculo del Bombero Torero, con aquellos hombrecitos que se consideraban a sí mismos “artistas diminutos”. La vida son los conocimientos adquiridos en las aulas de Formación Profesional en la rama del metal. La vida es ilusión por jugar todos los partidos del equipo de fútbol llamado Los Warriors, obsesión por los colores rojo y azul de la bandera de su pueblo, afición por los puros y hasta por hacer sus pinitos como boxeador. La vida es tomar el camino hacia el juzgado porque le han llamado asesino con la misma determinación que coge con celeridad el estoque de verdad si el toro no sirve para su toreo. La vida es decirles a los banderilleros que, si hay triunfo, corten un trozo mínimo de oreja, cuanto más pequeño mejor. Le horroriza dar la vuelta al ruedo con un orejón despeluchado y sanguinolento. La vida es un contraste donde en la misma semana recibe un premio y asiste al funeral de su tío carnal. Las fincas hablan de la personalidad del torero. En la de Malvaloca, en Las Cabezas de San Juan, hay una colección de fotos de grandes matadores de toros sobre la chimenea. Él no aparece en ninguna. Se ve a Pepe Luis Vázquez, Manuel Vázquez, Rafael de Paula, Curro Romero… En otro lugar de la estancia sí hay una de Morante, concretamente del día de su alternativa en Burgos apadrinado por el colombiano César Rincón con Fernando Cepeda de testigo. Pero nunca enmarca fotos suyas toreando porque, al final, le está sacando defectos al pase cada vez que las contempla. En la finca La Huerta de San Antonio, en La Puebla del Río, se concentran sus aficiones: el despacho de Joselito El Gallo, su perra, un azulejo de San Antonio recién adquirido, un escudo de los tiempos de Franco… Por cierto, en la plaza de tientas de esta finca hay dos árboles plantados en el ruedo. ¿Por qué? Las cosas del genio.
 
Maniático, metódico, obsesionado por la estética, temperamental que ha pagado el precio de algunos de sus impulsos. Sus ideas fijas le acompañan como su cuadrilla. “El toreo no es una factoría”. Acepta las broncas del público, pero no los ataques de los antitaurinos, con los que se acercó a hablar en Ronda mientras comía pipas. En la Puerta de Sol de Madrid se acercó a una manifestación en defensa de la memoria histórica: “¿Aquí también se recuerda a las víctimas de Paracuellos del Jarama?”. Y en Valladolid cenó con Vargas Llosa e Isabel Preysler tras un día de corrida. El escritor le confesó que nunca tiene tantos problemas como cuando escribe o hace declaraciones sobre los toros, ni siquiera recuerda tantas tensiones de su etapa como candidato a la presidencia de Perú. Morante es de los pocos que hoy llenan las plazas y, además, ha acercado a los toros a personalidades de la cultura como Andrés Calamaro.
 
Sabe que le comparan, sabe que le sacan las estadísticas de puertas grandes para restarle mérito a su trayectoria, sabe que le cuestionan por las tardes aciagas. Es el precio del éxito, el coste de ser leyenda viva desde que tiene menos de 40 años. Si Morante hubiera existido en los años 40 hubiera sido un héroe desde el primer minuto. Su mérito quizás es que genera hoy la misma expectación que un torero de éxito de entonces, pero teniendo que sufrir en la muleta las rachas de viento añadido del odio a todo lo que simboliza cierto concepto de España. / Carlos Navarro Antolín - Subdirector de Diario de Sevilla
 
Agenda taurina por televisión para este fin de semana
(Hora de Venezuela)
 
Sábado 18. (12:30 del mediodía). CANAL SUR TELEVISIÓN. Desde Jaén. Feria de San Lucas. Toros de Victorino Martín para Curro Díaz, «El Cid» y David Galván, estos dos últimos con los puntos frescos de recientes percances.
 
Domingo 19 (1:00 España). CANAL SUR TELEVISIÓN, CASTILLA LA MANCHA MEDIA y Á PUNT (Tv Autonómica de la Comunidad Valenciana). Desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) Novillada final de los Circuitos de Novilladas de la Fundación del Toro de Lidia. Novillos de Fuente Ymbro para Tomás Bastos, triunfador del Circuito de Extremadura; Álvaro Serrano, triunfador del Circuito de Madrid, Carlos Tirado, triunfador del Circuito de Andalucía; Ruiz de Velasco, finalista del Circuito de Castilla y León y segundo mejor puntuado en dicha final y Mario Vilau, triunfador del Circuito Valenciano.

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