La
plenitud profesional y creativa del diestro de La Puebla está llenando de
contenido una temporada que ya sería muy distinta sin su magisterio
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
Morante ya es el rey de la campaña. De Vistalegre
a Jerez, el aura del diestro de La Puebla ha ido creciendo a la vez que se
multiplicaba el número de recitales –ajeno a la estadística de despojos- y ese
inconfundible ser y estar que ha acabado por convertir cada una de sus citas en
un verdadero acontecimiento. El torero ya venía de marcar una nueva cumbre en
Santander pero es que al día siguiente se rebasó una nueva frontera en Jerez
elevando el papel de su próxima cita en Huelva –indiscutible plato fuerte de la
Colombinas- y especialmente de ese gesto, tan lleno de riesgos, de despachar
media docena de ‘veraguas’ de Prieto de la Cal como único espada en el Puerto
de Santa María.
No deja de ser un festejo de vocación experimental
que busca arañar registros perdidos en el devenir de la tauromaquia. Es un
camino paralelo, o quizá consecuencia, de esa revolución de los artistas que
tomó espíritu de grupo a raíz del pronunciamiento de Pablo Aguado en aquel
célebre 10 de mayo de 2019. El acontecimiento no pasó de largo para Morante de
la Puebla, principal testigo de aquella revelación –una revolución por lo
clásico- que gozó del efecto mariposa. Dos años después y con un virus de por
medio, podemos hablar de un cambio radical en la confección de los carteles de
primera línea y de un interés generalizado por explorar ese palo del toreo en
el que navegan, con distintas circunstancias, matadores –que de niños no tienen
nada- como el veteranísimo Diego Urdiales o Juan Ortega, sin olvidar al propio
Aguado.
Morante se codea con todos ellos. Es el único que
ha sobrevivido a ese refresco generacional que empieza a poner olor a naftalina
a los primeros actores de las últimas décadas. Omitimos nombres. Pero es que ha
sido Morante, con más de cuarenta palos y con casi cinco lustros de
alternativa, el que se ha echado la temporada a la espalda sin abdicar de su
condición de verdadero artista. El diestro cigarrero estudia, profundiza en las
vetas del toreo y las lleva al mundo de hoy creando una amalgama culta que
adoba de su propia personalidad. Todo ello hay que unirlo a esa apuesta por la
diversidad de hierros y encastes, convertida en denuncia, que culminará con
otro atractivo gesto: la corrida de Miura que cerrará el abono sevillano. El
pasado sábado, a la salida del coso jerezano, coincidíamos todos: tenemos
suerte de vivir la plenitud de un torero magistral que ya es el rey
indiscutible de esta segunda campaña del covid. Hay que seguirlo...
A vueltas con los precios
Habíamos mencionado la plaza de toros del Puerto
de Santa María y no hay más remedio de hablar de sus precios después de conocer
la cartelería oficial. Dicen que las comparaciones son odiosas pero a veces son
inevitables. Un tendido de sombra costó 65 euros para la única función –caja de
todos los truenos- programada en la temporada 2020. La organizó José María
Garzón. Seguro que les suena el nombre... Pues bien: esa misma localidad se
oferta a ¡99 euros! para la temporada 2021.
El Ayuntamiento de El Puerto de Santa María –tan
tarde como mal- había fijado un canon mínimo de 10.000 euros a los licitantes
por la Plaza Real. Ya les referimos en un Observatorio anterior la nómina de
pretendientes: el mentado Garzón, Carmelo García –en UTE con Tauroemoción- y
Carlos Zúñiga que fue el que se acabó llevando el gato al agua después de
aflojar 70.000 euritos contantes y sonantes que hay que recuperar de alguna
manera. En ese caldo de cultivo se han cocinado los precios desorbitados -dicen
que son los máximos marcados por el propio ayuntamiento- que levantaron una
pequeña algarada en las redes sociales desde el mismo momento de su
publicación. Pues así está el asunto. A las entradas de toros, visto lo visto,
también les afecta la subida de la luz. Un gran aficionado lo expresó con humor
en la mesa camilla de Twitter: “los que saquen las entradas en El Puerto son
los que ponen la lavadora a las once de la mañana”.
Del Guadalete al Turia
Y hablando de subastas, la pasta pura y dura ha
vuelto a pesar en la concesión de la plaza de Valencia a la sociedad Nautalia
–gestora de Las Ventas- encabezada por Rafael Garrido en comanda con el locuaz
productor Simón Casas que a la sazón es presidente de ANOET, cuyos socios
suelen poner pucheros en las concesiones de las plazas pero se tiran por el
barranco. Ya es sabido el dicho: “haced lo que yo diga pero no lo que yo haga”.
La frasecita viene al pelo de los 452.000 euros que han aflojado por quedarse
con el coso de la calle Xátiva. Casas suele llorar por los rincones denunciando
la perniciosidad y el alejamiento de la realidad de los pliegos de condiciones
de las plazas de titularidad pública pero no han tenido empacho en sumarse a su
cuate Garrido que ha ¡triplicado! el mínimo de 150.000 euros que marcaba la
diputación valenciana en un pliego que no dejaba de ser una subasta al mejor
postor.
A partir de ahí, heterosexual el último. A la
plaza no le faltaban novios, que dejan a un lado el espíritu corporativista
cuando tocan a rebato. A la puja se habían presentado los Matilla; Tauroemoción
en comanda con José Carlos Escribano y hasta el conglomerado que forman los
Chopera bajo la fagocitación de Bailleres. Ganó el que más puso; más o menos
los mismos que este año no van a dar ni un festejo en Valencia. Vivir para ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario