Víctor
Ramírez “VITICO”
@ramirezvictore
La temporada europea está dando mucho que hablar,
para bien y para mal como toda la vida ha sido, sin embargo, en este año 2021
muchos toreros están en la cresta de la ola, por muchas razones, una de ellas
la que da el titular a estas líneas, un caro don, una extraña virtud que pocos
tienen, que les da estatus de irrepetibles, y de paso los pone en el boca a
boca de los aficionados, algo que solo unos privilegiados pueden presumir.
La
naturalidad, hacer ver fácil al toreo, tener suavidad en las yemas de los dedos
para que capotes y muletas vuelen lacios, con aparente fragilidad ante las
embestidas, trocar la violencia de los toros en cadencia, en pocas palabras
hacer y decir el toreo. De toda la vida ha habido toreros que han toreado bien,
otros muy bien y algunos han sido capaces de con un solo lance o un muletazo
dejar a la gente llena de toreo, dejando huella incluso por encima de los
espadas arrolladores que cortan cerros de orejas y rabos. Morante de la Puebla
es sin duda el diestro que está llevando el peso de la temporada (hace años
hubiese sido una utopía) porque encarna a la perfección el toreo de Gallito y
Belmonte con la técnica moderna, pero no sólo es el genio de La Puebla del Río
el que ha emocionado a la afición, Diego Urdiales representa la torería, la
naturalidad y ese “no se qué” que tiene embelesado al mismísimo Curro Romero,
uno de los primeros que apostó por el torero de Arnedo. Pablo Aguado y Juan
Ortega sin duda han bebido de las fuentes de los toreros de arte, ambos tienen
un misterio que decir y son capaces de ralentizar el toreo incluso toreando con
el capote a los toros levantados, recién salidos de los chiqueros, imprimiendo
una cadencia y un gusto inigualables, toreando tan despacio que incluso viendo
las imágenes parecía que era a cámara lenta. Sólo por mencionar a estos toreros
se puede apreciar que la tauromaquia ha dado un salto cualitativo en cuanto a
calidad, cadencia y hondura, una fusión de lo antiguo y lo actual, que da al
toreo una belleza tan frágil como eterna, tan deslumbrante como efímera, en
unos tiempos donde los que están en la orilla de lo políticamente correcto te
pueden tildar de “sádico”, desde luego ellos jamás entenderán que torear y ver
torear es un bálsamo para el alma…
Venezuela:
Defender el toreo, es tarea de todos
Los ecos de la triunfal tarde de Valencia
continúan en el ambiente taurino nacional, se puede apreciar en las tertulias,
conversaciones de los grupos taurinos (en época de pandemia sin duda los
grandes referentes de la opinión entre aficionados) y en el entusiasmo general
de los profesionales. El festival valenciano fue el empujón que se necesitaba
para echar a andar el carro, la inyección de moral que faltaba para ahuyentar a
los fantasmas e inflar la llama de la ilusión. Ahora bien, una vez pasada la
euforia inicial es deber de todos los estamentos taurinos consolidar la lucha,
no bajar la guardia y fortalecer la unión de todos los sectores, en aras de
procurar al toreo venezolano larga vida. Las dificultades son muchas, pero el
tesón y trabajo abren los candados más cerrados, eso si articulando las
acciones de forma ordenada, presentando propuestas y estrategias coherentes
para lograr avanzar. Las iniciativas como la de la Asociación Venezolana de
Tauromaquia, la de los profesionales por rescatar la Maestranza de Maracay y
otras más deben fortalecerse, en una lucha común en la que el interés supremo
sea preservar el futuro de la fiesta. La Venezuela Taurina nos necesita a
todos, cada uno en su parcela, pero haciendo el trabajo, promoviendo los
valores de la tauromaquia y de la crianza del toro bravo. Valencia nos demostró
a todos que el toreo está más vivo que nunca, pero no por ello hay que dejarlo
solo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario