En la
Ciudad de México
Don Jesús Arroyo Aguirre fue un gran restaurantero y en el ambiente taurino destacó como empresario, ganadero y apoderado / Cortesía Mares |
Fue
un sobresaliente restaurantero y en el ambiente taurino destacó como
empresario, ganadero, apoderado, aficionado práctico.
ADIEL
ARMANDO BOLIO
Especial para
VUELTA AL RUEDO
Otra sensible pérdida, de verdad, ha sufrido la
Fiesta de los Toros de nuestro país, luego de saberse que la mañana de este
domingo 11 de julio de 2021 falleciera don Jesús Arroyo a la edad de 87 años de
edad a causa de un infarto cuando estaba ingresado en el Hospital ABC de
Observatorio de la Ciudad de México y tras haber permanecido en la sala de
terapia intensiva durante seis meses a consecuencia de varios padecimientos que
fueron minando su salud.
Jesús José Arroyo Aguirre nació el 7 de febrero de
1934 en Tulancingo, Hidalgo. Fue un sobresaliente restaurantero y en el
ambiente taurino destacó como empresario, ganadero, apoderado, aficionado
práctico y gran impulsor de la Fiesta Brava.
Sobresalió en 1989 cuando por encomienda del
gobierno del entonces Distrito Federal, encabezado por el licenciado Manuel
Camacho Solís, integró el Patronato Taurino de la Ciudad de México junto con el
aficionado práctico Eduardo Azcué, el matador de toros Joselito Huerta y con el
impresor Manuel Jiménez para poner en actividad, tras poco más de un año de
inactividad, la Monumental Plaza México a partir del domingo 28 de mayo del
citado año con una corrida de toros que torearon Manolo Martínez, David
Silveti, Miguel Espinosa “Armillita Chico” y toros de Tequisquiapan para luego
montar su primera Temporada Grande, la 1989-1990, con 22 corridas, del 19 de
noviembre de 1989 al 29 de abril de 1990, incluyendo cuatro Jueves Taurinos,
dar dos alternativas, una a Enrique Garza y la otra al rejoneador Rodrigo
Santos, además de confirmar 14 doctorados, siendo 11 a espadas nacionales:
Alberto Galindo “E Geno”, Mauricio Portillo, Eulalio López “Zotoluco”, Sergio
González, Hernán Ondarza, José Luis Herros, Pepe Murillo, Alejandro Silveti,
Alberto Ortega, Héctor de Granada y Arturo Díaz “El Coyo” y, tres, a diestros
españoles como Tomás Campuzano, Rafi Camino y Fernando Cepeda.
Además, don Jesús fue parte fundamental en la
consolidación, desde 1976, de la Feria de Pachuca, Hidalgo, cuando montó los
festejos en el lienzo charro “Nicolás Romero” y hasta lograr levantar el coso
Monumental “Vicente Segura”, mismo que inauguró, con capacidad para casi 10 mil
espectadores, el 11 de noviembre de 1978 estando en el cartel Manolo Martínez,
Curro Rivera y Jorge Gutiérrez, con toros de Javier Garfias y, llegando a
manejar la plaza por varios años.
Tuvo su ganadería, lidiando con su nombre, en el
municipio hidalguense de Zacualtipan, en el rancho La Tosca, con divisa en
naranja, negro y azul.
Sin duda, don Jesús fue un hombre respetado y querido,
con un enorme sentido del humor y, sobre todo, un sin igual don de gente. Se
caracterizó por ser un emprendedor dentro de la gastronomía y la cultura
mexicana por más de 80 años a través de su tradicional y connotado restaurante
Arroyo, en el sur de la Ciudad de México y donde en su plaza “Antonio
Velázquez” dentro de las instalaciones de su feudo albergó varias escuelas
taurinas y exitosas temporadas novilleriles.
Don Jesús sobresalió por su amistad con cantantes,
actores, compositores, periodistas e intelectuales de la cultura y la
tauromaquia, por lo que cada fin de año montaba la llamada gran “Comida de la
Amistad”.
Así pues, de sus ocho hijos le sobreviven siete:
José, Gabriela, Laura, Letizia, Jesús, Vivian y Cristian, además de sus nietos
y su señora Rocío Estrada Covarrubias, a quienes enviamos nuestras más sinceras
condolencias. Descanse en paz.
Tragedia en “El
Toreo de la Condesa”: Provocada por “El Gallo” y la autoridad
Debido
a un fuerte aguacero, hace 96 años, tras la lidia del segundo toro de la dehesa
de Piedras Negras, la suspensión del festejo irritó a los aficionados
Aspecto de la tragedia, causada por la lluvia, del domingo 12 de julio de 1925 en “El Toreo de la Condesa” / ADARBO |
Ahora que en Aguascalientes hemos tenido que
padecer, debido a las intensas lluvias que han caído en la mayoría del
territorio nacional, la posposición de dos festivales, 4 y 11 de julio, dentro
del Certamen “México Busca un Torero” y en el marco del CXXV aniversario del
emblemático coso “San Marcos”, empezando por aquella polémica decisión para
celebrar el festejo del anterior domingo 27 de junio a pesar del torrencial
aguacero que cayó, en los anales de la historia se registra, precisamente por
la lluvia, un hecho que tuvo final trágico hace 96 años.
Así lo describe el que fuera reconocido
historiador don Heriberto Lanfranchi en su obra “La Fiesta Brava en México y en
España” cuando dentro de la Temporada de Novilladas de 1925 que se celebró en
el coso Monumental “El Toreo de la Condesa”, en la Ciudad de México, con el
montaje de 11 festejos del 10 de mayo al 20 de septiembre, se dio una corrida
de toros mixta el domingo 12 de julio de ese año, yendo en el cartel los
espadas españoles Rafael Gómez “El Gallo” y José Gómez “Joseíto de Málaga”,
además del novillero jalisciense José
González “Carnicerito”, quienes estaban puestos para lidiar cuatro toros y dos
novillos de la dehesa de Piedras Negras.
Así se relata el suceso: “El sevillano diestro ‘El
Gallo’ aprovechó al primero de la tarde, que fue bravo y noble. En tanto,
‘Joseíto de Málaga’ tuvo que lidiar al segundo bajo torrencial aguacero,
suspendiéndose el festejo cuando logró hacerlo doblar tras dos pinchazos y
media estocada delantera.
Más de un cuarto de hora duró la lluvia, quedando
el ruedo convertido en un auténtico lodazal y, a pesar de querer ‘Joseíto de
Málaga’ que se arreglara con aserrín para que prosiguiera el festejo, Rafael
Gómez ‘El Gallo’, como primer espada, se negó a que esto se hiciera e hizo
saber que de ninguna manera volvería a torear y que la interrupción momentánea
de la corrida tenía que ser definitiva, accediendo a sus deseos la autoridad
competente.
Al hacerse pública la determinación anterior, los
espectadores que aún estaban en la plaza armaron la gran bronca, pues como ya
se habían lidiado dos toros, no tenían derecho a devolución alguna de las
entradas, lo que no fue del agrado de ninguno de ellos. Algunos exaltados,
empezaron a destruir cuanta cosa podían y echaron por tierra la división de
madera entre sol y sombra, mientras que otros arrojaron al ruedo las láminas
con anuncios comerciales que arrancaban de la barrera.
La policía intervino, repartiendo culatazos a
diestra y siniestra, por lo que la sangre empezó a correr, lo que enardeció a
los rijosos en lugar de calmarlos, siendo tal el alboroto que era casi
imposible despejar los tendidos y parecía que aquello nunca terminaría, pero en
esos momentos llegó el cuerpo de bomberos y con potentes y helados chorros de
agua vaciaron los graderíos en un santiamén.
Habían pasado entonces más de 25 años que no se
suscitaba un escándalo de tal magnitud en plaza alguna de la Ciudad de México,
sobre todo, con un saldo de más de 50 heridos graves e innumerables golpeados y
magullados”. Así la historia.
Actualmente, habría que echarle un vistazo al
reglamento taurino para saber hasta dónde puede influir la decisión del primer
espada, de la autoridad y, ahora mismo, determinar en qué instante debe
intervenir la gente de protección civil, sobre todo para salvaguardar la
integridad de los protagonistas del espectáculo y, por supuesto, los intereses
y derechos del público.
DATO
Más de 50 heridos graves y muchas personas golpeadas y
magulladas fue el saldo de la tragedia de hace 96 años en “El Toreo de la
Condesa” por la lluvia
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