Cataluña dice adiós a más de 600 años de festejos taurinos.
CRISTIAN REINO
Salvo que el Tribunal Constitucional o una decisión del Gobierno digan lo contrario, las corridas ya son historia en Cataluña. La plaza Monumental de Barcelona, el único coso que permanece abierto en Cataluña, vivió este domingo la corrida que cerraba las fiestas de la Mercè , el último cartel programado antes de que a partir del 1º de enero de 2012 entre en vigor la ley aprobada por el Parlament de Cataluña que prohíbe los espectáculos donde se da muerte al animal. Barcelona pone fin a 624 años de tradición taurina, pues el archivo de la Corona de Aragón sitúa en el año 1387 la fecha más antigua de la que se tiene constancia documental de que en la comunidad catalana se celebraban espectáculos taurinos.
José Tomás, Juan Mora y Serafín Marín fueron los encargados de bajar el telón a seis siglos de fiesta de la tauromaquia en Cataluña y a casi 100 años de toros en la plaza Monumental. Aunque en los últimos tiempos el público catalán había dado la espalda a la Fiesta y el ruedo barcelonés difícilmente registraba media entrada, la corrida despertó una expectación inusitada (lleno hasta la bandera y precios en la reventa de 1.500 euros la entrada) y sirvió como acto reivindicativo tanto para los defensores de que la fiesta se mantenga como para los partidarios de la abolición. Los exteriores de la plaza volvieron a reproducir los enfrentamientos dialécticos que se vivieron en el entorno del Parlament cuando la Cámara catalana debatía la prohibición.
En un ambiente tenso, partidarios y contrarios a la abolición se movían entre la alegría desbordante de unos y la tristeza de los otros. Unos brindaban con cava porque los toros ya no volverán "nunca más" a Cataluña y los de enfrente no podían disimular la pena y hasta las lágrimas porque entienden que se ha cometido un atentado contra la "libertad y la cultura".
Como en ocasiones anteriores, insultos, cruce de acusaciones y más ruido que otra cosa. "Estamos contentos de que la tortura de los toros en la plaza acabe en Cataluña, pero hemos venido vestidos de negro porque todavía hay toros torturados en los 'correbous'”, gritaron unas 200 personas desde el lado animalista. "Libertad, libertad, libertad", les contestaron desde la parte taurina. La policía estableció un cordón de seguridad y separó a los activistas de los grupos ecologistas para que pudieran realizar sus reivindicaciones, mientras los aficionados se acercaban a la plaza.
"Viva los toros y viva José Tomás", exclamaba un aficionado ataviado con una camiseta que recordaba los triunfos cosechados por el torero madrileño en el coso barcelonés, donde ha salido nueve veces por la puerta grande. Los tomasistas son legión entre la afición de Barcelona, que aún no da por perdido el partido. Como dice el tópico, “hasta el rabo todo es toro” y por ello desde el mundo del toro agotarán todas las vías judiciales y políticas para evitar la abolición. "Seguiremos luchando por aplicar una moratoria para que la Generalitat no pague indemnizaciones millonarias mientras hay recortes en salud y educación. Defenderemos por encima de todo la libertad, la tradición y la cultura", expresó la presidenta del PP, Alicia Sánchez Camacho. Los protaurinos tienen además la carta del Constitucional.
El PP recurrió hace un año ante el alto tribunal la prohibición porque consideran que la ley aprobada por el Parlament vulnera la libertad artística y el acceso a la cultura. Los defensores de la Fiesta confían también en la iniciativa legislativa popular que han emprendido (necesitan 500.000 firmas) para pedir que la tauromaquia sea declarada bien de interés cultural, lo que podría blindar esta actividad. "Han fingido un debate animalista cuando era un debate identitario", dijo el presidente de Ciutadans, Albert Rivera, a las puertas de la plaza. El gesto de su cara contrastaba con el de los activistas que festejaban el fin de las corridas. "Hoy es un día de alegría porque por fin dejaremos de torturar y maltratar animales sólo por diversión e ignorancia. Es una parte de la historia que hemos sido incapaces de dejar atrás y ya ha llegado el momento", exclamaban los animalistas.
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