ELENA PITA / Diario El Mundo de España
BARCELONA.- Cuatro días después de la gran Diada, en plena resaca visceral, el paisaje de Barcelona aún se adorna del ingenio patrio: trapos bicolores cuelgan de las más inverosímiles rendijas en las fachadas, y ondean: aquí vive un nacionalista. Observo y llego sin previo aviso a la esquina donde debo encontrarme con "el torero catalán", aquel que paseó barretina y 'senyera' por los alberos de España. La cita se me antoja clandestina. Mientras hablamos, en un café próximo a la Monumental , porque al torero se le niega la entrada a la plaza acompañado de prensa, uno y otro miramos de soslayo e inconscientes al derredor vacío esta mañana: no vayan a escucharle cuando dice, por ejemplo, que él se siente español y después, catalán; semejante desafecto.
Nadie en la gerencia de la plaza responde a sus llamadas, el portero tiene orden estricta de no dejarle pasar y el jefe de prensa me cuelga el teléfono para no escuchar mis súplicas: le importa una mierda que el fotógrafo haya venido desde Madrid para retratar al torero en estos tendidos que dentro de cuatro días serán Historia. Parece el castigo a Serafín Marín, el diestro sereno, por ser el elegido: el próximo domingo, terminada la gesta del gran José Tomás, héroe indiscutible de los taurinos catalanes, que los hay, Serafín lidiará el último toro que patee la arena de Barcelona. No más arena, no más Monumental, cerrada, 'closed', 'tancat'.
Pero cuando el torero se marche, rematada la faena periodística, no habrá ya quien me detenga. Entro cual turista a contemplar, sí, una historia decadente, de esplendor moribundo. Voy directa al museo, donde un cancerbero dormita cabeceando su inmensa humanidad sobre exigua banqueta de formica. Mi presencia le asusta y despierta, tanta es su soledad. Un polvo pesado y denso cubre las vitrinas y los tesoros que encierran, trajes de luces de Joselito El Gallo enlutado por su madre el mismo año de su muerte en 1920, de El Cordobés, Bienvenida, etcétera, y así hasta remontarse al 1700. Cómo ha cambiado el tipo de estos mozos que ni a la muerte temen, hoy espingardos, antaño talludos.
El hedor a chotuno conduce mi pituitaria decidida a un patio sobre las cuadras, donde cinco sobreros castaños rumian el último forraje que abastecerá esta plaza, mansos e ignorantes ellos; las cuadras en uso que son sin embargo estancias museísticas de un arte que languidecía sin necesidad de zapatazos, prohibiciones, decretos. "La libertad no se prohíbe", que reza la 'senyera' del torero de Montcada i Reixac.
Pero iba a hablar de la plaza y hacerle un réquiem, a este monumento obra de Ignasi Mas i Morell, levantado en 1915, que supo amalgamar reminiscencia mudéjar con estilo bizantino y el más delicado trazo de premodernismo catalán, 'melting pot', crisol de culturas; qué sabría el gran arquitecto de lo que iba a depararnos la Historia (toros, fandango y fútbol, más carta de ajuste), condenando su hermosa plaza al denuesto nacionalista. Ay.
Corren rumores a voces que dicen ha sido el propietario de la Monumental quien inspiró la prohibición de torear en Cataluña ahora que su negocio no es para masas sino minoría enfebrecidas. Jamás he visto una corrida de toros ni pretendo verla, dudo que soportase tanta violencia explícita, como tampoco en la vida he pisado un estadio de fútbol a no ser para bailar en concierto. Pero esto nada significa. Entro con impresión clandestina aún en los tendidos y me quedo estupefacta de lo que veo: ¿a dónde irá a parar esta bella estructura, estas cenefas forjadas, los seis minaretes de mosaico preciosista?
Corre un rumor a voces sobre una fortuna árabe que supuestamente adquiriría la Monumental para levantar una mezquita a mayor gloria de Alá, que sería símbolo de respeto a otras culturas: la libertad de culto no se cuestiona, y también es que en la zona no cabe ya más centro comercial y que el monumento es patrimonio a no ser que algún hábil lo rectifique, todo es posible en la jungla política de intereses. Para circos y conciertos tenemos ya el Fòrum en desuso.
¿A dónde irá a parar esta bella estructura, estas cenefas forjadas, los seis minaretes?
Me cuentan en la plaza que a preguntas de la prensa sobre la rumoreada mezquita, el señor Balañá, el mega propietario a quien beneficiarían los millones públicos por cese de actividad, respondió: "¡¿Eh?!, ¿un jeque? No sé res". 'Res' saben sus empleados, que ora dormitan ora vitorean al torero cuando posa para el fotógrafo a la puerta de la plaza, arrojado, proscrito. No saben siquiera qué será de su puesto de trabajo el próximo mes, con la faena prohibida y la plaza cerrada, 'closed', 'tancat'. Eso sí, habrá cartel de lujo (obra de Miquel Barceló) para esta Mercè postrera: Morante de la Puebla , El Juli y Manzanares lidiarán este sábado 24, y Juan Mora, José Tomás y Serafín Mora, el domingo 25. Para la Historia.
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