viernes, 30 de septiembre de 2011

Bueno y, ahora, ¿qué?

JOSÉ ANTONIO DEL MORAL

A las puertas de que finalice la temporada 2011 que, como todos saben, ha sido apasionante y en el aspecto torero, importantísima y hasta histórica –jamás habían coincidido al mismo tiempo tres épocas del toreo, la de Enrique Ponce en su tramo final, la de El Juli en su madurez y todo hace prever que la de José María Manzanares en su inicio-, contando además con el más regular en el éxito de los toreros geniales, Morante de la Puebla, y con una amplia baraja de figuras en pleno ejercicio de tales como Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante y El Fandi a la cabeza, seguidos por quien este año y esperamos que no definitivamente se ha desenganchado, Sebastián Castella, retroalimentados por los más cercanos a serlo, Daniel Luque, el rescatado César Jiménez, Rubén Pinar y los nuevos que más apuntan, David Mora e Iván Fandiño, y hasta por el que todavía aletea entre los más destacados desde hace años, El Cid, cabe hacer esta primera valoración del año taurino en España, sin olvidar al que merece punto y aparte por la singularidad de su caso, José Tomás, a quien hubiéramos nombrado antes si su campaña de reaparición hubiera sido como la de los que han estado presentes en las plazas importantes y han alternado entre ellos compitiendo sin miramientos de ninguna clase.

El caso de José Tomás no ha sido el mismo que el de las demás figuras porque, sostenido por la propaganda más grande que jamás se haya visto, solo ha toreado nueve corridas y, salvo en Valencia, Bayona, Nimes y Barcelona, con ganado de muy escasa presencia en estas tres últimas –sus actuaciones han carecido de importancia y la única faena reconocida por la mayoría de la crítica que ha hecho fue la de Barcelona frente a un blandísimo corderito de El Pilar, cuyo semen va a utilizar su dueño, don Moisés Fraile, últimamente contagiado de tomatosis aguda a riesgo de perder su categoría, sobre todo después del petardo ganadero que pegó con su descompasada y desigualísima en edades de Sevilla a la misma hora que se lidiaba su ínfimo envío de Barcelona. 

Lo que nadie sabe es cómo planteará Tomás su temporada de 2012. Si es como la que acaba de concluir, seguiremos sin tenerle en cuenta entre los primeros, sencilla y llanamente porque ese plan no se puede comparar ni remotamente con el de las verdaderas figuras. Pero es que, además, el año que viene, si sigue en activo, ninguna de sus actuaciones tendrían carácter de acontecimiento como este año lo fueron la primera y la última dadas sus especiales circunstancias: el regreso tras la grave cornada de Aguascalientes y el fin de los toros en Barcelona. El año que viene ya no habrá más motivos digamos excepcionales en ninguna de sus actuaciones, sino un devenir normal.

Todos sabemos que sus muchos partidarios incondicionales que, por cierto, dejaron a drede muchas localidades vacías en la corrida del sábado y se fueron tras la muerte del quinto toro en la del domingo, mas los críticos que le idolatran de buena fe u obedecen a quienes les ordenan ponerle siempre por las nubes esté como esté, continuarán dándole trato de exclusiva preferencia mientras dure la millonaria subvención de la famosa multinacional, claro… Pero también sabemos que este año no ha servido de nada y que el año que viene servirá aún menos. A no ser que la temporada de J-T que está por venir sea la que deberían exigirle y el ínclito cumplir. Puede que en las ganaderías que más le gustan no le dejen picotear más como viene haciendo de su capa un sallo, descabalando lotes previamente seleccionados con el desaguisado subsiguiente. Me consta que algunos importantes criadores se han negado a ello. Y menos que accedan a que vaya siempre acompañado de teloneros y escobas de poca monta aunque este año varios de ellos le mondaron. 

Antes de la última corrida en Barcelona, se llegó a decir que la expectación despertada por el suceso se había tragado lo acontecido en la feria de Logroño –mentira- y que anularía lo que sucediera en el penúltimo festejo de la Monumental con Morante, El Juli y Manzanares. Pero, mira por donde, no fue así. Fue la penúltima corrida con estos tres y no la de José Tomás pese a su triunfo, la que marcó infinitamente más por resultar verdaderamente memorable artísticamente hablando frente a una corrida bastante más seria de Núñez del Cuvillo. Las aguas, pues, empiezan a volver a su natural cauce.

Pero donde el toreo empieza a no discurrir por donde debiera es en América. La guillotina política del presidente Correa en Ecuador ha conseguido que a la lidia se le prive de la suerte suprema en Quito, aunque varios toreros españoles han tragado con el dislate y van a actuar en su feria, dicen que para evitar que allá queden prácticamente suprimidas las corridas de toros sin querer darse cuenta de que el precedente puede contagiarse en otros países taurinos limítrofes. Ya se sabe que no pocos parlamentarios colombianos están promoviendo que en su país también sea suprimida la suerte de matar. Pues bien, eso solo tendría una drástica solución: que los matadores que van a actuar en la feria de Quito cumplan con lo que son entrando a matar a sus toros aunque esté prohibido y a ver quien se atreve a detenerlos con el escándalo internacional que ello supondría…

También en Barcelona deberían haber exhibido banderas nacionales de España en vez de la catalana para protestar, sobre todo después de haber tenido que soportar que la banda de la Monumental interpretara el himno Els Segadors durante el paseíllo, en vez del tradicional pasodoble. Y es que nuestros toreros actuales son los más valientes y responsables de la  historia pero, como personas, unos benditos pardillos a los que les dan todas en el mismo carrillo.

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