jueves, 3 de junio de 2021

OBSERVATORIO TAURINO - El toreo sale del corredor de la muerte

La profusión de festejos y la promoción de los escalafones menores saca al negocio de las trincheras aunque la distancia a la plena normalidad aún es demasiado larga
 
ÁLVARO R. DEL MORAL
Diario CORREO DE ANDALUCÍA
 
Pasaron las ferias de Córdoba y Vistalegre. Ha habido toros en Aranjuez, Niebla... Se anuncian corridas de postín en Morón, Sanlúcar o Brihuega. Hay carteles para Castellón, que cambiará a la Magdalena por San Juan y San Pedro; el Corpus taurino de Granada tampoco faltará a su cita en estos días. Ya se ha iniciado la ambiciosa y necesaria Liga Nacional de Novilladas, seguramente la solución más sensata para dar vida al escalafón menor. El otoño taurino de Sevilla –ese San Miguel ampliado que debería servir para explorar el futuro- es una certeza cada vez más cercana... El toreo renace a pesar de todo pero no conviene olvidar todo lo que quedó derribado en este largo año y medio de pandemia. Pero llovía sobre mojado. La crisis estructural del negocio taurino era anterior a la irrupción del famoso bichito que se alió con los coletazos de la anterior crisis económica –para poner a las huestes del toreo al borde del mayor precipicio que han conocido en su historia.
 
Hay que aprender de estas lecciones para reconstruir un futuro que sigue estando plagado de peligros, dentro y fuera del propio planeta taurino que –es un poner- no puede permitirse errores tan garrafales como la esmirriada corrida lidiada en Aranjuez. Pero hay más: el sector se empeña en renovar su vocación cainita, alimentando esa guerra fría –y no tan fría- que enfrenta los empresarios más encopetados con algún pretendiente con ideas nuevas y ganas de trabajar. Ya hemos hablado de ello en alguna ocasión. Y de muestra, un nuevo botón a cargo de José María Garzón, que ha ideado un cartel inédito, oportuno y lleno de argumentos para montar su segundo festejo al frente de la plaza de Morón de la Frontera. Los nombres de Urdiales, Aguado y Ortega se funden en una terna atractiva y de sabor clásico que tendrá que demostrar su poder taquillero –y sus opciones de futuro dentro de un escalafón viciado y cargado de trienios- con un aforo autorizado del 50%. Se le da una nueva ‘chance’ a los toros de Murube, que alternarán con los de Juan Pedro Domecq. La clase de las reses de Las Cobatillas tratan de recuperar el terreno perdido en la lidia a pie. Se las sigue esperando con interés...
 
¿Cambio de ciclo?
 
El caso es que huele a cambio de ciclo mientras se percibe la derrota del virus gracias al esfuerzo de nuestros sanitarios y la velocidad de crucero que ha tomado la vacunación. Pero no conviene bajar la guardia y tener bien marcados a los enemigos. No sólo de esta lamentable pandemia que nos sigue recordando, como en un Miércoles de Ceniza eterno, que polvo somos y en polvo nos convertiremos... Nos referimos al fin de la nefasta etapa sociopolítica abanderada por un narciso mentiroso que nos quiere vender el último crecepelo cocinado en la marmita de su Rasputín particular, que ya no está para vender muchas motos. Sí, hablamos de esa supuesta Ex-paña de las maravillas que el padrecito Sánchez nos regalará en 2050. Si seguimos coleando seremos más solidarios, sanos, sostenibles, inclusivos, con perspectiva de género, progresistas y por supuesto veganos. Ojo al dato: el consumo de carne se coloca en el punto de mira de los de siempre. Se demoniza al ganadero y con él, se vuelve a poner a los pies de los caballos –y las caballas- un ancestral modo de vivir. Pero más allá de todo eso, como en la peor de las pesadillas comunistas, se pretende que la gente hable, piense y hasta coma tal y como le ordene el zar del helicóptero. La elección es bien sencilla: dictadura ideológica o libertad de pensamiento. Y ahí también entran los toros. Sólo deseamos una cosa. Que en 2050 toda esa mercancía averiada sólo sea historia. La peor de nuestro pasado reciente.
 
Curro Puya: 90 años después...
 
Este lunes, 31 de mayo, se cumplen 90 años redondos de la cogida mortal de Francisco Vega de los Reyes, Curro Puya, el primer Gitanillo de Triana que se vistió de luces. Tal día como hoy pero en 1931 fue cogido por ‘Fandanguero’, un toro de Graciliano Pérez Tabernero, que le enganchó durante la faena, infiriéndole dos cornadas. El animal se ensañó de una manera brutal con el diestro trianero sin que Marcial Lalanda –que acudió al quite- pudiera evitar la tragedia. El toro –tercero de aquella tarde en la que también actuaba Chicuelo- había corneado a Curro en la pierna izquierda y volvió a alcanzarle cuando lo arrojó a la arena. Conducido a la enfermería, Curro susurró a su mozo de espadas: “Este toro me ha desbaratado...” El primer parte hablaba de destrozos musculares en el muslo pero preocupaba más la segunda cornada que le rompía el hueso sacro y le arrancaba el nervio ciático.
 
Curro Puya fue trasladado aquella misma noche al sanatorio del doctor Crespo que unos días después –el 3 de junio- amortiguaba las esperanzas hablando de “eliminación de líquido cefalorraquídeo” y “peligro de presentación de meningoencefalitis que ensombrecería totalmente el pronóstico”. No se equivocó. La agonía del diestro gitano fue lenta, brutal, interminable... ingresado dos meses y medio en el sanatorio en medio de dolores espantosos. Antonio Conde, su fiel mozo de espadas, no se movió de su lado en todo ese tiempo. El final era irremediable pero se hizo esperar. El penúltimo día fue presa de un gran nerviosismo. La madrugada del 14 de agosto perdió el habla y la vista. “No veo” fueron sus últimas palabras. Se le estaba apagando la vida hasta expirar plácidamente a las siete de la mañana acompañado de sus padres y hermanos, algunos amigos y el fiel Conde. En San Jacinto vistieron a la Estrella de luto en plena Pascua Florida. Había muerto un torero que engrosaba la larga lista de bajas de la fecunda y sangrienta Edad de Plata. Gloria a Curro Puya.

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