“Francia
tiene capacidad de defender los toros mejor que España porque aquí no son ni de
izquierdas ni de derechas”: Frédéric Pastor.
PASCAL
GUYOT
Diario LA VANGURDIA
A ver, ¿en los toros suena La Marsellesa? Pues así
sucedió este domingo, al menos, en la plaza de Arles, donde, emocionado y con
la montera en el pecho, El Rafi –la gran promesa del toreo galo– tomaba la
alternativa a los sones del himno nacional francés. La confirmación la recibirá
este sábado, en la plaza de Nimes, su localidad natal, donde los festejos
taurinos forman parte de la identidad del lugar, hasta el punto de que el
ayuntamiento cuenta con un teniente de alcalde de Tauromaquia. Allí, los
monumentos callejeros, el Museo de las Culturas Taurinas, la decoración de los
hoteles y las cafeterías, las tiendas… todo va en la misma dirección y tiene
cuernos.
Se calcula que en Francia se celebran cada año
unas 70 corridas. El coronavirus las suspendió, pero ahora han vuelto, con
restricciones de público y un calendario más limitado. Este fin de semana,
Nimes celebrará tres días de feria, alternando la tradicional camarguesa –donde
al toro no se le mata, sino que los raseteurs intentan quitarle de su frente y
cuernos una cinta, unas borlas y finalmente una cuerda– con dos corridas en que
a El Rafi le acompañan nombres como Juan Ortega o Finito de Córdoba.
Las asociaciones animalistas se oponen a los toros
en diversos frentes. La Sociedad Protectora de Animales (SPA) ha lanzado una
batería de demandas judiciales denunciando, una por una, a las ciudades que
celebran corridas (Bayona, Nimes, Carcasona, Béziers, Dax…) y a toreros
concretos, con nombre y apellidos. Los jueces no les han dado la razón (la
última sentencia contraria fue, el 5 de mayo, en Béziers). La razón es que, a
finales de enero, la Asamblea Nacional aprobó una ley que castiga con multas y
hasta dos años de prisión la crueldad contra los animales, pero excluye
explícitamente “las corridas de toros” aludiendo a los lugares donde hay “una
tradición local ininterrumpida”. La SPA sostiene, por ello, que hay “una
contradicción” en la propia ley. Los jueces reconocen la crueldad, pero
permiten los festejos. Es por ello que la activista local Claire Starozinski
opina que las demandas son “una iniciativa condenada al fracaso que refuerza a
los taurinos”.
Batería de demandas judiciales
La Sociedad Protectora de Animales ha denunciado a
cada una de las ciudades taurinas y sus toreros, pero los jueces no les dan la
razón porque la ley contra el maltrato contempla la corrida como excepción
La SPA, en cualquier caso, ha recogido además
95.857 firmas por la abolición de las corridas y espera llegar pronto a las
100.000. Para Jacques-Charles Fombonne, presidente de la protectora, “las
acciones de este verano serán decisivas, nos hemos dirigido también al
presidente de la República”. Tras las decisiones de municipios como Vergèze,
Palavas, Le Grau du Roi o Pérols de dejar de celebrar fiestas taurinas, afirma
que “nunca habíamos estado tan cerca de erradicar este espectáculo macabro”.
No es la impresión que produce pasearse por una
ciudad como Nimes, uno de los epicentros del turismo taurino, como el de los
aficionados catalanes, que aprovechan la línea de alta velocidad de Renfe-SNCF
para plantarse allí en poco más de tres horas. Con dos escuelas taurinas,
numerosas peñas, ganaderos y ambiente taurófilo, el ayuntamiento potencia todo
lo que tenga que ver con el toro y los empleos y la economía que genera.
En una concurrida terraza del centro de la ciudad,
Frédéric Pastor, el teniente de alcalde de Tauromaquia, de abuelos españoles,
explica que “tenemos toros desde finales del siglo XIX. Es una forma de vivir
presente en todos los barrios y cuenta con una fuerte presencia de
profesionales. El cambio más importante fue en los años 80, con el empuje de la
movida y lo español, ahí tuvimos nuestro pico y luego ha bajado un poco”. Cree
que “Francia tiene capacidad de defender los toros mejor que España porque aquí
no son ni de izquierdas ni de derechas, con el toro no hacemos política”.
La estrella local, El Rafi (Nimes, 1999), pasó de
novillero a torero el pasado domingo. En un perfecto español, este matador
francés cuenta que “mi afición me nace de acompañar a mi abuelo a la plaza de
toros de Nimes, donde él construyó los toriles, trabajó allí desde 1963. Puede
decirse que nací allí, poniendo las divisas”. Afirma tratar con “mucho respeto”
a los antitaurinos. “Para mí, es algo un poco caduco. La parte radical y
extrema es la que hace más ruido y más se ve, pero no hay tanta gente en contra
como se quiere decir. La mayoría respeta los colores y los gustos de cada uno”.
Recién obtenida la alternativa, “me falta todo, tengo un mundo por delante y
por conseguir. Quiero dejar mi huella en la profesión, junto a los más grandes,
y demostrar que tengo algo que decir”.
El Rafi critica que “Podemos haya utilizado los
toros para tener más votos, diciendo que no los iba a permitir, del mismo modo
que Vox ha dicho que los va a proteger. No me gusta, están jugando con la
población. No tiene que haber diferencias políticas en eso, en un tema de gusto
personal. Al final, esto es un espectáculo popular, al que acuden el pueblo y
también la clase alta, gente de todas las ideas”.
Existe también un activismo pro-taurino, como el
de la activa asociación Touché Pas à mes Passions, que agrupa a jóvenes
aficionados. En el otro lado, Anissa Putois, portavoz de la asociación
animalista PETA, esgrime una encuesta reciente de IFOP que indica que “el 75%
de los franceses son partidarios de prohibir las corridas, diez puntos más que
hace diez años”. Para celebrar que todas las fiestas taurinas fueron anuladas
por el Covid, “el año pasado realizamos una acción, en plena pandemia, donde el
maratoniano Régis Dinand-Mangeot recorrió 48 km en homenaje a las vidas de los
48 toros que se habían salvado de morir muertos en aquel momento en las plazas.
Su ruta, con principio y fin en la plaza de Bayona, dibujaba la cabeza de un
toro. Lástima que no haya sido por una decisión política sino por el virus.
Ahora estamos enviando cartas a los alcaldes de las ciudades taurinas para que
abandonen esta sombría tradición del pasado y entiendan que tienen que
reinventarse”.
En la librería L’Itineraire, fundada en 1998,
cuelga de la pared una cabeza de Hemingway, en papel maché, como si fuera la de
un toro. La dueña, Chantal García Palanco, es una gran admiradora del
estadounidense, así como de Lorca. Reivindica la tradición cultural de la
tauromaquia, y además de libros –un buen número de ediciones limitadas para
coleccionistas– ofrece grabados de artistas como Picasso, esculturas,
fotografías y carteles.
En el Museo de las Culturas Taurinas, solo hay un
lugar en el que no están permitidas las fotos: el espacio José Tomás, una
especie de capilla laica dedicada al torero, donde se exhiben las cabezas de
los seis toros que toreó, él solo, en Nimes, en el 2012 (once orejas y un
rabo), junto al capote ensangrentado, el traje de luces y numerosas fotografías
y documentos del evento. El diestro de Galapagar es recordado también en
diversos puntos de la ciudad, con fotos, cuadros, dibujos y merchandising,
dando la impresión –salvando todas las distancias– de que, para algunos
aficionados de Nimes, es un poco lo que Maradona para los futboleros de
Nápoles.
Solo el tiempo dirá qué ídolos, y de qué disciplina,
tendrá esta ciudad dentro de diez años.
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