El 13
de junio de 1971, Manuel Benítez ‘El Cordobés’ escogió la plaza de Jaén para
celebrar el primer festejo taurino retransmitido vía satélite a todo el mundo
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
En 1971 se vivían tiempos de cambios: en lo social
y lo político y también en lo taurino. El toreo estaba despidiéndose de toda
una época mientras se preparaba la llegada del llamado toro del guarismo y, con
él, de una nueva hornada de toreros que no lo tuvieron nada fácil, acosados por
una prensa pretendidamente integrista que sólo quería ver fraude en todos
lados. 1971 también fue el año de la retirada de Antonio Ordóñez, la
reaparición de Antonio Bienvenida y también la Luis Miguel Dominguín, vestido
con aquellos trajes abocetados por Picasso que abrigaron su última etapa en los
ruedos. Pero en aquel año que estrenaba década también hay que anotar el
polémico rabo cortado por Palomo Linares –y el último concedido hasta ahora- en
la plaza de Las Ventas...
Hay un acontecimiento más, que de alguna manera,
sigue encastrado en la memoria de un país que entonces tenía mucho menos
complejos y, seguramente, una mayor libertad de pensamiento. Había concluido la
década prodigiosa y aquella España empezaba a mirar de reojo la inminente
transición política mientras contemplaba los últimos años de vida del general
Franco. Este domingo, día 13 de junio, se cumplen 50 años exactos de la llamada
‘Corrida Mundial del Siglo’ un festejo taurino organizado en la plaza de toros
de Jaén para ser retransmitido por primera vez a todo el mundo por vía satélite
apoyándose en la estrella rutilante de Manuel Benítez ‘El Cordobés’ que estaba
a punto de cerrar su primera etapa profesional en los ruedos después de
pulverizar todos las marcas conocidas.
Del Santo Reino a Nueva York
“Fecha histórica en Jaén”, tituló el no menos
histórico semanario taurino ‘El Ruedo’ en su edición del 15 de junio de aquel
lejano 1971 certificando que el alma organizativa del evento había sido el
mismísimo Cordobés, que había escogido personalmente el escenario para el
acontecimiento además de sus dos compañeros de terna, Santiago Martín ‘El Viti’
y José Fuentes, y los toros de Carlos Núñez, hierro fetiche de Benítez. ¿Qué
tuvo de singular aquel festejo? Se trataba de la primera corrida de toros
preparada exclusivamente para su retransmisión televisiva –vía satélite- a
todos los rincones del planeta. Pero aquella emisión pionera tuvo encontró un
eco especial en Estados Unidos, especialmente en la ciudad de Nueva York donde
cobró carácter de acontecimiento ciudadano la emisión de la corrida en cuatro
grandes pantallas instaladas en el Madison Square Garden.
De hecho, en las vísperas del festejo se llegó a
rebautizar la plaza neoyorquina de Pensylvania, ubicada frente al Madison
Square Garden, como ‘Plaza de Toros’ en conmemoración de esa retransmisión
televisiva, absolutamente pionera. El cambio de nombre se verificó en medio de
una ceremonia presidida por un tal Bud Palmer, relaciones públicas de la ciudad
de los rascacielos, en la que no faltaron trajes regionales y hasta una
degustación de sangría. Paralelamente, una funcionaria del Ayuntamiento de
Nueva York llamada Margarita Martínez iba a viajar hasta Jaén para presidir
honoríficamente el festejo atendiendo a la invitación del alcalde de la capital
andaluza, Ramón Calatayud, que antes de su inicio hizo entrega a El Cordobés de
una placa de oro en agradecimiento por haber escogido la capital del Santo
Reino como escenario de aquel acontecimiento sin precedentes. La tal Margarita
Martínez, que era de origen puertoriqueño, había sido escogida por la empresa
promotora del evento –Management System Corp- “para representar simbólicamente
a los millones de televidentes de Nueva York y del resto del país que
presenciaron, en distintas salas cinematográficas, la proyección de la corrida,
televisada en pantalla gigante, en color” destacaba la crónica publicada en ‘El
Ruedo’.
El resultado artístico del evento, que fue
nocturno, respondió a la expectación levantada dentro y fuera del coso de Jaén,
que abarrotó por completo sus localidades. Los toros de Núñez se prestaron al
lucimiento y El Viti, que ya había toreado otra corrida de toros ese mismo día
en Granada, se marcharía de la plaza con dos orejas y el rabo. El Cordobés
cortó cuatro y un rabo y tres fueron las que lucró Fuentes en medio de una
auténtica apoteosis. En la crónica de ‘El Ruedo’ se llegaba a afirmar que el
festejo había abierto “la era espacial de las corridas de toros” e incluso se
llegaba a aventurar que “que en lo sucesivo se podrá hablar del toreo antes y
después de su primera retransmisión mundial, vía satélite, desde la plaza de de
Jaén”.
Vísperas de una retirada
¿Por qué había escogido El Cordobés la plaza de
Jaén para ese acontecimiento? Seguramente tuvo que pesar su gran éxito del año
anterior. Manuel Benítez había clausurado la temporada de 1970 en el mismo
escenario, encerrándose en solitario con otros siete toros de Carlos Núñez a
los que cortó once orejas y un rabo protagonizando la famosa y polémica
anécdota de subirse a los lomos del sexto durante la faena de muleta. Fue el
colofón de un año en el que El Cordobés pulverizó todos los records taurinos
habidos hasta ese momento al vestirse de luces en 121 ocasiones. Ya había
alcanzado la cifra de 111 corridas en 1965 superando la marca de 109 funciones
taurinas que había fijado Juan Belmonte en el lejano año de 1919. Aún quedaban
algunos años para Jesulín de Ubrique alcanzara la cifra desorbitada de 153 y
161 corridas en las temporadas de 1994 y 1995.
El evento, más allá de su dudosa continuidad,
marcó un antes y un después en la historia taurina e incluso en la propia vida
social de la capital jienense, que se vio desbordada por la gran cantidad de
corresponsales –nacionales y extranjeros- que se desplazaron para cubrir el
evento pero su trascendencia iba a ser mucho mayor gracias a las cámaras de
televisión. Lo que nadie podía atisbar en ese momento es que Manuel Benítez
dejaría de torear al final de la temporada de 1971 sin anuncio previo de
retirada. El Cordobés se vistió por última vez de luces el 21 de septiembre en
la plaza de toros de Oviedo –hoy abandonada y en espera de rehabilitación-
junto a los diestros aragoneses Fermín Murillo y Raúl Aranda. Iniciaba un largo
eclipse que sólo culminaría ocho años después con su reaparición en Benidorm.
La década prodigiosa, entonces sí, ya sólo era un recuerdo.
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