miércoles, 1 de septiembre de 2021

OBSERVATORIO TAURINO - De ‘El nombre de la rosa’ a la ‘Patrulla Canina’

Ciertas izquierdas andan empeñadas en crear una sociedad triste, previsible y profundamente intervenida en la que no pueden tener cabida los toros
ÁLVARO R. DEL MORAL
Diario EL CORREO DE ANDALUCÍA
 
“La risa mata el miedo, y sin el miedo no puede haber Fe, porque sin miedo al Diablo ya no hay necesidad de Dios”. Es lo que espetó el venerable Jorge de Burgos a Fray Guillermo de Baskerville, el memorable personaje de Umberto Eco en ‘El Nombre de la Rosa’, tras requerirle éste el segundo libro de poética de Aristóteles, referido a la comedia, y serle negado por el primero, que consideraba la risa “un viento diabólico”.
 
No dejaba de ser un perfecto retrato de la obsesión de la parte más retrógrada de aquella oscura Iglesia del medievo por eliminar la comedia y la risa. Esa dogmática iglesia de los tiempos oscuros sigue vigente, cambiando fachadas y protagonistas. Está encarnada hoy por insoportable progresía imperante que cuenta con sus propios santos, sus oraciones y letanías, también con dogmas intocables y hasta su infierno particular. Nada escapa de la inquisición de lo políticamente correcto. Tampoco los toros, y mucho menos esa risa que espantaría los diablos que escupen a diario. No, la inquisición –la catacumba de ayer, la progresía de hoy- nunca supo reírse. Jamás. Tampoco ahora. El puritanismo nunca bromeó. Sólo metía fuego a los disidentes.
 
De los espectáculos cómicos
 
¿Por qué contamos esto? Las sucesivas intentonas de torpedear los espectáculos cómico taurinos –por el indudable y clásico protagonismo de sus enanos toreros- sigue prestando jugosos argumentos para escribir, divagar y reflexionar sobre la deriva de esa sociedad que anhelan ciertas izquierdas que se autodenominan progresistas. Se trata de un mundo en el que no tiene cabida el libre pensamiento, la cultura del esfuerzo, la valía personal, los ancestrales valores del agro... y ni siquiera el sentido del humor. ¿No se han dado cuenta? En la particular Arcadia de estas nuevas izquierdas, los acondroplásicos pueden merecer la altanera compasión de los nuevos inquisidores pero no pueden decidir por sí mismos a lo que se quieren dedicar. En este caso se trata del toreo cómico, una actividad centenaria –que tampoco puede ocultar su propia decadencia- que es plenamente legal, se encuentra absolutamente reglamentada y no debería atentar contra ninguna sensibilidad.
 
La progresía les tolera su participación en el deporte paralímpico –ahora se están celebrando los juegos de Tokio, precisamente-, en el cine o en aquellas actividades tuteladas y dirigidas por ciertos santones que buscan su supuesta integración en el mundo para colgar medallas a los presuntos redentores. Pero no; no pueden dedicarse libre y profesionalmente a hacer reír a través del toreo sin el plácet de los nuevos fariseos. ¿Hacer reír? ¿Cómo es posible? Tienen que preguntar antes a la ministra o a la consejera. Hay que volver a Fray Guillermo de Baskerville en su duelo dialéctico con el inquisitorial fraile benedictino Jorge de Burgos, trasunto medieval de los actuales ayatolás de lo políticamente correcto. Prefirió que los libros ardieran, inmolándose con ellos, antes de transmitir ciertos conocimientos. San Juan dijo que la verdad nos hace libres... Y perdón por la parrafada...
 
Skye: la cuota femenina
 
Una cosa nos lleva a la otra sin salir de los mundos de Yupi de esta insoportable tropa. Teresa Rodríguez, señora de Kichi y parlamentaria en las Cinco Llagas, se ha unido al coro denunciando que la presencia de la adorable perrita Skye en la serie de dibujos animados ‘La patrulla canina’ está lejísimos de la legítima cuota femenina que dictan los mandamientos de la progresía. ¡Anatema! La luz por las nubes, el covid campando a sus anchas, Afganistán chorreando sangre y España en manos de lo mejor de cada casa... pero el problema es esa perrita que la jefa de Adelante Andalucía quiso encuadrar –literalmente- en el “principio Pitufina’. Por cierto, cobra de usted y de mí.
 
En ese mundo de perritas bomberas y pitufinas no se puede hablar de toros. Tampoco de esfuerzo, honor o competitividad. Son valores intransferibles de una fiesta que encarna todo lo contrario que predican los nuevos santones. Pues con esos bueyes hay que arar en esta España nuestra que derrama lágrimas de cocodrilo por sus mascotas, alienta el aborto adolescente y consagra una solución final llamada eutanasia. Es todo tan desesperante, tan desesperanzador, tan insoportable... ¿Cuánto queda para aguantar a toda esta gente? La semana que viene, ya si eso, les hablaremos de toros...

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