El Juli disfrutando ante la comoda corrida de cierre de la temporada manizalita. Foto: EFE |
Los diestros españoles Enrique Ponce y Julián López, El
Juli" salieron este sábado a hombros de la Monumental de Manizales, luego
de cortar tres y cuatro orejas, respectivamente, en el cierre de la 64 feria
taurina de esta ciudad colombiana. El encierro de Ernesto Gutiérrez Arango
respondió a las expectativas de una plaza llena.
Con los sellos personales de cada uno y la técnica como
bandera, Enrique Ponce y "El Juli" regalaron una tarde de ensueño a
una plaza llena en la tarde del adiós de la 64 Feria de Manizales, ante un
encierro del hierro local de Ernesto Gutiérrez Arango, noble y sin mayores
dificultades.
Enrique Ponce pisó en firme desde el partidor. Para despejar
dudas sobre su condición física. Y para decir presente en la lucha por el
poder. Tuvo un toro que se movió sin molestar mucho, aparte de los instantes en
que punteó los engaños. De resto, todo brilló al sol del temple y de la
continuidad, con la que sus muletazos edificaron series macizas. Oreja tras
espada desprendida.
La respuesta de "El Juli" vino enseguida con una
versión de lo que es su tauromaquia, solo que a velocidades (o mejor,
lentitudes) con las que recreó a una plaza llena, hipnotizada por el juego de
manos y cintura. Oreja y palmas al ejemplar.
Pero sería una igualdad efímera, al menos en gusto y sabor,
porque Ponce no estaba para desperdiciar oportunidad y la del tercero de la
tarde, a pesar de no pintar muy clara en las primeras suertes por parte del
toro, resultó ser una lección. La lidia fue a más hasta hacerse el torero a las
embestidas y sacar lo que el de Gutiérrez pareció tener bien oculto. La espada
no hizo pronto efecto y un justo trofeo se perdió en el camino, pese a la
petición mayoritaria.
En el cuarto de la corrida, "El Juli" volvió a
expresarse a través de un planteamiento en el que la suavidad y temple
sirvieron para hacerse al poder ante un toro escaso de raza. Oreja y petición
de otra.
Aún así, Enrique Ponce no estaba para irse a pie del ruedo.
Con maestría, logró ponerse al mando de ese quinto que, desde arriba, no se
veía muy claro. Y así, con la técnica vestida de gala, elaboró una faena en la
que los muletazos fueron creciendo en dimensión y sentimiento. El toro fue a
más, pero no dudó en echarle mano al final. Ponce se levantó y ejecutó la estocada.
Dos orejas brotaron del palco y los ecos del pasodoble local dejaron constancia
de la plana hecha con lápiz fino.
El sexto iba a media altura. Como si nada, "El
Juli" se puso en los medios y lo hizo embestir como si los defectos no
existieran. Otra vez el pasodoble de la feria atronó el ambiente mientras la
sombra del madrileño crecía a la par que llegaba la noche. Dos orejas y vuelta
al ruedo al toro. / EFE
FICHA DE LA CORRIDA
Toros de Ernesto Gutiérrez
Arango, justos de presentación. Nobles, sin excepción. El sexto fue
premiado con la vuelta al ruedo.
Enrique Ponce, canela y azabache. Espada desprendida,
oreja. Entera y golpe de descabello. Petición y vuelta, tras aviso. Espadazo y
dos orejas tras aviso.
El Juli, azabache y blanco. Pinchazo, entera y
oreja. Espadazo y oreja. Pinchazo y entera. Pinchazo y espadazo, dos orejas.
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