Bilbao
es la torre que no debe cederse jamás, el equilibrio, el guardián del norte, el
baluarte que mide fuerzas y concede créditos. Todo lo que sucede en su entorno
influye e interesa o interesa por lo que pueda influir. Por todo ello su fortalecimiento
merecería un pacto de estado taurino. Para grescas ya están los políticos.
JOSÉ LUIS BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
La
noticia de la semana fue la prórroga del modo de gestión del gran Bilbao y
Bilbao es mucho Bilbao. Forzosamente impactó. Su público, su clima, su cultura,
los aficionados que peregrinan desde otras tierras, muchos, no sabría decir en
qué proporción con los locales pero muchos, su posición en el calendario justo
cuando la temporada empieza a pesar a las figuras… el toro impecable, o a eso
se aspira, y también, cómo no, el modo de gestionarla, con profesionales pero
de la mano, una cuestión de equilibrio que sería una pena que se perdiese.
Miren alrededor si no. Miren a Francia. Todo ello le confiere personalidad
propia y rango. En realidad Bilbao es la referencia de un modo de ver la
Fiesta. Un modelo. Ya saben, Madrid aparte, se es como Sevilla o se es como
Bilbao o, mejor dicho, se puede uno acercar a Sevilla o parecer a Bilbao, hasta
ahí. Parafraseando a Duyos, diría que en el ajedrez taurino, Bilbao es la torre
que no debe cederse jamás, el equilibrio, el guardián del norte, el baluarte
que mide fuerzas y concede créditos de tal manera que uno, si es capaz, puede
llegar al Ercilla con el cartel temblando y salir horas después sacando pecho y
con la temporada a salvo. Y si es aficionado lo mismo, llegas triste y
nostálgico, te encuentras con Ponce, con Juli, con Urdiales, con tal y con tal
otro… con este toro o con aquel y te vuelves ilusionado. Todos los años,
incluidos los menos buenos, pasa algo para seguir creyendo. Así que todo lo que
sucede en su entorno influye e interesa o interesa por lo que pueda influir en
el planeta toro. Por todo eso y más, algún sueño aplazado por ejemplo, se ha
levantado la polvareda que se ha levantado con la noticia. Y por todo ello su
fortalecimiento merecería un pacto de estado taurino. Más que bronca, concordia
y confianza. Para grescas ya están los políticos.