Un Manifiesto por la libertad, en favor de
la tolerancia y por el respeto a las minorías se leyó en Bogotá.
GUILLERMO RODRÍGUEZ
Tendido 7 – Cadena Caracol
La diserta pluma de Don Antonio Caballero esculpió un impecable, rotundo, emocionante "Manifiesto
para hombres libres" que reivindica no solo el derecho de asistir
como espectadores a las corridas de toros. Se trata también de defender el
derecho a elegir el propio oficio. En este caso, la profesión de torero, como
lo desean estos jóvenes novilleros que llevan meses acampando frente a las
puertas cerradas de la plaza de toros, como refugiados de una guerra.
Ese bello
escrito de una lucidez en la forma y en la estructura se leyó esta histórica
tarde en la explanada de la plaza De Santamaría con la presencia de toreros de
los países donde se cumple el ritual taurino y centenares de aficionados que se
niegan a ser tratados como parias en su propio país.
En esa
expresión por la tolerancia, el maestro Caballero
expresa: Estamos aquí, en suma, para
exigir la libertad. La libertad de expresión. La libertad de elección. La
libertad del placer. Contenidas todas en el eterno sueño libertario que es la
prohibición de prohibir.
MANIFIESTO
LIBERTARIO
Para
nosotros, los aficionados a los toros, el toreo es una manifestación de alta
cultura. No porque lo hayan cantado los poetas o pintado los pintores, ni
porque Francia, burocráticamente, lo haya declarado patrimonio cultural
intangible de su tierra. Sino porque es una actividad que se expresa de muchos
modos y es a la vez muchas cosas: una fiesta, un rito, un espectáculo, un
combate, un sacrificio, un juego. Y un arte.
Las artes
se definen por sí mismas, sin necesidad de demostración teórica: son como el
movimiento, que se demuestra andando. Y en consecuencia se defienden también
por sí mismas. Pero el arte del toreo, como todas las artes, tiene un enemigo,
que es el poder. El de la Iglesia lo ha perseguido durante siglos, el de las
autoridades civiles ha querido prohibirlo en muchas épocas y lugares, tanto
cuando son despóticas – dictaduras o monarquías de derecho divino –como cuando
se pretenden democráticas en virtud del derecho de las mayorías a gobernar.
Olvidando el otro elemento esencial de la democracia, que es el respeto por las
minorías.
Es esta
última modalidad de acoso la que nos tiene reunidos hoy aquí, ante esta plaza
de toros de Santamaría arbitrariamente clausurada por el capricho de un
alcalde, que lo justifica en nombre de la estrecha aritmética que le dio el
triunfo electoral.
Los
aficionados a los toros somos una minoría, y sabemos que nuestros gustos no son
universalmente compartidos. Por eso no aspiramos a imponerlos sobre los de
otras minorías haciéndolos obligatorios, ni queremos tampoco prohibir los
suyos, que pueden ser tan variados como la ópera o las carreras de motocicletas
o la práctica del espiritismo, las procesiones religiosas o las maratones de
marcha a pie. Sólo pretendemos que, recíprocamente, no nos impongan los suyos
ni nos supriman los nuestros. No
queremos ni mandar ni prohibir. Pero nos resistimos a que nos prohíban y nos
manden.
No se trata únicamente de reclamar el derecho
a asistir como espectadores a las corridas de toros. Se trata también de
defender el derecho a elegir el propio oficio. En este caso, la profesión de
torero, como lo desean estos jóvenes novilleros que llevan meses acampando
frente a las puertas cerradas de la plaza de toros, como refugiados de una
guerra.
O como lo
hicieron estas figuras del toreo venidas de España, México y Francia, y por
supuesto también de Colombia, para acompañarlos en persona en una manifestación
de solidaridad con ellos y de coherencia con sus propias vidas. Estamos aquí,
en suma, para exigir la libertad. La
libertad de expresión. La libertad de elección. La libertad del placer.
Contenidas todas en el eterno sueño libertario que es la prohibición de
prohibir.
Quien
quiera suscribir este Manifiesto, bienvenido sea. Ya lo haga por su afición a
los toros, o por su interés en el arte, o por su tolerancia hacia los gustos
ajenos, o por su respeto por los derechos de las minorías, o por su amor a la
libertad. Este es un Manifiesto para
hombres libres.
ANTONIO CABALLERO
Bogotá, 12 de noviembre de 2014
Bogotá, 12 de noviembre de 2014
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