"...Ni los argumentos, ni la huelga, ni la Ley
(916 de 2004), ni el fallo conminatorio
de la Corte Constitucional que le ordena la devolución de la plaza, han hecho mella en esa soberbia ciega y sorda
de alcalde-rey, de voluntarista obseso,
de adicto a las ideas a la fuerza, de artista de la puta gana..."
JORGE ARTURO DÍAZ REYES

Las
admoniciones filosóficas, éticas, estéticas, ecológicas, económicas. Las invocaciones de libertad, derecho, justicia,
democracia, legalidad. Los reclamos de
respeto a la tradición, la cultura, la diversidad, las minorías, el
disenso… entonadas por los oradores rebotaron
contra las puertas prohibidas como han
rebotado antes, una y otra vez, contra su omnímoda e inapelable
arrogancia de inquisidor.
¿Podrá
este clamor transatlántico de hoy, como el de los judíos ante las murallas de Jericó, derribar el muro pétreo? Quisiera
creerlo pero no puedo. Porque para su
moralismo dogmático, son herejías, perversiones, pecados mortales de lesa animalidad que no tienen perdón, que no
admiten discusión.
Ni
los argumentos, ni la huelga, ni la Ley (916 de 2004), ni el fallo conminatorio de la Corte Constitucional que le ordena la
devolución de la plaza, han hecho mella
en esa soberbia ciega y sorda de alcalde-rey, de voluntarista obseso, de adicto a las ideas a la fuerza, de artista de
la puta gana.
Gustavo
Petro aplica ahora el terrorismo de despacho contra la Fiesta de los toros y alguna cosas más...
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