Toros
bien presentados y de gran juego, los corridos en festejo pasado por lluvia, donde
la terna de espadas, aprovechó a plenitud las nobles y bravas embestidas de los
pupilos caroreños. *** Encandiló la brillante actuación del espigado espada
Francisco de Manuel, así como la entrega y valor de López Simón, mientras que
Colombo repetiría repertorio para igualmente acompañar a los mencionados
coletas en la triunfal salida en hombros.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos:
Federico Montes
MÉRIDA
(Especial).- La lluvia condicionó el desarrollo del festejo. Pero cuando
hay bravura, casta y nobleza en el ruedo de parte de los toros, no se pierde
nunca el interés y la emoción. Eso fue lo sucedido en la tercera y última
corrida de la edición ferial de este año, un gran encierro el enviado por la
divisa de Los Aránguez, a la que se le ha cortado ocho orejas, todas más que
justificadas, ante el diluvio que se vino aparecer durante la lidia del segundo
toro de la función. Además de ello han contado con tres “jabatos” como han sido los espadas actuantes, todos sin desaprovechar
un ápice las cualidades de una corrida de un gran nivel que aún nos frotamos los
ojos. Una clara demostración que con mística y mucha afición se puede lograr el
milagro de ver una corrida venezolana en toda la regla aun por estos ruedos tan
golpeados de moral los últimos años.
Todo un recital de entrega de parte de todos los
toreros actuantes, incluyendo las cuadrillas, quienes no perderían compostura
ante las cada vez más difíciles condiciones en las que se encontraba un ruedo
que soportó la tromba de agua hasta donde pudo. Pero era un clamor ver toros y
toreros desplegar técnica y mucho coraje, sacando partido al manantial de bravura
desplegado por los pupilos de la familia Riera. Apoteósico el marco sin duda
alguna.
Alberto López Simón se estrenaba en este plaza con
el toro de menos condiciones del envío, ese que posterior al embarullado
picotazo que se le recetó en varas, tornaría a quedarse corto y remolón en su
embestida. Supo el espada madrileño esperarle en series en especial por el
derecho de mucho temple y mimo, para no atosigar y aburrir los viajes del
burel. Firme y decidido en los medios de la plaza se inventó una labor que tuvo
su eco en el tendido, para tras el espadazo ligeramente contrario en buen sitio
se le premiara con una oreja.
Lo cumbre vino con la lluvia en pleno desarrollo
con su segundo, un precioso dije, el cual desde el capote demostraría una
franca condición para embestir a las telas que un templado López Simón, quien
se le vio a gusto. Firme pelea en el caballo de «Predilecto» N° 61, cárdeno claro, enmorrillado, muy en lo de Buendia, para en la muleta prodigarse el
espada madrileño en una actuación compacta, estructurada, de principio a fin. Primero
por la derecha, rematándole por detrás de la cintura, para luego por naturales
de cuatro o cinco por serie, expresar lo mejor de su parco repertorio. La petición
del indulto no se hizo esperar, por lo que tras dos intentos del perdón
presidencial, se fue tras la espada, dejando un milimétrico volapié, una pizca
contrario, fulminante, para desatar la concesión de las dos orejas y la vuelta
merecida al toro en el arrastre.
Por su parte Jesús Enrique Colombo contaría con el
lote más franco de la jornada, su primero el cual le luciría en lidia completa
de capa y banderillas como acostumbra, para en la muleta prodigarse en series
templadas y largas a primeras, para después venir con el toreo bullanguero y a
la galería. Ese cambio de “chip” en
cierta manera desconcierta a muchos quienes sabemos de sus condiciones en su versión
más ortodoxa, pero le resulta efectivo a la solanera la segunda, razón por que
con su contundencia con el acero sea salvoconducto para el corte de una oreja,
misma ración de toreo que expuso frente al quinto de la corrida, ante un
barrizal con la que se encontraba la arena emeritense tras poco más de una hora
de intensa y persistente lluvia. La larga cambiada en el tercio, la arriesgada ejecución
de las banderillas, así como la variada y trabajada labor muleteril ofrecida a
los presentes, dio pie a que nuevamente tras el medio espadazo en buen sitio,
se le concediera otra oreja que completaba su balance final en la feria, en
total cinco en ambas actuaciones.
Pero el toreo del bueno, de cante grande fue el
que dejaría como pinceladas de arte barroco el espigado debutante Francisco de
Manuel, actuación preñada de torería por la suavidad e inspirado trazo de los
muletazos. Ha sido esta labor, la revelación de la feria, ante los ojos de
muchos de los aficionados buenos que se dieron cita en una feria donde se había
toreado de modo ordinario, sin ese toque de inspiración que dejo en evidencia
un torero que sabe torear, que sabe entender al toro de este encaste, y sobre
todo, expresar el toreo para paladares finos. Todo esto lo haría este joven
espada, frente a un animal de gran tranco en su embestida, sobre todo por la
mano izquierda, lado por donde se le vieron los muletazos de mayor plasticidad,
esos que dejaron a todos los que estábamos bajo la lluvia torrencial siendo
testigos de una de las faenas cumbres de la temporada. El espadazo en todo lo
alto fue elemento indiscutible para concesión de las dos orejas.
Con el que cerró plaza, ya la noche presente, de
nuevo De Manuel dejaría momentos de nuevo con ese sello propio que ha
encandilado a la afición merideña. El toro que había saltado el callejón y había
propiciado momentos de peligro en las puertas de enfermería y de cuadrillas, luego
en la muleta tendría el elemento de la intermitencia en las embestidas, llevando
la cara a media altura, factor que entendió y solventó el torero madrileño con
el arte y poso que atesora en sus formas y maneras. El espadazo ligeramente
contrario en buen sitio fue suficiente para que doblara el toro, se le premiara
con una oreja, y de esta forma se cerrara una corrida que habia dejado a todos
los presentes satisfechos, a pesar de la pasada por agua que tuvimos que pagar
como tributo a lo que fue un gran cierre de feria.
FICHA DEL
FESTEJO
Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo
Sandia”.
Lunes 28 de febrero de 2022.
III corrida de la LI Feria del Sol.
Con poco más de media plaza (aproximadamente
6 mil personas) en tarde fría, con lluvia torrencial a partir de la lidia del
segundo astado, se han lidiado reses de la ganadería caroreña de LOS ARÁNGUEZ (Jesús Riera), en conjunto
bien presentados, con edad, bravos en el caballo, empujando, además de nobleza
y recorrido en distinto grado en los engaños. Una lástima que es el estado del
ruedo no les haya dejado lucir más, destacando el corrido en 4º lugar,
«Predilecto» N° 61 de 433 kilos, premiado con la vuelta al ruedo.
Pesos: 449, 444, 435, 433, 482 y 440 kilos
ALBERTO
LÓPEZ SIMÓN (Caña y oro con
remates en blanco): Oreja y dos orejas.
JESÚS
ENRIQUE COLOMBO (Purísima y oro
con remates blancos): Oreja en ambos.
FRANCISCO
DE MANUEL (Sangre de toro y oro
con remates blancos): Dos orejas y oreja.
INCIDENCIAS: Antes de comenzar el festejo se hizo
reconocimiento por parte de la directiva de la Asociación de Cronistas Taurinos
de Venezuela (ACOTAVE) a las dilatadas trayectorias del maestro del periodismo
taurino Víctor José López “El Vito” y el fotógrafo taurino Golfredo Rojas. ***
Lluvia una hora previo al festejo y posteriormente a partir del segundo hasta la
mitad de lidia del último astado. *** Destacaron en la brega Gerson Guerrero,
Ramón Contreras y Francisco “Chico” Paredes y en banderillas nuevamente Abraham
Graterol. *** El último toro de la tarde saltaría al callejón propiciando la
fractura de tibia izquierda al fotógrafo Ramón Pico, quien se encontraba
laborando en dicho área de la plaza.
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