Marco incomparable el que luce la Plaza de Toros de Mérida, la que han devuelto su “sonrisa” y coquetería que nunca debió perder. Foto: Federico Montes |
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
MÉRIDA (Especial).-
Se apertura la edición 2022 del denominado “Carnaval Taurino de América”, la gran cita taurina del occidente venezolano,
que este año ha tomado un rumbo totalmente distinto al que venía albergando en
los últimos años. Nuevo rumbo en el momento tal vez difícil en toda su colorida
historia, esa que se llena con nombres de toreros y ganaderías en letras
doradas.
Han vuelto a tomar el testigo para su recuperación
la alianza estratégica conformada por los reconocidos empresarios Hermanos Rodríguez
Jáuregui, a la par con los hermanos Manfredi López, quienes han unido esfuerzos
en rescatar de las “fauces” del
naufragio la que fue considerada la joya de la ferias taurinas en Venezuela,
por calidad, por variedad de carteles y por éxitos (a pesar de la enfermiza ración
de triunfalismo con la que se quiso justificar varios años) además en especial
el marco que la justifica, cita donde se daban lugar aficionados de todos los ámbitos
del país e incluso de fuera de nuestras fronteras.
Esta tarde se abre con un cartel que tiene su
miga, muy por encima de que en un principio se tenía bajo otro contexto la
presencia de un lesionado Manuel Escribano, que no dio tiempo a su recuperación
para estar presente en la cita emeritense. Lo suple un Leonardo Benítez que es para
muchos toda una incógnita luego de varios años alejado de los ruedos. El año
pasado, exactamente en abril, volvería a vestirse de luces, y para ser sinceros
este servidor quien vio el video de su actuación ante un bravo toro de la legendaria
ganadería tlaxcalteca de Piedras Negras, anduvo muy resolutivo, puesto y en
especial con la garra que siempre le ha caracterizado. A pesar de los años, se
mantiene en forma atléticamente, sin perder esa chispa de emoción y variedad en
su toreo, que se complementa con el paso de los años, con la veteranía que es
un escalón más que distingue a un torero del corte de Benítez. De seguro estoy
que a medio que le embista uno de los toros, no perderá ocasión en hacerle
fiesta y cortarle las orejas.
El atractivo mayor de la combinación de esta tarde
es “El Fandi”, un torero que tiene
predicamento en esta plaza, esa donde ha conquistado numerosos y sonados triunfos
a lo largo de los varios años que se ha presentado, alcanzando cotas de ídolo
para ese público de los tendidos. Comienza la que se será su temporada 22 como
matador de toros, con más de 1800 corridas a lo largo de estos años, y con la
solvencia de un espada que ha hecho historia por la forma y regularidad con la
que se ha mantenido a lo largo de estos años, años donde ha liderado escalafón español
varias ocasiones y sin duda ha sido protagonista en solitario de un tercio como
el de banderillas donde se ha caracterizado por ser uno de los mejores en toda
la historia.
Y cierra cartel el regreso de un joven a quien
esta ocasión Mérida se le ha convertido en la plaza donde nos va a demostrar
que aun esta para las grandes cosas que se le ha cantado estos últimos tres
años. Me refiero al joven tachirense Jesús Enrique Colombo, torero que el año
pasado en España se afianzó como una promesa que no tuvo la suerte ni el
consentimiento premeditado de la afición madrileña en su tarde más importante
de las cumplidas en una temporada atípica para todo el escalafón mayor. De igual
manera en San Cristóbal, recientemente, no dejó ese halo de convencimiento para
muchos, tal vez por la presión o qué sé yo razones que pasaron por su cabeza en
ese mano a mano con Emilio de Justo. Pero en esta ocasión, con público y cartel
a favor, tiene todas las cartas para terminar de convencer a propios y
extraños, y qué mejor que en una combinación que puede despertar una rivalidad
con un veterano de mil batallas como Benítez y un consumado maestro y alter ego como es Fandi.
Y el elemento más importante y que puede definir
la balanza, los toros a lidiar. Recae la responsabilidad en la ganadería trujillana
de San Antonio, propiedad del joven ganadero Edgar Varela, quien sabe lo que es
triunfar en Mérida de forma apoteósica como lo fue en su estreno. Vaya tarde
que luego no ha repetido ni en sombra, a pesar de siempre contar con toreros quienes
le han lidiado con todas las condiciones para lucirles. Se han venido a menos o
ese factor llamado casta y raza ha faltado, tanto en Tovar como en San Cristóbal,
escenarios donde ha lidiado estos últimos años. Esperemos que esto no se
repita, entendiendo también el hecho de la difícil situación que se ha visto el
toreo en el país en el último par de año, donde literalmente no se ha lidiado
gran cosa y en especial, las pocas ganaderías de bravo que quedan en el país han
tenido que sortear un momento muy difícil, de ver que han pasado años donde
poco o nada se ha pasado por la puerta de toriles. Más compromiso entonces al ganadero
de turno por presentar toros con edad, peso y trapío sobre todo, por la categoría
de la plaza, por la necesidad del aficionado y esfuerzo de este por ir en estos
momentos a ver toros, y muy especial, por la calidad de espectáculo que
necesitamos de nuevo se pueda ofrecer.
En fin, todo preparado, a la suerte que el
elemento principal en esto que es el toro, nos permita disfrutar de las ansias
y deseos de triunfo de los toreros actuante. ¡¡¡Que Dios reparta suerte!!!
POSTADA
PARA LOS ÍNTIMOS.- Volvemos a
nuestra plaza como es la Mérida luego de dos largos y eternos años sin fiesta
brava en ella. Y lo hacemos igualmente después de 14 años sin pisar su callejón,
aun cuando para ello no hubo necesidad, pues mantuve incólume mi juicio y
criterio de los acontecimientos que a lo largo de todos estos años sucedieron
en el ruedo, y que a final de cuenta me dieron la razón. La fiesta brava emeritense
venía en picada, y todo lo que se había dicho, tanto por estas líneas como por el
recordado diario impreso Frontera, no
fue tomado en cuenta. Los resultados saltaron a la vista cuando ya era evidente
que el daño que se le había hecho a la feria era inevitable. Y por ello el que
de nuevo este año se busque el rescate de esta cita, en cuanto a su categoría,
importancia y sobre todo trascendencia de cara al taurino, que es quien paga
por ver un espectáculo integro o por lo menos los más parecido a ello.
Me encuentro después de muchos años de no pasar
por su patio de cuadrillas y tendidos generales, una plaza recuperada en poco
más de dos meses y mantenida a pesar de las vicisitudes que estos últimos años “locos” pasaron por este escenario al
que se le debe de guardar respeto desde todo ámbito taurino posible. Es el máximo
escenario taurino de la ciudad con más de 54 años de historia, grabada a sangre
y fuego de muchos, quienes han pasado y dejado su granito de arena. Aun cuando
nunca se le haya reconocido.
Por lo demás, esperemos que se abra una nueva era
en el toreo emeritense, que se devuelva la grandeza y caché a un coso como
este, la “Román Eduardo Sandia”, el
cual aún conserva ese halo y aroma de epicentro de grandes emociones, las
mismas que a partir de esta tarde tendrán lugar. Y para ello, seremos testigos de
excepción…
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