domingo, 11 de abril de 2021

Un panorama oscuro para el ganado bravo en Colombia por la pandemia más agresiva del último siglo

Loor a los ganaderos colombianos
«Resistiremos hasta la última gota»: Miguel Gutiérrez
 
GUILLERMO RODRÍGUEZ
www.tendido7.co
 
La dramática situación del toro bravo obliga a medidas urgentes en medio de la parálisis d la fiesta (sin corridas, las que se dan con aforos limitados mientras los toros reclaman el alimento diario que cada vez cuesta más y no hay respaldo financiero para sostener una legítima actividad como es la crianza del toro bravo.
 
El hato de bravo de Colombia es el siguiente: 4 mil vientres, o sea 14 mil cabezas en 70 ganaderías. En el momento más brillante del campo bravo había 116 fincas dedicadas a levantar el toro bravo.
 
En este momento en que el gobierno planea una reforma tributaria bien valdría la pena que el ministro de hacienda se acordara de los ganaderos y planteará alivios (pagan demasiados tributos sin recibir un solo beneficio) que le den oxígeno a los criadores ya asfixiados llevando toros, novillos, vacas y erales al matadero.
 
Mauricio González, es optimista y cree que en dos años la situación de la pandemia ceda y permita reabrir las plazas y se den nuevamente las corridas. El toro de cuatro años para que salga a una plaza cuesta entre 5 y 6 millones de pesos. Una camada de 30 toros, unos 180 millones.
 
Mauricio sostiene que el toro que se cría en el Valle de Cocorá en el Quindío es un defensor del medio ambiente y convive pacíficamente con otras especies. El Cóndor de los Andes se mantiene en los predios de «Salento» la finca ganadera precisamente porque hay un hábitat que lo permite.
 
Me cuenta Mauricio que la familia se ha defendido vendiendo ejemplares para ser toreados en la plaza de tientas de la ganadería a los aficionados prácticos sin que, claro, esos dineros resuelvan el problema de fondo «pero da para cubrir algunos costos», anota el joven criador vallecaucano.
 
Miguel Gutiérrez, hijo y padre de ganaderos, veterinario, ve la situación oscura por el curso de la pandemia que ha paralizado a las ciudades y pueblos , Nos ha perjudicado a los ganaderos como a otros muchos sectores, me anota don Miguel que aprendió de su padre, el Dr. Ernesto los secretos del manejo del ganado.
 
Nadie puede decirnos con precisión, ni epidemiólogos, ni gobierno, ni especialistas de última hora cuándo cesará este calvario
 
«Todos los ganaderos hemos tenido que enviar lamentablemente y con enorme pesar ejemplares al sacrificio». Dar una cifra no tiene sentido pero le digo sin pena cada vez que tengo que hacerlo derramamos más de una lagrima porque es perder un valor y un trabajo genético incalculable», precisa a tendido7 el ganadero caldense.
 
El proceso de criar el toro, alimentarlo, herrarlo, desparasitarlo, cuidarlo, es complejo a lo que se suma la valoración que cada ganadero hace de esa alquimia de la vaca TAL con el semental CUAL y si no resulta esperar otros 5 a 10 años pues como tantas veces se ha dicho, en el campo bravo 2 + 2 no son cuatro.
 
Porque una fiesta arraigada, legalmente autorizada para existir más allá del incordio de la industria animalista y sus pregoneros perviva, confiemos en que el virus cederá más pronto que tarde y volvamos a reunirnos en una plaza de toros con toda normalidad. Y que ese ser totémico que es el toro siga a placer en las dehesas.
 
No crean que un ganadero «se llena los bolsillos». Todos lo hacen por el amor a la fiesta, no es rentable con los costos que conlleva «armar» un encierro para una plaza. Hay cosas que quizás no entiendan todos, y es que existen ocupaciones espirituales que van más allá del dinero, la fama o la gloria, tan esquiva y precaria. Criar un toro bravo es un ejercicio de paciencia y humildad. 

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