Loor a los ganaderos colombianos
«Resistiremos hasta la última gota»: Miguel
Gutiérrez
GUILLERMO
RODRÍGUEZ
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La dramática situación del toro bravo obliga a
medidas urgentes en medio de la parálisis d la fiesta (sin corridas, las que se
dan con aforos limitados mientras los toros reclaman el alimento diario que
cada vez cuesta más y no hay respaldo financiero para sostener una legítima
actividad como es la crianza del toro bravo.
El hato de bravo de Colombia es el siguiente: 4
mil vientres, o sea 14 mil cabezas en 70 ganaderías. En el momento más
brillante del campo bravo había 116 fincas dedicadas a levantar el toro bravo.
En este momento en que el gobierno planea una
reforma tributaria bien valdría la pena que el ministro de hacienda se acordara
de los ganaderos y planteará alivios (pagan demasiados tributos sin recibir un
solo beneficio) que le den oxígeno a los criadores ya asfixiados llevando
toros, novillos, vacas y erales al matadero.
Mauricio González, es optimista y cree que en dos
años la situación de la pandemia ceda y permita reabrir las plazas y se den
nuevamente las corridas. El toro de cuatro años para que salga a una plaza
cuesta entre 5 y 6 millones de pesos. Una camada de 30 toros, unos 180
millones.
Mauricio sostiene que el toro que se cría en el
Valle de Cocorá en el Quindío es un defensor del medio ambiente y convive pacíficamente
con otras especies. El Cóndor de los Andes se mantiene en los predios de
«Salento» la finca ganadera precisamente porque hay un hábitat que lo permite.
Me cuenta Mauricio que la familia se ha defendido
vendiendo ejemplares para ser toreados en la plaza de tientas de la ganadería a
los aficionados prácticos sin que, claro, esos dineros resuelvan el problema de
fondo «pero da para cubrir algunos costos», anota el joven criador
vallecaucano.
Miguel Gutiérrez, hijo y padre de ganaderos,
veterinario, ve la situación oscura por el curso de la pandemia que ha
paralizado a las ciudades y pueblos , Nos ha perjudicado a los ganaderos como a
otros muchos sectores, me anota don Miguel que aprendió de su padre, el Dr.
Ernesto los secretos del manejo del ganado.
Nadie puede decirnos con precisión, ni
epidemiólogos, ni gobierno, ni especialistas de última hora cuándo cesará este
calvario
«Todos los ganaderos hemos tenido que enviar
lamentablemente y con enorme pesar ejemplares al sacrificio». Dar una cifra no
tiene sentido pero le digo sin pena cada vez que tengo que hacerlo derramamos más
de una lagrima porque es perder un valor y un trabajo genético incalculable»,
precisa a tendido7 el ganadero caldense.
El proceso de criar el toro, alimentarlo, herrarlo,
desparasitarlo, cuidarlo, es complejo a lo que se suma la valoración que cada
ganadero hace de esa alquimia de la vaca TAL con el semental CUAL y si no
resulta esperar otros 5 a 10 años pues como tantas veces se ha dicho, en el
campo bravo 2 + 2 no son cuatro.
Porque una fiesta arraigada, legalmente autorizada
para existir más allá del incordio de la industria animalista y sus pregoneros
perviva, confiemos en que el virus cederá más pronto que tarde y volvamos a
reunirnos en una plaza de toros con toda normalidad. Y que ese ser totémico que
es el toro siga a placer en las dehesas.
No crean que un ganadero «se llena los bolsillos».
Todos lo hacen por el amor a la fiesta, no es rentable con los costos que
conlleva «armar» un encierro para una plaza. Hay cosas que quizás no entiendan
todos, y es que existen ocupaciones espirituales que van más allá del dinero,
la fama o la gloria, tan esquiva y precaria. Criar un toro bravo es un
ejercicio de paciencia y humildad.
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