FERNANDO
FERNÁNDEZ ROMÁN
@FFernandezRoman
Esta espera, desespera, qué les voy a contar. Cada
noticia de primera plana que los informativos de televisión descuelgan de los
garfios de la escaleta, acelera el temblequeo de nuestras canillas. Tenemos más
contagios. Sube la incidencia. Se asoma la temida nueva “ola”, para decirnos
“¡hola!, ya estoy aquí, de nuevo”. A ustedes, seguramente, les ocurrirá lo
mismo: no ven salida a corto plazo, por mucho que nos doren la píldora con la
vacunación desde la propaganda que emana de Moncloa, como si quienes en ella
habitan fueran los artífices de haber fabricado esa panacea que nos viene a
quitar el sueño, antes que ahuyentar al virus. Como dijera de la morcilla el
poeta sevillano Baltazar del Alcázar decimos nosotros, los españoles, de la
vacuna: ¡Oh, gran señora, digna de veneración!
Mas no llega, la indina; o tarda en llegar, para desespero de quienes
esperan.
A todo esto, el pasado miercoles, en la plaza de
Las Ventas, Isabel Díaz Ayuso presidió un Acto Institucional con motivo de
descubrirse en las galerías de la planta baja un mural cerámico, obra del
artista Luis Gordillo, en homenaje al torero Víctor Barrio, víctima de una
mortal cogida en Teruel, va para cinco años. Había expectación por ver que
decía la Presidenta de la Comunidad y “casera” de la Plaza que lleva más de un
año a verlas venir. Una Plaza de tan
alta prosapia cerrada, sin actividad, ni
perspectivas inmediatas de tenerla, es como un museo sin cuadros que exponer.
Un monumento inocuo y estéril. Un parásito
urbano. ¿Qué dirá Ayuso acerca de este ciclópeo edificio que, en lo que a
lidiar toros en su ruedo se refiere, lleva trece meses en estado cataléptico?,
se preguntaban los presentes. ¿Adelantará alguna noticia esperanzadora? Nasti
de plasti. La señora Ayuso se limitó a hacer una encendida defensa del valor
cultural y ecológico que tiene el mundo del toro y, eso sí, a comunicar el
convenio firmado con la Fundación Toro de Lidia –creo haber entendido que
también la de José Tomás—para la celebración de dieciocho festejos en
municipios de la Comunidad de menos de ocho mil habitantes. Algo es algo. Ah, y
también reactivar las ayudas económicas a los ganaderos de bravo del área
territorial madrileña, que las están pasando canutas, como todos. Tres millones
de euros, es la cifra. No está nada mal. Ahora bien, de la apertura de Las
Ventas, nada.
Conclusión: vista la evolución bravucona de la
pandemia y la lentitud mansurrona del lenitivo eficaz que, se supone, habrá de
acabar con ella, no creo que haya toros en la llamada Primera Plaza del Mundo
hasta dentro de algunos meses. ¿Cuántos? Depende de la precitada “gran señora,
digna de veneración” --no Ayuso, la vacuna--. Entre vacunos (bravos) y vacunas
(mansas) anda la cosa, lo cual no deja de ser una pirueta semántica. De
momento, en Las Ventas, de toros, nada. Y en Vistalegre, muy probablemente –casi
seguro--, tampoco. Ninguno de los gobiernos que nos gobiernan va a dar una
licencia temeraria, no tanto por mirar por nuestra salud como por el contenido
de las urnas que están a la vuelta de la esquina.
Miras para abajo y la cosa también pinta chunga.
Se da por cierto que no habrá feria de Abril en Sevilla, ni de mayo en Jerez,
ni de San Pedro Regalado en Valladolid. Eso sí, carteles hay, y muy buenos, anunciados a bombo y platillo…
pero para más adelante. El mes de junio, es el más codiciado para refugiar a
los ciclos taurinos más emblemáticos, que habrán de hacerse un hueco entre los
tradicionales de San Pedro y San Juan.
Pronóstico temerario: En junio nos veremos las
caras, si todo va cuadrando. La gran represa se llama metro y medio. Si se
mantiene esta medida para alcanzar la llamada “distancia de seguridad” entre
mascarillas --como quiere el gobierno central--, no hay 50% que valga en ninguna plaza de toros del
mundo. No salen los números. En la Maestranza de Sevilla aparecerían para ver a
Morante con los de Miura mil y pico personas. Ridícula imagen para un escenario
emblemático y un acontecimiento taurino sin precedentes. Y una ruina para el
empresario. Total: es IMPOSIBLE que se den toros en Sevilla en estas
condiciones, por mucha buena voluntad, inversión económica a fondo perdido,
despliegue de publicidad ingeniosa, tests de antígenos, etc. que aporte Ramón
Valencia y la excelente disposición, para bien de la “causa”, de la propiedad
del inmueble, ganaderos y toreros. Lo mismo ocurre con las demás Plazas, si las
circunstancias son idénticas.
Habrá que ir haciéndose a la idea de que esto –lo
de ver toros de prestigio y figuras del toreo en los grandes escenarios del
país-- va para largo. Habremos de conformarnos con los gaches, que también son
de Dios. ¿Pesimismo? No, puro realismo.
En unos días --pocos—se lo cuento con más detalle.
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