Ganaderías a lidiar en la edición de este
año
Se repite
el trio de ganaderías que ya el año pasado hicieron presencia en el ruedo
tovareño, con el firme propósito de ofrecer materia prima de lucimiento.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
El toro es el principal protagonista en este rito,
y es él quien coloca el máximo interés y protagonismo para quienes se enfrenten
en la arena. Es así como para la edición de este año, de nuevo tres de las
cuatro divisas que se corrieron el pasado año estén de nuevo en los carteles,
lo que ante sí demuestra el voto de confianza que se les tiene, y en especial
del compromiso que atañe lidiar en una de las plazas de referencia del exiguo calendario
taurino venezolano.
Por ejemplo lidian los toros del hierro de la
familia Molina Colmenares, a nombre de Rancho Grande y El Prado, el cual vienen
a ser lo mismo, la gran apuesta que hizo en su momento don Hugo Domingo Molina,
para sembrar el toro de lidia en nuestros país, a mediados de la década de los ’70
en las montañas de La Porquera, cuando comenzaría su aventura ganadera con
vacas colombianas de Ernesto González Piedrahita, Rocha Hermanos y Jerónimo
Pimentel, que luego más tarde de su debut en 1977 en la Feria de Barquisimeto
se complementó con sangre Saltillo a través de sementales de San Mateo. A comienzos
de los ’80 apostaría don Hugo Domingo por probar sangre española a través de
vacas vía Graciliano Pérez Tabernero que a su vez ligaría nuevamente con sangre
de San Mateo, además de contar con una punta de sangre portuguesa de Palha, de
la que quedan goterones puntuales (los berrendos de esta ganadería son ese vestigio).
Pero el salto cualitativo de estas ganaderías vendría
tras los sementales españoles de Torrestrella que se indultarían en San Cristóbal
en 1982, eso marcaría el salto definitivo para que a partir de esa fecha
predominara el encaste Domecq en estas divisas, las que ha venido refrescando
con vaquillas de Juan Pedro Domecq que traerían los dueños del obitado proyecto
que fue Somosagua, haciendo de esta divisa una de las referencias en cuanto a triunfos
se refiere en nuestros ruedos, desde hace 30 años hasta la fecha.
Tras el fallecimiento de don Hugo Domingo Molina,
la ganadería ha quedado bajo la responsabilidad de Hugo Alberto y Hugo José “El
Morocho” Molina, quienes a pesar de los embates que supone la partida del gran
patriarca de esta familia, impone el reto de mantener el legado de bravura e
inteligencia innata de quien es y ha sido uno de los personajes más importantes
de la fiesta brava en el último medio siglo.
La otra divisa que vive un gran momento, y es
actualmente la apuesta segura de éxito, es Campolargo, ganadería enclavada en potreros
yaracuyanos de Cocorote, el cual fue fundada con vacas de Guayabita por don
Juan Campolargo en 1978 debutando en la misma ciudad de San Felipe en 1983. Precisamente
luego de servidos a don Hugo los sementales indultados de la FISS del ’82, esos
mismos fueron a parar a manos de Campolargo, lo que comenzaría el banco de
pruebas de sangres que este hierro a experimentado incluyendo sangre portuguesa
de Palha y posteriormente vacas de Juan Pedro Domecq, también vía Somosagua, hasta
que a comienzos de la década pasada llega sangre Domecq por intermedio de un
toro que ha hecho historia en esta vacada como es el recordado «Carmelo» N° 29,
castaño, del hierro colombiano de Paispamba indultado por Manuel escribano en
Tovar precisamente, el cual le ha servido a media ganadería y aun salen nietos
y tataranietos de este, de gran bravura y trapío definido.
Diversos han sido los virajes de este hierro que
Campolargo junto a su mayoral de confianza, Gilberto Álvarez, llevaron hasta
que don Juan falleció a comienzos de diciembre del 2020, recayendo la responsabilidad
a su hija Carmen Rosa llevar y mantener el legado y trabajo que hubiese
disfrutado al máximo su padre, hombre parco, trabajador y muy celoso de lo que
con tanto esfuerzo logró.
Y los éxitos están a la vista desde hace un lustro
a la fecha, con premios y toros destacados donde se presenten, marcando un nivel
que pocas divisas de bravo tienen en este momento de regularidad de triunfo,
como lo marca el hecho de sus trofeos en ferias como la misma Tovar, San Cristóbal,
Mérida, San Felipe…
La ultima y no menos importante ganadería ver
estos días por Tovar será la de San Antonio, hierro que se fundaría con la afición
desbordante por el otrora novillero Edgar Varela a comienzos de la década pasada,
iniciando con una punta de ganado de procedencia Santa Coloma que aún guarda en
los potreros costeros de Yaracal y los montañosos de Carache.
Pero serian vacas y sementales de Rancho Grande y
El Prado los que le dieron a Varela el camino para estrenarse por todo lo alto
con un triunfo inesperado, pues aquella tarde de la Feria del Sol, un toro de indulto
y otro de vuelta al ruedo, dieron cabida a una permanente presencia en nuestras
ferias, que no del todo ha sido lo esperado en cuanto a regularidad, pero con
la base y simiente para más pronto que tarde cambiar la moneda, tras así mismo
agregarse pajuelas de sementales españoles de Victoriano del Rio, lo que nos
hace ser expectantes a lo que pudiera deparar sus toros, con la ilusión de quien
sabe lo difícil que es en los actuales momentos criar y llevar a nuestras
plazas un elemento tan cuidado, seleccionado y criado para su lidia, como es el
toro bravo.
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