Poca
historia y lucimiento ofrecieron los caroreños toros santacolomeños de Los Aránguez,
el cual solo un remiendo de Campolargo dejaría los momentos más emotivos de una
larga y soleada jornada.
Apoteosis de José Garrido con el toro que remendó corrida ayer, un recital de toreo bueno que le valió salir en volandas de los costaleros. Foto: EFE |
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
SAN CRISTÓBAL
(Enviado Especial).- La corrida de este viernes en Pueblo Nuevo tuvo dos
claros protagonistas. Una fue la nobleza y boyante recorrido de un toro
remiendo del hierro de los Herederos de don Juan Campolargo, así como la
brillante faena que se inventó con este toro el espada debutante extremeño José
Garrido. Ambos colocaron emoción a una tarde anodina, producto del escaso juego
y transmisión que los toros del hierro titular de Los Aránguez ofrecieron en
los siete actos restantes de la larga función taurina que nos ocupa en la
presente crónica.
Desde salida de toriles se intuía que «El Legado», nombre del toro en mención,
iba a ofrecer. Su alegre salida de toriles, rematando en los burladeros, así
como el largo viaje en los vuelos del capote de Garrido dejaron la estela que
algo distinto se barruntaba a lo que hasta el momento se había visto. El medido
puyazo del varilarguero Rene Quintana, así como el único y buen par de
rehiletes de Eduardo Graterol dejaron todo servido para que en la muleta Garrido
se explayara en una faena a modo y en tipo de lo que exigía el toro. Primero distancia
en los inicios de tanda, luego la media altura y el temple preciso para no
estropear la embestida almibarada y noblota del ejemplar, un dechado donde el
torero antes señalado se destapó a torear a gusto, en especial de la tercera
tanda en adelante, donde dejaría en evidencia las claras condiciones del burel.
Soberbio fue por naturales, y más aún lo fue en las entradas y salidas entre
tanda y tanda, donde la variedad sirvió de colirio a los presentes ante la monotonía
que había imperado en las lidias anteriores.
Un punto y aparte del trasteo vino ser cuando se disponía
a despachar José Garrido al toro. La unanimidad de la petición del indulto
pocas veces se había visto en esta plaza, a tal punto que hasta en tres
ocasiones se perfilaría en corto y por derecho para despenarle. Pero la insistencia
crecía más y más, hasta que se volvió un clamor, razón por la que el palco
presidencial no tuvo opción que conceder un indulto que lejos del anterior de
este mismo hierro del día anterior, este sí es válido, por la calidad de la
embestida como también por el nivel de la faena. Dos orejas simbólicas que pasearía
entre el jolgorio de un público extasiado por lo visto lo que se permitía un Garrido
pleno de gran emoción.
El resto de la corrida transcurriría entre el
tedio y aburrimiento de un lote de Los Aránguez por momentos destinada al
despeñadero por la falta de raza y en especial casta. Sí bien el propio Garrido
había cortado la oreja de su primer astado del lote, esta vino por la voluntad
y ganas de agradar del torero extremeño, quien se luciría limando las ásperas
embestidas el animal que luego ser tornarían cortas y violentas con los
engaños, donde hubo una dosis de temple extra para no cortar las pocas posibilidades
que tenia de lucimiento el animal. Similares cotas se le vieron en el breve
toreo por naturales, antes que dejara una estocada entera, ligeramente
traserita y tendida para que el certero puntillazo de Eliecer Paredes llevara a
sus manos la oreja, la única que con el acero se cortó y paseó en la tarde.
Mala fortuna tuvo Domingo López Chaves con el lote
que pechó en suerte. El que abrió plaza fue todo un galimatías de
complicaciones, violentas arrancadas, siempre defendiéndose, lo que hizo que el
torero salmantino estuviera siempre a la defensiva de las toscas embestidas del
animal. La brevedad con la que le mandó a las mulillas se agradeció con palmas
al final del mismo.
Su segundo fue otro dije, que a pesar de las
ganas, poco dijo y dejo opciones al menudo coleta charro. La larga cambiada en
el tercio y el inicio rodillas en tierra de poco sirvieron ante el nulo
recorrido y poca entrega con las telas del burel, lo que hizo que al tercer
viaje con el acero se lo quitara de en medio, siendo silenciado.
Por su parte Álvaro Lorenzo, en sustitución del
sevillano Manuel Escribano y debutante en ruedos nacionales, también pecharía con
limitadas opciones, como fueron las del tercero, quien siempre marcaria querencia
en tablas. Anduvo fácil, siempre bien colocado, pero a la embestida del toro le
faltaba el ángel de la transmisión, la que lleva emoción a los tendidos. Ello faltó
de allí que por la derecha y por la zurda el trasteo muleteril fuera insulso y
descafeinado a tal punto que por momentos pareció que le alargó más de la
cuenta. Las luquecinas finales dieron punto y final a una actuación que
emborronó con la espada tras dos viajes con el acero toricida, recibiendo
palmas.
Su segundo igualmente poco dijo en una labor donde
no quedó duda de la gran facilidad y entrega del torero por agradar, pero es
que con toros de embestidas tan agarradas al piso, poco se puede hacer. En la
retina quedarían series de muletazos aislados pero faltos del común denominador
del encierro, la bravura y emoción del toro que se entrega a las telas. El
espadazo trasero y tendido fue suficiente para mandar a las mulillas tan escaso
material para el lucimiento de un torero el cual se le queda ganas por verle
con mejor genero bovino.
La papeleta más difícil le toco pechar al torero
local Antonio Suarez. Difícil prueba que le tocó al novel espada quien en su
primero se encontró con un género a contra estilo, siempre cortando el viaje y
marcando querencia a tablas. Por momentos se le vió en apuros que supo resolver
Suarez, para tras dos pinchazos y estocada caída y delantera quitándoselo de en
medio, recibiendo palmas al final del mismo.
Lo del cierra plaza fue el culmen de lo visto a lo
largo de la tarde. Violento y siempre a la defensiva el astado no permitiría ningún
atisbo de expresarse a gusto al joven médico torero, quien sabiamente optaría cortar
por lo sano, encontrándose con la defensiva actitud de un morlaco que le llevó
por la calle de en medio a tal punto de no permitirle despenarle con el acero
ni con el verduguillo, escuchando los tres recados presidenciales y con ello cerrarse
de esta manera una tarde, donde si no es por el toro remiendo del hierro de
Campolargo, estuviéramos contando una tarde sin mucha historia que desgranar.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros Monumental “Hugo Domingo
Molina” de San Cristóbal.
Viernes 28 de enero de 2022. II corrida de
la LVII Feria de San Sebastián.
Con poco más de un cuarto de plaza
(aproximadamente 3 mil personas) en tarde fresca, soleada y despejada, se han
lidiado seis toros de LOS ARÁNGUEZ (Jesús
Riera) correctos de presentación, faltos de raza y casta, además de adoleciendo
de fuerzas. De remiendo del lote se corrió un toro de CAMPOLARGO (6º) bien presentado, noble y a mas en los engaños el cual
fue indultado, llevando por nombre «El Legado» N° 257 de 450 kilos.
Pesos: 440, 440, 440, 435, 445, 450, 450 y
452 kilos.
DOMINGO
LÓPEZ CHAVES (Azul marino y oro
con cabos blancos) Palmas y silencio.
JOSÉ
GARRIDO (Caldero y oro con cabos
blancos) Oreja y dos orejas simbólicas.
ÁLVARO
LORENZO (Tabaco y oro con cabos
blancos) Palmas y silencio.
ANTONIO
SUAREZ (Sangre de toro y oro con
cabos blancos) Palmas y silencio tras toro al corral.
INCIDENCIAS: Destacaron en banderillas nuevamente Francisco
“Chico”, Carlos Pizzuto y Ramón Contreras y en varas Alfredo Guimerá. *** Excelente
desempeño del puntillero Eliecer Paredes. *** Buena brega del subalterno
español José Chacón.
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