La
Finca Aguamiel cambió de manos
Andrés Miguel Velutini (izq.) y Luis Echenagucia Lovera (der.), quienes fueron propietarios de la ganaderia Los Marañones. Foto: Juan Fajardo |
RUBEN DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Por motivos de salud, esa es la razón por las
cuales el hasta hace pocas semanas ganadero de reses bravas caraqueño Andrés
Miguel Velutini y Luis Echenagucia Lovera, ha vendido en su
totalidad la ganadería de reses bravas venezolanas Los Marañones, el cual pasta en las montañas próximas a la
población merideña de Canaguá.
Tal y como se podido recabar, Velutini y
Echenagucia han vendido en su totalidad (finca, ganado, hierro) lo
correspondiente a su divisa, el cual luce color rojo, cuya fundación data de
1986, la antigüedad desde 1991 (en cartel compuesto por “Morenito de Maracay” y Enrique Ponce, en el Nuevo Circo
de la Victoria) y se asentó en la empinada Finca Aguamiel del municipio
Arzobispo Chacón del estado Mérida, exactamente en El Paramo El Motor, habiendo
iniciado su andadura en la calurosa población apureña de Achaguas.
Tal y como había venido siendo la línea de
esta ganadería, su procedencia lo ha constituido la sangre Santa Coloma, a través de vacas y
sementales de ganaderías nacionales como Los
Aranguez y La Cruz de Hierro,
así como inseminaciones puntuales con pajuelas de toros de misma procedencia española
de Javier Buendía.
Hasta los momentos el actual comprador de lo
que fue la finca de toros bravos poco interés tiene de mantener la estirpe del
hierro de la M coronada, a tal punto de “rematar”
al mejor postor –quien ponga el dinero en la mesa, la que desde ya están
saliendo más de un intermediario- el bagaje e historial de una de las ganaderías
que fue referencia del toro de lidia en Venezuela, con éxitos importantes en
plazas como Mérida –con el recordado “Conquián”
indultado por Juan José Girón en el 2002-, Tovar, San Cristóbal y
Maracay, así como en numerosos cosos del resto de la geografía nacional.
Don Andrés Velutini actualmente,
alejado de los parajes andinos, se encuentra cumpliendo tratamiento médico en
la ciudad capital, al cobijo de su esposa e hijas, no desligándose como buen
aficionado de una de sus grandes pasiones como es la fiesta brava.
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