A comienzos de esta semana
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Este año ha sido duro desde todos los puntos de
vista. Lo hemos tenido en los ruedos, donde cada vez es testimonial los
festejos que se viene dando, como también la desaparición física de muchos
personajes que dan y ofrecen Alonso Valero, quienes cariñosamente le llamábamos
“caraotica”.
Fue Alonso una buena persona, como le ha definido
“Garapullo” exactamente. Fue torero de gran nivel, novillero el cual tuvo la
virtud de cortar las orejas en la Plaza de Toros de Mérida a comienzos de la
década de los ’90, ante un bravo y encastado encierro de La Carbonera,
generación de coletas de la que tenemos por ejemplo a Alonso Díaz, Alí Trejo,
Enrique Dávila “Cocoliso” y muchos otros más contemporáneos como Teófilo Rojas,
“El Abuelo”, “Rubito”, Mauro David Pereira, y muchos otros más que daban vida
todas las tardes que uno les veía entrenar en el ruedo de la monumental
merideña, a la vera de su maestro, Don Humberto Álvarez.
Mediada la década de los noventa, su carrera toma
un viraje importante cuando decide emigrar a México de la mano del aspirante a
rejoneador emeritense Leonardo Fabio Grisolia, quien se estaba formando en
suelo azteca, sirviéndole Valero además de su compañero de campaña, esa persona
que velaría con su entorno en cuanto a caballos, monturas y mozo de espadas del
mencionado cavaleiro, lo que le mantuvo par de campañas así mismo aprovechando
la presencia por dichas plazas en formación a otro espada merideño como era
Leonardo Rivera en su etapa novilleril.
A su regreso del periplo mexicano Alonso decide
definitivamente retirarse como novillero activo, pero emprende una labor una
función mucho más íntima para el torero como es el de ser mozo de espadas.
Viene allí la relación con numerosos novilleros y matadores nacionales, hasta
el punto que llega a la carrera del joven Rafael Orellana quien va de su mano
desde el mismo momento que se hace torero, por allá a comienzos de la década
del 2000 hasta sus últimos días de existencia.
Persona de menuda estatura, pero gran cariño
dentro del medio taurino, fue su humildad y sencillez lo que le granjeó gran
calado en el ámbito taurino nacional, en todos los estamentos, ya sea
aficionados, taurinos, ganaderos, empresarios, subalternos y prensa taurina. La
última vez que le vimos en la pasada Feria de Tovar ya le intuíamos que la
“cornada” era más grave de lo que muchos pensaban.
Se nos va un buen hombre. Otro más, pero único,
que hace el paseíllo celestial en estos tiempos duros para un espectáculo como
es el del toro donde no vive su mejor momento. Solo queda plegarnos la unánime
oración para su eterno descanso, y en especial que siempre nos acompañe su alma
bondadosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario