viernes, 18 de agosto de 2023

SEMANA GRANDE EN BILBAO 2023 - El Rey que manda en Bilbao

Andrés Roca, el torero peruano que el año pasado en Bilbao se convirtió en leyenda, es la baza mayor de las Corridas Generales. La despedida de El Juli y la presencia por partida doble de Morante, ganchos fuertes del abono. Cambio notable de ganaderías de un año para otro
 
BARQUERITO
Especial para VUELTA AL RUEDO
 
Las seis corridas de toros de Aste Nagusia, la Semana Grande de Bilbao, vienen marcadas por su precio en taquilla. Diferencias en principio insignificantes: la delantera de grada de sombra de miércoles, jueves y sábado cuesta tres euros más que la de martes, viernes y domingo. Casi nada, pero un casi muy indicativo. En las tres corridas de los tres euros de más están anunciados Morante, El Juli y Roca Rey, que son el verdadero reclamo del abono, su anzuelo.
 
Roca asume su papel de primera figura, carga con el peso mayor de la semana y torea con uno y otro por separado. Con Morante, en la corrida de Puerto de San Lorenzo, el día miércoles. Con El Juli, en la de Victoriano del Río, el día sábado. Las mismas ganaderías que toreó en 2017, el año de su debut en Bilbao, y las mismas que eligió el curso pasado. Solo que, seriamente lesionado y herido por un mastodóntico e incierto sobrero de Victoriano, hubo de renunciar entonces a la del Puerto. Estaba anunciado con ella al día siguiente. Fuerza mayor. El percance y su dramática secuela: la salida renqueante de la enfermería para torear y dar muerte a un sexto de corrida que en faena torrencial lo prendió y tuvo entre las manos más de una vez entre general espanto y contagiosa emoción. Todo lo cual ha pasado a ser en Bilbao leyenda. 
 
Basta una sencilla operación aritmética para deducir que Morante y El Juli no coinciden en un mismo cartel. Roca Rey aparte, Morante es el único torero que dobla y lo hace, además, a la antigua usanza: torea dos tardes seguidas. La primera, con una corrida de Juan Pedro Domecq, hierro por el que siente manifiesta inclinación. De las nueve plazas asignadas en las tres corridas sobre el papel estelares, cinco o seis tendrían dueño desde el día en que empezaron a cocerse los carteles de las Corridas Generales.
 
Es probable que la renuncia de El Juli a hacer doblete se debiera a dos motivos. Uno, su decisión todavía en secreto de anunciar a primeros de agosto su inminente retirada, circunstancia que obligaba a torear en Bilbao una sola corrida de despedida. Y dos, la exclusión de Garcigrande, su ganadería de cámara y cabecera, su inseparable compañera de viaje durante la última década. La corrida de Victoriano del Rio, sábado 26, conviene por igual a Julián y Roca Rey, y, visto lo visto, esa es la fecha señalada, la razón mayor de la semana. En San Sebastián, y con rejoneador por delante, estuvieron anunciados los dos el pasado día 15 con toros de Jandilla, pero, convaleciente de una cornada en un gemelo, Roca fue baja forzosa. Por dos veces, en 2016 y 2020, Roca, herido, no pudo comparecer en Bilbao, donde se estrenó hace seis temporadas con aire arrollador de figura. Un aviso inequívoco de que venía a mandar en el toreo. Y así ha sido y sigue siendo.
 
Los cuatro puestos vacantes en las corridas clave se han repartido con criterios distintos. Pese a su irregularidad, Manzanares y Talavante se han convertido en un tándem comodín casi inevitable en los carteles de las ferias de la postpandemia. Manuel Escribano ha sido repescado por  propios merecimientos. Paco Ureña tiene en Bilbao cartel y partidarios. Esos cuatro nombres y los de Morante y El Juli se prestan a una reflexión incómoda. Entre los seis suman ciento veinticuatro años de alternativa. Veintiséis, Morante; veinticinco, El Juli; veinte, Manzanares; diecinueve, Escribano; diecisiete, Talavante y Ureña. Pueden descontarse las dos temporadas casi completas de parón provocado por la pandemia, pero la cifra, escandalosa, es indicio manifiesto de lo poco que se ha renovado el escalafón de matadores de toros. Un escalafón estancado. De los dieciséis matadores anunciados en Bilbao, solo tres, Roca Rey, Leo Valadez y Ginés Marín, son menores de treinta años y con menos de diez en circulación. 
 
En las tres corridas que completan abono, las de martes, viernes y domingo, las proporciones son parecidas. Ferrera es de la quinta taurina de 1997, como Morante. López Chaves, de la de El Juli; Castella, de la del 2000; Emilio de Justo, de la de Talavante; Perera va a celebrar los veinte de alternativa en 2024. No cabe catalogar las calidades de un torero según criterios de edad y, sin embargo, saltan a la vista todos esos datos. Un tapón en toda regla.
 
De las ocho ganaderías jugadas en Bilbao en 2022 -una en junio, cuando la reapertura rebautizada de Vista Alegre, y siete en el programa de agosto- solo repiten tres: Victoriano del Río, Puerto de San Lorenzo y Dolores Aguirre. Han caído las de Miura, Jandilla, Garcigrande, Domingo Hernández y Santiago Domecq. Al rescate se ha convocado a Juan Pedro Domecq, Fuente Ymbro y Zalduendo. En año particularmente brillante, Jandilla y Victorino Martín son ausencias  llamativas. Ausentes, en fin, dos toreros que se antojaban de obligada presencia. Herido hace unos días en El Puerto de Santa María, Daniel Luque causa baja en la corrida de Fuente Ymbro. Con Diego Urdiales no ha habido entendimiento. Probablemente porque solo le convenía a Diego colocarse en cualquiera de las tres corridas de los tres euros de más. Cuestión de honor. El honor de hacer valer su fantástico palmarés en Bilbao.
 
El prólogo será el habitual: una de rejones abre boca el domingo después de la bajada de la Marijaia, con el cartel habitual -los dos Hermoso de Mendoza y Lea Vicens- y una novillada con dos debutantes y uno de Valladolid que camina por el recto camino con sello de calidad, Mario Navas, que debutó en Bilbao hace un año y parece un serio proyecto de torero serio. Sin televisión, se calcula que las cifras de asistencia doblarán las del último año. Todo un reto.
 
POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- Al calcular la edad y los años de alternativa de los toreros anunciados en Bilbao he caído en la trampa bíblica: ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Es decir, contar los años de los demás y no los míos.  A todos los que vienen, menos a Paco Ureña, los vi de novilleros.
 
A casi todos, confirmar la alternativa. Y a más de uno, tomarla: Perera, Roca Rey, Ferrera, Valadez, Manzanares y, por televisión desde un bar de Guadalajara, El Juli. A seis de ellos matar seis toros de una tacada. El "solo" francés. La "encerrona" mexicana. Y hacerlo más de una vez. Y más de dos también. Los años, suele decirse, pasan para todos. No para todos a la misma velocidad. No hay quien frene. El tiempo es un prisma atravesado por haces de luz: la memoria.
 
"Este es mi testimonio", escribió Yarfoz el noble al comienzo de su historia de unas guerras en torno a un río de taurino nombre: el Barcial. Me esperan en Bilbao, no puedo detenerme más.

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