Los
cambios de apoderamiento o el Premio Nacional de Tauromaquia, además de otros
asuntos que se hablan en voz baja, han centrado los comentarios de los
aficionados
ÁLVARO R.
DEL MORAL
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
Mientras se limpian capotes y muletas y se mira al
campo, se nutre la lista de salidas y entradas de apoderados y poderdantes a la
vez que se acortan los días y declina un año que ha concluido –afortunadamente-
mucho mejor de lo que empezó. Pero la alegría se reparte por barrios. De hecho,
la ruptura de Paco Ureña con la casa Lozano no deja de marcar el confín de una
temporada opaca para el diestro murciano. Hay que recordar que el torero de
Lorca no pudo rentabilizar su gran campaña de 2019 por culpa de la pandemia,
que le dejó frenado en seco en 2020. Se trataba de dar el salto definitivo y
mejorar su contratación en todos los campos pero los vericuetos de la política
taurina, indirectamente, también forzaron su ruptura con José María Garzón casi
sin estrenar el apoderamiento. En 2021, camuflado entre el pelotón, ha
terminado sufriendo un palizón de espanto que le tendrá un tiempo largo en el
dique seco.
No es, evidentemente, el mismo caso de Ginés
Marín. El diestro pacense sí sale revalorizado en medio de este cambalache de
mentores y toreros y ha puesto las riendas de su carrera en manos de Curro
Vázquez, que sigue reforzándose en los despachos. Marín abrió la Puerta de
Madrid el pasado 12 de octubre volviendo a llenar de gasolina un tanque que ha
tirado demasiadas veces de la reserva. Se le desea lo mejor a ambos aunque
tampoco será fácil cuadrar el círculo dentro de un equipo en el que hay otros
toreros como Cayetano y, especialmente, Pablo Aguado, verdadera estrella de la
cuadra del veterano diestro de Linares que subraya así su papel de apoderado en
la era pos covid. Las líneas del frente se reorganizan con las primeras
lluvias. Es hora de trazar estrategias dentro de las trincheras. Con el anuncio
de la primavera llegarán los contraataques.
Pero ya que hemos nombrado al gran torero
sevillano: el pasado jueves recogió en el restaurante Pando, sede habitual de
la tertulia ‘El Porvenir’, el VIII trofeo a la ‘Excelencia Taurina’ que concede
ese grupo de aficionados que se han hecho su propio hueco en la ciudad por su seriedad,
oportunidad y buen gusto. Aguado, que arrastra las lógicas molestias de su
dolorosa y compleja lesión de ligamentos, había abandonado ese mismo día las
muletas que le han acompañado desde la intervención quirúrgica que siguió a su
única comparecencia en la Feria de San Miguel de Sevilla. Fue en aquella tarde
del 18 de septiembre en la que su rodilla dijo basta. La meta del torero de la
Huerta de la Salud pasa ahora por poder estar tentando en enero. No queda nada.
La temporada 2022, de una forma u otra, ya asoma a la vuelta de la esquina y
con ella, la llegada de una verdadera normalidad en la que habrá que seguir
hilvanando los descosidos de dos años atípicos que deben servir para tomar
impulso a toda la profesión.
No se digas a nadie pero...
Pero en estos tiempos de cambios y despachos
revueltos también podría haber movimientos de calado en alguna plaza que se
mira en el Mediterráneo. Ya se da por hecha la salida de una poderosa casa
empresarial –ahora fagocitada por otra firma de extrañas estrategias- que marcó
el auge pero también la decadencia de una de las ferias más atractivas del mes
de agosto. El ciclo y el coso necesitan un revulsivo que recupere parte de ese
pulso perdido. La propiedad del histórico inmueble ya está haciendo sus propias
componendas; también los pretendientes y pretendidos. Pronto podremos contar
más. Con pelos y señales.
Nos alejamos del Mare Nostrum y remontamos el
Guadalquivir. Por las esquinas del Arenal también se comentan cosas, no sabemos
aún con qué fundamento. Es sabido que Miguel Ángel Perera ha licenciado con
honores al tándem formado por Santiago Ellauri y Pedro Rodríguez Tamayo, número
dos de la empresa Pagés. En los cabildeos de la calle Adriano ya se ha puesto
nombre –o nombres- al próximo torero que podría quedar bajo el paraguas del
binomio. Pues ya nos enteraremos. O no.
Otros temas de calado
Pero hubo otros temas que captaron la atención en
la semana que se fue. Se habló largo y tendido del Premio Nacional de
Tauromaquia, concedido por el jurado que nombra el ministerio de Cultura –con
un ministro bailongo que presume de haber dejado al toreo fuera del bono
cultural- al mismísimo Morante de la Puebla. No podía tener mejor acreedor en
los momentos actuales. El afán enciclopédico del diestro cigarrero, unido a su
condición de gran artista se ha sumado a su rol de capitán de una compleja
temporada en la que enarboló la bandera de número uno. El galardón está dotado
con 30.000 euros que el torero, ágil y oportunamente, donará a la Casa de la
Misericordia de Pamplona, benefactora de las rentabilísimas corridas de la
feria de San Fermín, que llevan dos años sin celebrarse. Hubo algún imbécil
sectario que no se enteró del dato.
También nos hacemos eco del programa ‘Letras en
Sevilla’ que coordinan Jesús Vigorra y Arturo Pérez-Reverte en la Fundación
Cajasol. El escritor y académico cartagenero ha sido el muñidor, vía twitter,
de esta nueva edición que pretende refrescar el eterno debate de ‘toros sí,
toros no’ con un amplio plantel de defensores y detractores de la fiesta. “Se
va a liar” ha proclamado el veterano reportero. A estas alturas ya sabemos de
antemano que nadie va a convencer al contrario. Sólo deseamos que prevalezca la
verdad. Y ésta sólo tiene un camino. Nos despedimos ya, enviando nuestras
condolencias a la extensa familia Bohórquez Domecq. Doña Mercedes, matriarca
del clan, falleció la pasada semana rodeada del cariño de los suyos y el
respeto de todos. Hay que lamentar otro fallecimiento: el de Manolo Ortiz, el
gran banderillero malagueño, estrella de aquella ‘cuadrilla del arte’ que
integró junto a Pepe Ortiz y Curro Álvarez. Ya descansan en paz.
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