El
diestro de la Alameda se despidió del toreo el 1º de noviembre de 1951 en
Utrera dando la alternativa a Pareja Obregón y Juan Doblado que también se
cortaron la coleta ese día
ÁLVARO R.
DEL MORAL
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
La corrida pasaría a la historia por el
anecdotario. Hubo dos alternativas –las del polifacético compositor y escritor
Juan de Dios Pareja Obregón y la Juan Doblado- y tres retiradas: las de los dos
nuevos matadores y las de su padrino, Manuel Jiménez ‘Chicuelo’ que ponía así
fin –quizá sin pretenderlo aún- a una larguísima historia taurina que navegó
desde el corazón de la la Edad de Oro hasta el posmanoletismo. El festejo se
celebró en la vieja plaza de Utrera, aquel añorado corralón encalado del
Arrecife, el 1 de noviembre de 1951. Fue una fecha atípica por tardía; pero
también por la celebración de ese día de Todos los Santos en el que el personal
anda más pendiente de flores y cementerios que de encaramarse a un tendido.
Hay que reincidir en el dato: los tres espadas se
retiraron ese mismo día, hace ya 70 años. Los neófitos habían alcanzado el
grado de matador de toros pero no tenían intención de perseverar en la carrera
taurina. Pero la trascendencia de la fecha, más allá de la anécdota, recae en
el ocaso taurino del viejo Chicuelo que ese día, por cierto, vestía un traje de
luces de seda clara con un bordado idéntico al que lució Manolete el 28 de
agosto de 1947 en la plaza de Linares... ¿Era una retirada oficial? El propio
torero afirmaría algunos años después que nunca la anunció, que jamás se había
retirado oficialmente. Eso sí, había dejado de torear...
En realidad la carrera del genial diestro de La
Alameda se había ido adelgazando a lo largo de la década de los 40. En 1939,
con la finalización de la contienda llegó a sumar 15 actuaciones incluyendo la
emblemática y simbólica alternativa de Manolete, al que hacía depositario de
todo un legado taurino al cederle la muerte de ‘Mirador’, aquel toro de
Clemente Tassara en la tarde del 2 de julio de 1939. Chicuelo, que cortó un
rabo, fue el máximo triunfador aquel día. Al año siguiente, en 1940, participó
en 14 funciones, incluyendo una amplia incursión americana aunque se quedó
fuera de Sevilla. En el 41 ajustó 10 corridas de toros; 14 en el 42, incluyendo
la corrida de la Prensa de Sevilla, en la que volvió a sumar otro rabo; sólo 3
en 1943, repitiéndose la ausencia de la Maestranza por desacuerdos económicos
por la empresa pese al gran triunfo del año anterior. En 1944, con siete
corridas toreadas se iba a producir un desgraciado hecho que cambiaría su vida
y, posiblemente, precipitaría su carrera: la muerte de su hijo Juan con sólo
doce años de edad. Chicuelo decidió dejar de torear.
Pensando en la retirada
Ese retiro sólo duró hasta 1948, año en el que
sólo sumó cinco corridas de toros. El escenario de su vuelta fue la mismísima
plaza de la Maestranza para dar la alternativa al diestro portugués Manolo Do
Santos en presencia de El Andaluz con una corrida de Villamarta. Al año
siguiente toreó una única corrida de toros y en 1950 ni siquiera llegó a
vestirse de luces mientras arreciaban los rumores que apuntaban a una despedida
definitiva. Pero... ¿En qué circunstancias se forjó la retirada real de
Chicuelo? El propio matador había hecho entrever en una entrevista concedida al
informador Paco Montero, del semanario ‘El Ruedo’, que 1951 iba a ser su último
año en activo. “Creo que este año, a pesar de mis vacilaciones, va a ser el
último” señalaba el torero de La Alameda, sin terminar de confirmar ni
desmentir nada y señalando, eso sí, que no iba a pasar de cinco o seis
corridas. En realidad fueron sólo tres y la primera de ellas, en Barcelona, no
iba a dejar un buen recuerdo para el diestro de La Alameda.
Chicuelo, recién llegado a la ciudad condal, se
vio envuelto en el anuncio de una supuesta retirada, publicitada y vendida por
el avispado taurino catalán Pedro Balañá sin consentimiento ni conocimiento del
veterano matador. Fue el 29 de julio. Chicuelo le cortó las orejas a un toro de
Alipio Pérez Tabernero después de hacer el paseíllo junto a Carlos Arruza y
Manolo González. Más de tres lustros después afirmaría que no se había retirado
nunca en una entrevista –la última de su vida- concedida a Julio Montes en
vísperas de la Feria de Abril de aquel año. “Lo anunciaron una vez en
Barcelona, pero fue para comercializar la corrida en beneficio del empresario”,
explicó el torero. Pero Manuel Jiménez volvió a vestirse de luces en la Plaza
Real del Puerto de Santa María, el día 28 de agosto, para despachar un encierro
de Juan Pedro Domecq en compañía del diestro cordobés José María Martorell y el
choquero Litri. Quedaba una tercera función, que se organizó con la temporada
vencida para dar la nombrada alternativa a Pareja Obregón y Doblado. Ésa sí iba
a ser la última vez que se vistiera de luces.
En realidad no fue el último paseíllo de Manuel
Jiménez ‘Chicuelo’ que volvió a asomarse a la plaza de la Maestranza en la
temporada de 1952, último y definitivo escenario de su vida taurina. Lo hizo,
eso sí, vestido de corto y para actuar en dos festivales. El primero, celebrado
el 27 de marzo, se había organizado como homenaje al Montepío de Policía.
Chicuelo encabezaba un cartel coral que completaban Domingo Ortega, El Andaluz,
Parrita, Chaves Flores y Litri. Aún hubo un último paseíllo otoñal. Fue el 30
de septiembre de ese lejano 1952 en el célebre festival organizado como
homenaje a Rafael El Gallo, retratado en las viejas fotografías recogiendo la
infinidad de puros que le arrojaron desde el tendido. Chicuelo, una vez más,
era cabeza de cartel de los toreros a pie. Repetía Domingo Ortega y seguían los
nombres de Rafael Ortega ‘Gallito’, Manolo Dosantos, Juan Silveti, César Girón
y Curro Galisteo; por delante, a caballo, Joaquín Pareja Obregón y Ángel
Peralta. No volvió a torear en público. Fallecería en Sevilla quince años
después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario