lunes, 30 de agosto de 2021

FERIA DE COLMENAR - Morante, en la riqueza y en la pobreza

El sevillano seduce a un toro de Cuvillo en la triunfal alternativa de Francisco de Manuel, a hombros con Roca Rey, en una insignificante corrida a las puertas de Madrid
ROSARIO PÉREZ
@CharoABCToros
Diario ABC de Madrid
 
COLMENAR VIEJO.-  «¡Santiago, presidente; Santiago, presidente!», coreaban desde una terraza de sol y sombra cuando Abascal accedía al patio de cuadrillas para desear suerte a Morante. La suerte que habita esta temporada en él, y no porque le toquen lotes de ensueño, sino porque le cuaja faenas hasta a la cabra de la Legión.
 
Mayores trapío y embestidas hubiese tenido ‘Pacoli’ que su primero, con las manos por delante y feísimo estilo en el capote. Ni con alfileres se sostenía, pero el presidente se empeñaba en mantenerlo en el ruedo. Hasta que el escándalo creció y asomó, ya a deshora, el pañuelo verde. El sobrero de Domingo Hernández no reverdeció laureles, tan destartalado y renqueante de los cuartos traseros. Peor que el titular fue. Para colmo, lo picaron malamente. Morante, que se llevó un susto en la apertura, intentó enseñarle los caminos a su media altura. Fácil no era, ni por el inoportuno viento, ni por el incómodo comportamiento de ‘Fisgón’, que en su desequilibrio constante parecía que se iba a echar encima del matador, al que le costó enterrar el acero.
 
El genio se reencontró con el arte en las verónicas al cuarto, más espejismo que realidad. La verdadera vida se hallaba en la muerte del saludo: una media para enmarcar. ¡Qué lujo! Como dos verónicas del quite, con el corazón por delante, hondas y a compás. Quería Morante, como está queriendo este 2021. Y se dirigió al toro como el que se dirige a una cita de amor: se dobló y le ofreció unas flores con esa torería que no se separa de él, ni en la salud ni en la enfermedad, ni en la riqueza ni en la pobreza. Rica de matices su faena con tan pobre rival, al que sedujo completamente en un pase de pecho como la popa de un buque de guerra. Asentado, regaló unos naturales entre las rayas que supieron a gloria. No traspasaron sus pies los terrenos del tercio con Eolo como invitado pelmazo frente al justito cuvillo, con el defecto perenne de puntear los engaños. Poco le importó al artista, que lo enredó en unos derechazos de mentón hundido, con gráciles remates. Todo el ritmo que le faltaba lo puso el torero. Morante, otra vez Morante, en la abundancia y en la penuria. Sin una oreja bien ganada arrastraron a ‘Tramposo’.
 
«¡Toro, toro!», gritaba el personal cuando apareció el tercero, al que Roca Rey recibió por cordobinas y trazó un quite por Chicuelo. Nada decía. ¿Cómo las primeras figuras se pueden plantar a las puertas de Madrid con animales tan insignificantes? A los medios se marchó con ‘Feriante’ mientras medía los tiempos para cuidarlo. De enfermería era. Y el peruano combinó la búsqueda del temple con ese poder innato. En las cercanías, Roca se hizo el amo con apabullante aplomo. Soberano el arrimón, dejándose lamer la taleguilla en circulares en ambas direcciones.
 
Roca y 'Correviento'
 
Otro aire traía el quinto, que embistió con más chispa y calidad en su variadísimo capote. Ahora sí hubo brindis al público del limeño, atornillado de rodillas en el platillo. Vibraban los tendidos en el pase cambiado por la espalda y fantaseaban felices. El Jaguar del Perú dio distancia a ‘Correviento’ y condujo la embestida con largura. Cuando el enemigo se sintió podido, comenzó a defenderse –la pobre corrida no terminó de romper ni entregarse– y no brotó la deseada conjunción. Con su valor abisal, buscó el calor en las ceñidas bernadinas y se embolsó el doble trofeo.
 
Era la fecha de su alternativa, el día más esperado por Francisco de Manuel, que se presentó con ilusionantes formas a la verónica y puso al toro de la ceremonia en el caballo con un garboso galleo por chicuelinas. Mejor aún el quite, al ralentí. Como si no hubiese mañana arrancó la faena: de hinojos, intercaló espaldinas y aprovechó la nobleza de ‘Rescoldito’. Lástima que punteara por su mermada fortaleza, pero le permitió expresar por momentos su templado toreo con la listeza de oxigenarlo. Acabó como empezó: de rodillas. Se tiró a matar con sinceridad, pero el acero cayó defectuoso y tuvo que descabellar, por lo que se disipó el premio.
 
No entraba en sus planes irse de vacío y salió a por todas desde la bienvenida al más transmisor sexto, con un desafiante quite a la espalda mirando al tendido. Dedicó su obra a la plaza que ayer vio nacer un matador y se elevó por estatuarios, enjaezados a un collar por bajo. Aun sin grandes estrecheces en las series, dibujó esperanzadores pasajes, con disposición, y epilogó valeroso en las cercanías, con manoletinas de colofón a ‘Encendido’. De Manuel paseó dos cariñosas orejas y se marchó triunfal con Roca en otra tarde en la que Morante volvió a marcar la diferencia.
 
FICHA DEL FESTEJO
 
Toros de Núñez del Cuvillo y Domingo Hernández (2º bis), de pobre presencia, fuerza y casta; mejores, dentro de un orden, 5º, 6º y 1º.
 
Morante, de caldera y azabache. Tres pinchazos hondos y tendidos y descabello (silencio). En el cuarto, estocada desprendida. Aviso (oreja).
 
Roca, de lila y oro. Pinchazo y estocada delantera (saludos). En el quinto, estocada (dos orejas).
 
De Manuel, de blanco y oro. Estocada que asoma y seis descabellos (saludos). En el sexto, pinchazo y estocada. Aviso (dos orejas).
 
Plaza de Toros La Corredera. Lunes, 30 de agosto. Casi tres cuartos.

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