Víctima de una dolencia crónica
RUBEN
DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Sabíamos
que estaba delicado de salud, pero no tan grave como para dejarnos este miércoles
del plano terrenal. Fue todo un personaje de este ambiente que “tocó” todos los
palos que en el toreo alguien apasionado puede albergar. Fue novillero, hombre
del lio del toro, pero pasará al recuerdo como aquel que con su pluma se destacaría
con el garbo y limpieza de prosa, de quien disfrutaba dejar escrito lo que pensaba
de esta bella fiesta que llevaría en su corazon hasta que dejaría de latir.
Se
trata de Jesús Alberto Araujo Contreras, conocido entre todos, amigos
y conocidos como “Castoreño”, quien este miércoles a mediodía se conocía
su fallecimiento en la ciudad merideña de Tovar, a la edad de 72 años, los últimos
de los cuales los pasaría aquejado de una larga dolencia conocida como “gota”
que incluso le había imposibilitado su deambulación. Aún así, continuaba al
tanto de toda la actualidad taurina, alejado de lo que fue su pasión por más de
medio siglo, primero como novillero y luego como hombre de medios, escritos,
radiales e incluso televisivos en la ciudad de Mérida, donde se hizo un nombre
y firma propia de sus crónicas, ese que le distinguía entre quienes tuvieron el
privilegio de escribir en los principales diarios impresos que en una época
hubo en la urbe emeritense.
Nacido en el parroquia Milla del centro de la
ciudad, “Castoreño”, seria vecino de infancia de destacadas y reconocidas
familias emeritenses como los Rodríguez Jauregui, Carnevali, Quintero Marquina,
Rojas Bracho, Uzcátegui Araque, Rojas Ovalles e Izaguirre, iniciando su pasión por
el lio del toro desde muy joven que le vendría de las placitas de toros que antecedieron
a la Monumental, como las recordadas “El Carmelo” en Ejido, el Nuevo Circo de
Mérida; La Cantaclaro, ubicada detrás del hoy edificio Torre de Los Andes; y La
Manolete, ubicada esta última en lo que es hoy las canchas del complejo
deportivo “Luis Ghersy Govea”, ruedos estos donde vería pasar novilleros
destacados con el toro criollo que se toreaba en ellas, como Rafael Bordón, Moisés
Ugáz, Rafael Báez, Rafael Rodríguez, Diego Monroy, Enrique Montenegro, Rafael
Negrín, Marcos Contreras entre tantos que se dieron cita ante la primigenia afición
merideña de comienzos de los ’60.
Precisamente en “El Carmelo” se presentaría actuando
en público, corría el año 1968, actuando al lado de Mauro Pereira (+), Jaime
Becerra, Ali Quintero, Joselito Rodríguez y Nerio Ramírez “El Tovareño”, su
compadre y más ferviente defensor del coleta de la Sultana del Mocotíes, vistiéndose
de luces en el llano guariqueño por vez primera, para luego hacer su presentación
a comienzos de los ’70 en el ruedo monumental emeritense, un mayo de 1970. Actuaria
así mismo en festejos repartidos por Barinas, y la geografía andina durante muchos
años, para mediados de esa década, en el programa de don German Corredor, por
Radio Universidad, “Revista de la Noche” hacer su estreno como cronista
taurino, faceta de la que nunca dejaría de ser parte, y le abriría las puertas
para otros medios, escritos y radiales en su mayoría en los años ’80 y ’90.
A propósito del mote de “Castoreño”, este vendría
del hecho de encontrarse en el patio de cuadrillas del coso merideño en una Feria
del Sol de finales de los ’70, al lado del recordado picador Rigoberto Bolívar “Pastoreño”,
quien este a pocos minutos de comenzar la corrida, acomodando el fajín de su
caballo de pica, con su castoreño debajo de su brazo, al acercársele Jesús,
Rigoberto se lo coloca en la cabeza de Jesús Alberto, con la anécdota que este
no le entra, exclamando Bolívar en voz alta: "¡Miren al castoreño,
cómo le queda el sombrero!". Al poco se le acerca el reconocido
relator taurino valenciano Federico Núñez, quien narraba las corridas para una
emisora local, y le dice: "Hola, Castoreño, ¿cómo estás?",
quedando el detalle para el resto de su vida, y con ello el motivo de seudónimo
para sus notas taurinas.
Prolífica sería la presencia de Jesús Araujo “Castoreño” en los medios de comunicación,
del género que fuera, principalmente escritos como lo fueron los diarios El
Vigilante, La Verdad, Correo de Los Andes, Nuevo Siglo de Tovar, Meridiano y puntuales
notas en Diario Frontera. Puntuales fueron sus escritos en la recordada revista
Mérida Deportiva, de Luis Alberto Colls, así como numerosas revistas que se
editaban por época ferial en el marco del “Carnaval Taurino de América” y Feria
de Tovar, principalmente cuando ya se edificaría el Coliseo El Llano.
A propósito el periodista German D` Jesús Cerrada escribiría
una de tantas anécdotas de Jesús
Araujo “Castoreño”, entre ellas esta que abarca igualmente el estreno en el
arte de la crónica de otro personaje del medio taurino merideño… «En
una oportunidad se encontraba en la finca El Morichal con Don Fabio Grisolía,
quien era accionista del diario Vamos de El Vigía; estaba en el grupo también
Freddy Ramírez. El periódico no tenía quien escribiera las crónicas taurinas y
ya se acercaba la Feria del Sol. Don Fabio le propuso al Castoreño que se
encargara de las mismas, y “Castoreño” lo tomó muy en serio… En una de las
corridas, donde hubo orejas y rabo, Jesús Araujo “Castoreño” se pasó de
tragos, no podía con su alma, lo que hizo que le entregara unas hojas con
apuntes de la poca corrida que hasta el segundo toro tenía apuntada a Freddy Ramírez
“Garapuyo”, que estaba sobrio, quien ni corto ni perezoso, redactó, no sin
antes algo de dificultad, lo que había ocurrido en el festejo. Bien adentrada
la noche, entregaría a la redacción la crónica Freddy Ramírez, quien al verla publicada
al otro siguiente dio pie a que comenzara el gusanillo de la crónica taurina igualmente».
A todas estas, Jesús Araujo “Castoreño” hizo de Tovar su segundo patio o casa, en
especial la residencia de su compadre, “El Tovareño”, amistad que le uniría gran
parte de la vida, siendo admirador y ferviente defensor indiscutible del mencionado
espada, legado que pasaría a su hijo, Rafael Orellana. Esa tovareñidad si cabe
más que cualquier otro que haya nacido en esta tierra, lo que le valió para en
el 2018 por parte de la municipalidad Hijo Ilustre.
Además
de la crónica taurina, Jesús Araujo “Castoreño” ejercería desde el 2011 como Médico
Naturópata, donde de la misma manera le uniría a quien sería su compañera de
vida, su colega y esposa, Carmen Belandria de Araujo, ejerciendo así mismo esta
profesión en suelo argentino por varios años.
Finalmente este miércoles su cuerpo nos dejaría de
este plano, pero no su recuerdo, legado ni espíritu jovial, alegre, ese quien
tantas veces tuvimos la ocasión de compartir y disfrutar a través de su pluma, que
se mantendrá indeleble por mucho tiempo en quienes le conocimos. Descasa en Paz
mi estimado “Castoreño”.
Foto: Aníbal García Soteldo
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