Este sábado en sus 85º aniversario
Augusto Rodriguez Jauregui, de los veteranos aficionados practico que quedan, este sábado en el MCC. Foto: Cortesía |
RUBEN
DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Para
este sábado 28 del mes en curso, esta pautado que se escenifique en la placita
de toros del Merida Country Club, el tradicional festival taurino en el marco
del LXXXV de este centro de ocio y esparcimiento selecto en la capital
emeritense.
Sin
duda alguna que es este festejo un motivo más que idóneo para el reencuentro de
numerosos taurinos y aficionados que tienen con epicentro de reuniones exclusivas
estas dependencias que constituyen un patrimonio para quienes sienten a Merida
como propia, pues en ellas se han fraguado muchas de las decisiones del pasado,
presente y futuro de nuestra universitaria y turística ciudad que nos acobija.
El
cartel reúne en la lidia de tres utreros de la ganadería de El Trébol, propiedad
de don Augusto Rodríguez Jauregui, por parte de los matadores de toros Otto Rodríguez
(quien reapareció de luces el pasado mes de agosto en La Grita), Jonnatan Guillén
y el propio Augusto Rodríguez Jauregui, y como colofón, la presentación en publico
del nieto del recordado hombre del toro tachirense como lo fue don Hugo Domingo
Molina, ante una añoja de sus propios hierros, el cual lleva por nombre Hugo José
-hijo de la morocha- lo que significa la continuación de la estirpe taurina de
una de las familias a las que la fiesta brava, en especial en los andes venezolanos,
le debe gran parte de lo que es hoy en día.
Será
una tarde para pasarla en compañía de amigos y en especial camaradería, con el orden
y liturgia que impone un festejo que se ha hecho fijo por estos días en el
calendario taurino emeritense.
Marco Pérez
Salía Juan Belmonte como
espectador de la plaza de Córdoba y le preguntaron qué opinaba del nuevo
fenómeno y contestó: "Que debutó con caballos, llenó la plaza y cobró
cuarenta mil duros, ¿qué más puedo decir?" Era Manuel Benítez "El
Cordobés". Luego pasó lo que pasó.
Marco Pérez debutó solo con
caballos hace ocho días en Istres, Francia. Llenó la plaza y no sé cuánto
cobró, pero se fue a hombros con tres orejas de cuatro misericordiosos utreros,
casi erales de Gallón y con todo el bullicio mediático tras él. Sólo Antonio
Lorca se atrevió a titular en El País: "Discreto debut".
Anteayer, debutó en España.
Arenas de San Pedro, corrida mixta, con figuras, y ya con solo tres cuartos de
entrada, Talavante, una oreja; Perera, ovacionado, y él, de nuevo a hombros con
tres orejas de dos novillos de El Pilar, sin edad ni peso publicados. Triunfal
barullo periodístico. Nadie arriesgó una glosa.
Tengo fresca en mi memoria su
imagen pueril, a hombros de César Rincón, El Juli, Enrique Ponce, Roca Rey,
Emilio de Justo, Juan Ortega, José Arcila… tras el festival nocturno de
Manizales, Colombia, el siete de enero de 2022, casi dos años. Tenía, catorce,
ahora dieciséis.
Bueno, era imposible obviar que
algunos de quienes le cargaban entonces, también fueron niños toreros y
novilleros de impacto. Unos con más impulso de sistema y prensa que otros, pero
casi todos después, figuras del toreo. Qué honor. Le había cortado dos orejas a
un eral de Ernesto Gutiérrez. Todo el mundo se hacía lenguas. Todo tan bonito,
todo tan fácil, todo tan enternecedor. Y tan ilusionante, la eterna primavera
del toreo que siempre anuncia nuevos brotes en reemplazo de los marchitos.
De ilusiones así está llena la
historia. Claro que con reclamos diferentes. El "más cornadas da el
hambre" de El Espartero. Joselito El Gallo exigiendo como novillero una
corrida de toros para debutar en Madrid. El Guerra alertando los públicos:
"Vayan a verlo (al joven Belmonte), pues así no se puede torear y vivir
mucho tiempo. Los caídos y sobrevivientes del "Valle del terror", El
Cordobés, entre ellos…
Y bueno, en esta dura profesión
del riesgo, el miedo y la muerte… 1987, Joselito Arroyo ensartado del cuello y
arrastrado en Las Ventas por "Limonero" de Peñajara (700 kilos)… La
formación sobreprotegida y complaciente, puede llevar a la blandura, el
aburguesamiento y la vulnerabilidad. Las adulaciones, el aplauso fácil, la
gloria exprés, traer consigo el hastío y la vanidad fatua.
—No importa, hay que cuidarlo,
la Fiesta lo necesita — he oído decir.
Para verdades el tiempo. Quizá
Marco con sus graciosas maneras infantiles y sus mentores, terminen refutando
la historia. Cambian tanto los modos.
Por mi parte, sigo creyendo que
el camino de los mitos toreros, ha sido el de la exigencia, el rigor y la
dificultad. Lo demás, puede rendir unas temporadas, pero difícilmente arraigar
en esa profunda oquedad subconsciente de las masas y las generaciones. / Jorge Arturo Díaz Reyes
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