martes, 24 de octubre de 2023

Festival de lujo en el Merida Country Club

Este sábado en sus 85º aniversario
Augusto Rodriguez Jauregui, de los veteranos aficionados practico que quedan, este sábado en el MCC. Foto: Cortesía
 
RUBEN DARIO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
 
Para este sábado 28 del mes en curso, esta pautado que se escenifique en la placita de toros del Merida Country Club, el tradicional festival taurino en el marco del LXXXV de este centro de ocio y esparcimiento selecto en la capital emeritense.
 
Sin duda alguna que es este festejo un motivo más que idóneo para el reencuentro de numerosos taurinos y aficionados que tienen con epicentro de reuniones exclusivas estas dependencias que constituyen un patrimonio para quienes sienten a Merida como propia, pues en ellas se han fraguado muchas de las decisiones del pasado, presente y futuro de nuestra universitaria y turística ciudad que nos acobija.
 
El cartel reúne en la lidia de tres utreros de la ganadería de El Trébol, propiedad de don Augusto Rodríguez Jauregui, por parte de los matadores de toros Otto Rodríguez (quien reapareció de luces el pasado mes de agosto en La Grita), Jonnatan Guillén y el propio Augusto Rodríguez Jauregui, y como colofón, la presentación en publico del nieto del recordado hombre del toro tachirense como lo fue don Hugo Domingo Molina, ante una añoja de sus propios hierros, el cual lleva por nombre Hugo José -hijo de la morocha- lo que significa la continuación de la estirpe taurina de una de las familias a las que la fiesta brava, en especial en los andes venezolanos, le debe gran parte de lo que es hoy en día.
 
Será una tarde para pasarla en compañía de amigos y en especial camaradería, con el orden y liturgia que impone un festejo que se ha hecho fijo por estos días en el calendario taurino emeritense.
 
Marco Pérez
 
Salía Juan Belmonte como espectador de la plaza de Córdoba y le preguntaron qué opinaba del nuevo fenómeno y contestó: "Que debutó con caballos, llenó la plaza y cobró cuarenta mil duros, ¿qué más puedo decir?" Era Manuel Benítez "El Cordobés". Luego pasó lo que pasó.
 
Marco Pérez debutó solo con caballos hace ocho días en Istres, Francia. Llenó la plaza y no sé cuánto cobró, pero se fue a hombros con tres orejas de cuatro misericordiosos utreros, casi erales de Gallón y con todo el bullicio mediático tras él. Sólo Antonio Lorca se atrevió a titular en El País: "Discreto debut".
 
Anteayer, debutó en España. Arenas de San Pedro, corrida mixta, con figuras, y ya con solo tres cuartos de entrada, Talavante, una oreja; Perera, ovacionado, y él, de nuevo a hombros con tres orejas de dos novillos de El Pilar, sin edad ni peso publicados. Triunfal barullo periodístico. Nadie arriesgó una glosa.
 
Tengo fresca en mi memoria su imagen pueril, a hombros de César Rincón, El Juli, Enrique Ponce, Roca Rey, Emilio de Justo, Juan Ortega, José Arcila… tras el festival nocturno de Manizales, Colombia, el siete de enero de 2022, casi dos años. Tenía, catorce, ahora dieciséis.
 
Bueno, era imposible obviar que algunos de quienes le cargaban entonces, también fueron niños toreros y novilleros de impacto. Unos con más impulso de sistema y prensa que otros, pero casi todos después, figuras del toreo. Qué honor. Le había cortado dos orejas a un eral de Ernesto Gutiérrez. Todo el mundo se hacía lenguas. Todo tan bonito, todo tan fácil, todo tan enternecedor. Y tan ilusionante, la eterna primavera del toreo que siempre anuncia nuevos brotes en reemplazo de los marchitos.
 
De ilusiones así está llena la historia. Claro que con reclamos diferentes. El "más cornadas da el hambre" de El Espartero. Joselito El Gallo exigiendo como novillero una corrida de toros para debutar en Madrid. El Guerra alertando los públicos: "Vayan a verlo (al joven Belmonte), pues así no se puede torear y vivir mucho tiempo. Los caídos y sobrevivientes del "Valle del terror", El Cordobés, entre ellos…
 
Y bueno, en esta dura profesión del riesgo, el miedo y la muerte… 1987, Joselito Arroyo ensartado del cuello y arrastrado en Las Ventas por "Limonero" de Peñajara (700 kilos)… La formación sobreprotegida y complaciente, puede llevar a la blandura, el aburguesamiento y la vulnerabilidad. Las adulaciones, el aplauso fácil, la gloria exprés, traer consigo el hastío y la vanidad fatua.
 
—No importa, hay que cuidarlo, la Fiesta lo necesita — he oído decir.
 
Para verdades el tiempo. Quizá Marco con sus graciosas maneras infantiles y sus mentores, terminen refutando la historia. Cambian tanto los modos.
 
Por mi parte, sigo creyendo que el camino de los mitos toreros, ha sido el de la exigencia, el rigor y la dificultad. Lo demás, puede rendir unas temporadas, pero difícilmente arraigar en esa profunda oquedad subconsciente de las masas y las generaciones. / Jorge Arturo Díaz Reyes

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