jueves, 3 de marzo de 2022

OPINIÓN: - ¿De qué sirven las orejas en la Plaza de Toros de Mérida?

RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Foto: Federico Montes
 
Ha culminado con un éxito artístico importante la edición del 2022 de la Feria del Sol este pasado lunes. La de la recuperación de una cita que se ha convertido junto con la de San Sebastián en San Cristóbal y de la Virgen de Regla en Tovar, en los epicentros y núcleos de referencia taurina en el país. Ojala y más pronto que tarde se puedan recuperar otras plazas que son necesarias por antonomasia para una afición que se encuentra ayuna de ese periplo que en su época comenzaba por agosto con las citas feriales tachirenses y se remataba por marzo en Maracay…
 
Lo de Mérida llama a muchos a análisis y acalla muchas voces agoreras que apostaron por el fracaso a solo 41 días de haberse recibido por parte de las empresas taurinas Hermanos Rodríguez Jáuregui & Hermanos Manfredi López la gestión de una feria que venía en un peligroso camino sí no hubiese sido rescatada a tiempo de las fauces de quienes se creyeron amos, dueños y soberbios de una afición que poco a poco les fue dando la espalda. Ya usted estimado lector sabrá a quien me refiero…
 
Lo cierto del caso que lejos de las 20 orejas, un indulto, y un toro de vuelta al ruedo que se pasearon en esta edición ferial, la gente, ese que llamamos público, aficionado o taurino de “hueso colorao” que nos encontramos en los tendidos, ha disfrutado y ha vuelto a la plaza, de la misma forma que le habían “echado” tras la larga lista de errores que se habían venido sucediendo en una feria, tan noble como sana como la merideña, pero que lamentablemente la persigue el “sanbenito” de estar aún manipulada por personajes o personalidades que tal vez involuntariamente o adrede, tratan de rebajarle la trascendencia que bien pudiera tener todo lo que en su vetusto ruedo suceda. A los hechos nos vamos…
 
De las veinte orejas concedidas por el palco presidencial emeritense, cinco, es decir la cuarta parte de las concedidas, fueron a parar a las manos del diestro venezolano Jesús Enrique Colombo, tres en su primer paseíllo y dos la lluviosa tarde de cierre. Para ello hizo gala de variedad, técnica, entrega, raza, valor, ambición, orgullo, personalidad, y varios y varios elementos, que a final de cuenta, todas estas fueron solicitadas por los presentes en los respectivos festejos feriales donde hizo el paseíllo. El marco de la primera tarde, la del sábado, quedará en la retina de muchos aficionados, como el mayor triunfo de la edición de este año, pues lograr meter más 12 mil personas en una plaza, en las condiciones tan desfavorables que vivimos y sentimos la Mérida que disfrutamos y conocemos quienes nos gusta la fiesta brava, es de verdad, a reconocer.
 
Pero parece ser que a final de cuentas, en el balance oficial de la premiación ferial, no se sí intencionada o mal intencionadamente, vaya saber usted, se hayan olvidado en el cómputo global dichas orejas otorgadas desde la pajarera presidencial de nuestra plaza monumental. ¿Entonces para que se entregaron?
 
Llama poderosamente la atención, porque sin lugar a dudas el arte del toreo es un espectáculo más dado a la calidad que a la cantidad, a lo subjetivo que a lo objetivo, pero si nos vamos a lo netamente objetivo que debe de imperar, que es el deber ser, muchas veces y viene siendo costumbre en nuestra cita ferial merideña, la premiación final se ha venido convirtiendo más en un conciabulo de caprichos que otra cosa. Vuelvo y repito: ¿De qué sirven las orejas en la Plaza de Toros de Mérida?
 
El palco presidencial merideño para este año ha sufrido una especie de reestructuración, y bien que hacía mucha falta hacerlo desde hace mucho tiempo. Es más, debe aún sufrir todavía una “vuelta de tuerca” más aun, a tenor de otros hechos, como por ejemplo lo es el irregular rasero del toro de lidia que se presenta en dicha feria, maquillado con pesos que son una “tomadura de pelo” o un chiste de mal gusto para el criterio de quienes estamos en la plaza. Pero lo de las orejas, indultos, rabos, vueltas al ruedo y demás premios que se conceden es ya preocupante, como lo que en su momento sucedió con la cita marabina de La Chinita, que con el paso de los años le convirtieron en una verdadera parodia, fruto de un errático parecer de unos señores, que pensaron que dejando a todo mundo, o para ellos la mayoría contentos, estaban haciendo el bien a la feria, cuando fue todo lo contrario.
 
En este nuevo resurgir de la Feria del Sol, ese evento que mayoritariamente engloba lo que transcienda en la plaza de toros y sus corridas, no podemos permitirnos que se caiga en los errores o gazapos que han sucedido estos últimos años, donde en vez de dar categoría y respeto, se le ha venido restando. No podemos hacer eso, cuando tenemos la Espada de Damocles sobre nuestro “pescuezo” en el accionar de un Fiscal General del Estado como el actual empeñado en hacernos ver los malos de la película, cuando no es cierto. Y si no lo sabes, una muestra lo que sucedió con la cuadra de caballos de picar en la primera tarde. Los líos de nuestra fiesta se resuelven dentro, con el criterio y sindéresis que implica tener un juicio imparcial, empezando por nuestras comisiones taurinas, el órgano facultado para regir todo lo que implica la lidia, antes durante y después de esta.
 
Lejos está aquellos años cuando nuestros triunfos en nuestras plazas, si tenían ese peso que trascendía nuestras fronteras, y si no vamos a los casos de Antoñete, Ortega Cano, Nimeño II, César Rincón por mencionar algunos que arrancaron desde acá su eco, fruto de triunfos legítimos, ante los ojos de todo el mundo.
 
Que no se malinterprete lo que se está diciendo. Lo alcanzado por los toreros en el ruedo es de mucho, muchísimo merito, ya el hecho de vestirse de luces es de respeto. Pero otra cosa es ponderar con equidad y criterio lo que ha sucedido en la arena, facultad que debe recaer en aficionados y taurinos de amplio conocimiento de lo que implica la lidia, su entorno y en especial, la categoría de la plaza en la que están dictando sentencia a lo que suceda.
 
Por eso mismo, de nuevo hacemos la pregunta a quienes compete en nuestro palco presidencial emeritense, ¿De qué sirven las orejas en la Plaza de Toros de Mérida?

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