Cierre de feria en jornada de ocho toros
El
menudo coleta valenciano, radicado en Madrid, ha desorejado al primero de su
lote, y pudo cortar las orejas de su segundo de no fallar con el acero,
saliendo en hombros en la tarde de cierre. *** Una oreja paseó el español Pérez
Mota y desconcertante actuación de Tomás Martínez.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Fotos: RDV
TOVAR,
Mérida (Enviado Especial).- La última función de la feria tovareña ha contado con un ambiente donde los
presentes no han salido decepcionados de la misma. Los toros de Don Hugo
Domingo Molina, justos de presencia como fue el común denominador de esta edición,
ofrecieron a la terna de actuantes espadas la posibilidad del triunfo. Otra cosa
es que lo hayan ratificado con el acero, quien es el indiscutible salvoconducto
para cortar las orejas.
La actuación más completa, por entrega, variedad y
en especial claridad de ideas corrió a cargo del joven espada carabobeño César
Valencia, aprovechando al máximo las bondades de un noble ejemplar ranchero,
para al final asegurar la Puerta Grande que pudo ratificar ante su segundo del
lote, en trasteo de mayor calado en el tendido, que lamentablemente emborronó
con la espada. Pudiéramos haber estado hablando del corte de cuatro orejas,
bien otorgadas y ganadas en buena lid, que ya es mucho decir. El debutante gaditano
Manuel Pérez Mota se llevó una, tras labor realizada al segundo suyo, mientras
que Tomás Martínez tuvo una actuación de arena y cal, que demostró el poco
rodaje o presión ante el conclave que ayer se dio cita en el ruedo tovareño.
La tarde la abrió una actuación de detalles artísticos
“chispeados” del diestro gaditano Manuel Pérez Mota, ante la sosa y endeble
embestida principalmente por el lado derecho del astado que pechó en suerte por
la mañana. El espadazo atravesado y dos golpes con el verduguillo silenciaron
su labor.
Mejor disposición y mayor emoción demostró ante el
cuarto, ejemplar de nobleza medida y cuidada por el coleta en mención, en
series a la altura y velocidad que requería el astado, nuevamente por la mano diestra
como base para ovacionársele en tandas preñadas de dominio, temple y buen
gusto. El espadazo ligeramente desprendido bastó para que doblara la res y con
ello el corte de una oreja.
Atropellado y voluntarioso se le vio con el
sobrero que regaló, animal de mayor y armónica presencia que los hermanos
salidos de toriles para ese momento. Fue una lidia más para la galería que otra
cosa, invitando a banderillear de paisanos a Rafael Orellana y Daniel Luque,
saliendo comprometido del par que clavó comprometido en la cara, sin mucha técnica
y poco conocimiento de terrenos. Su trasteo sería un dechado de ganas por
agradar ante un astado que no le puso fácil las series, lo que al final la
gente poco le agradeció tras despenarlo de media desprendida, para ser silenciado.
Tomás Martínez mostraría intenciones temerarias de
jugársela con un escalofriante recibo a porta gayola por la espalda. Luego del
comprometido trance, poco o nada a gusto se le vería, pues el toro se le vencería
en reiteradas ocasiones por el pitón izquierdo, razón por la que pasaría un
quinario en la muleta, donde el toro siempre le tuvo a su merced y bajo la
incertidumbre resolutiva del torero. Salvaría tal circunstancia tras varios
viajes con el acero, no sin antes pasar verdadera fatigas.
Con el que cerro dilatada jornada, segundo sobrero
de regalo, volveríamos a ver el Tomás con más dudas que certezas, ante un toro
que nuevamente le exigiría el carnet del rodaje que demostró Martínez no cuenta.
Es la realidad de la mayoría de nuestros toreros que se ven comprometidos a
jugarse los contratos en tarde de tanta responsabilidad y ante la mirada
escrutadora de sus paisanos.
César Valencia no ha dejado por su parte resquicio
a dudas. Debutaba como matador en Tovar con la meta de no pasar desapercibido,
y así lo hizo, con la brillante actuación en sus dos toros que estoqueó, el
primero sacándole partido en todos los tercios, especialmente con la pañosa, citándole
con distancia, temple y firmeza de terrenos, en los medios, aprovechando la
nobleza bonancible de «Rolinera». La estocada ligeramente desprendida haría doblar
al animal para serle concedida con fuerza las dos orejas, sin discusión alguna.
El que cerró su lote sería el toro más interesante
de todo el lote enviado por Don Hugo a Tovar en sus dos corridas para mi
humilde criterio. Fue «Culimbo» un
animal de gran tranco, transmisión y emoción en su embestida, la que aprovechó
para brindársela en memoria del recordado Kike Rosales, a través de los micrófonos
de la transmisión que realizamos desde el callejón. El tercio de banderillas tendría
ribetes de recuerdo a su tío Bernardo con el “par de la silla” para luego en la
muleta dejar en el ruedo Valencia todo un recital de buen toreo, de mano baja,
lentitud y serenidad, lo más llamativo para torero nacional en esta edición ferial,
cuajando serios ligadas, templadas, mandonas, firmes como quien llevara 50
corridas toreadas en el año. Grata sorpresa que contaría con la unanimidad de toda
una plaza entregada, que lamentablemente no tuvo la rúbrica de la espada, pues
hubo de necesitar cuatro viajes con el acero, para recibir cariñosas palmas que
fueron poco para la dimensión dejada en la arena.
Finaliza así una edición ferial taurina tovareña
donde el lunar negro ha sido la presentación del toro. Lo demás, bien o mal es cuestión
baladí, a la que se debe de tener cuidado y mayor esmero para una nueva
oportunidad si queremos que esto se mantenga. Sino estamos a convertir lo poco
que nos queda de seriedad de nuestra fiesta brava en verdadera pantomima. Que quede
ese mensaje para Johan Santana, quien intuimos que tomara nota de esto, si
quiere contar con el éxito y el triunfo en lides de tal magnitud complejas como
esta. Vaya mi parabién por el esfuerzo de antemano.
FICHA DEL FESTEJO
Con poco más de media plaza de plaza
(aproximadamente 3500 personas) en tarde agradable soleada y calurosa, se han
lidiado toros de las ganaderías tachirense de Rancho Grande (1º, 3º, 5º, 6º y 8º)
y El Prado (2º, 4º y 7º) ambos hierros propiedad de Don Hugo Domingo Molina,
justos de presencia, faltos de remate, con evidente signos de haber sido
manipulados de pitones, que en la muleta fueron nobles en distintos grados, a excepción
del complicado 2º, con genio y áspero. El más emotivo en su embestidas fue el 6º,
bravo y encastado en la muleta.
Manuel Pérez Mota, de verde esmeralda y oro,
silencio, oreja y silencio en el de regalo.
Tomás Martínez, de berenjena y azabache,
silencio tras aviso, palmas y silencio tras aviso en el de regalo
César Valencia, de nazareno y oro con cabos
blancos, dos orejas y palmas.
Destacaron en la excelente brega desplegada
a lo lago de la tarde el subalterno español Juan Contreras y en banderillas Ramón
Contreras y Francisco “Chico” Paredes, y en la vara Guillermo Guimerá.
Plaza de Toros Coliseo El Llano de Tovar. Tercera
y última corrida la Feria de la Virgen de Regla 2018. *** Previo al paseíllo en
el Patio de Cuadrillas se develó placa al veterano novillero en retiro y gestor
taurino Ramón Ramírez Rizquez y al subalterno ibérico fallecido Don Ricardo Mencía.
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