Un
dócil, manso y anovillado encierro fue suficiente para que Luque sublimado y De
Castilla todo corazón, cortaran cuatro orejas cada uno, mientras un Ferrera
total recibió dos del cuarto. La plaza un manicomio, ante ganadería que de la
misma manera cerraría venidera edición de la Feria del Sol…
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Tarde apoteósica la de ayer jueves en Manizales, donde los toros del ganadero Juan Bernardo Caicedo dieron opción al triunfo de la terna de espadas actuantes. Foto: Camilo Díaz |
JORGE
ARTURO DÍAZ REYES
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Los kilos sí importan, cuando expresan edad y
cuajo. Además, la ley fija unos mínimos para plaza de primera. Hoy cuatro
rozaron ese límite, dos de 440 kilos y dos de 442. De haber estornudado tras el
pesaje seguramente hubiesen quedado en la ilegalidad, se imagina uno. Los
otros, primero y cuarto de 454 y 456 respectivamente subieron piadosamente el
promedio a 446, peso usual en plazas exigentes para novilladas con caballos.
Además los escrotos vacíos, las caras pueriles y la poca corpulencia no se
compadecían con el poderoso cartel torero. Obedientes, sí, pero sin emoción,
además de no haber sido picados, rajados en finales. Juan Bernardo, nieto
invitado por los matadores, que pusieron todo para la apoteosis, salió a
hombros con ellos.