Este pasado sábado con el corte de cuatro
orejas
Emotiva presentación como matador de toros del espada tovareño Rafael Orellana, el pasado sábado en la localidad alcarreña de Maranchón. Foto: Aníbal García Soteldo |
En corrida
mixta, el espada tovareño, quien venía de una cornada hace menos de dos
semanas, finalmente se presenta de vestido de luces en suelo ibérico, a poco
más de tres lustros de doctorado.
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Lo fuerte del percance el pasado 14 de agosto,
hizo temer a muchos –entre ellos este servidor- que su incursión española quedaría
como mero intento. Pero no fue así, pues la voluntad y tesón para no dejar pasar
la ocasión (casi 17 años después de alternativado) de presentarse como matador
de toros en España, luego de un periplo bastante extenso pro ruedos peruanos,
donde se ha mantenido en activo, pero que en nada es ni representa el nivel de
exigencia que impone el toro y afición española. Totalmente distinto el panorama.
Este sábado, finalmente se ofrecería la ocasión de
Orellana hacer su anhelado estreno. Las
terapias y rehabilitación obraron con el milagro de ponerle en el patio de
cuadrillas de la plaza de toros de la localidad alcarreña de Maranchón, poblado
donde en el marco de sus ferias y fiestas se lidiaron, según la reseña del
portal taurino burladero.com, toros de los hierros de Enrique Ponce, Víctor y
Marín y David Parra para el rejoneador Felipe Alcaraz (dos orejas y rabo), y a
pie abriendo plaza, Rafael Orellana (dos orejas y dos orejas), Santiago Mujica “El
Sargento del Perú” (vuelta al ruedo y oreja) y Yannis Djenibla “El Adoureño”
(dos orejas y dos orejas y rabo).
Vestido de verde manzana y oro, mismo color con el
que su padre Nerio Ramírez “El Tovareño” escribiría los mejores trasteos de su larga
trayectoria, así salió al ruedo, con los puntos de la herida aun cicatrizando,
pero con la ilusión de hacerse notar, como resultó en ambos trasteos, lo que le
hizo que desorejara a dichos astados, los cuales de seguro conservará para la
posteridad, pues es fruto de la paciencia, perseverancia y profesionalismo durante
todos estos años.
Se espera que en los próximos días de la misma
manera Rafael Orellana se avoque a mantener una rehabilitación optima, de cara
a su importante presencia en el marco de la inminente Feria de Tovar, donde estaría
haciendo cartel al lado de los espadas españoles Curro Díaz y Miguel Ángel
Perera, en la lidia de reses colombianas de El Capiro de Sonsón.
Novillero José
Antonio Valencia apoteósico en Sanlúcar de Barrameda
El pasado fin de semana de la misma manera nos
permitió saborear las mieles del éxito rotundo para la torería venezolana, en
particular en la primigenia carrera novilleril del joven José Antonio Valencia,
hijo del torero del mismo nombre, quien a comienzos de la década de los ’90
hizo de los ruedos nacionales junto al recordado Bernardo Valencia (su hermano)
importantes campañas.
La nueva generación de los Valencia, tras el paso
de los hijos de Bernardo, y el retiro casi voluntario de César Valencia -quien señalan
haberse residenciado en Alemania- hacen que este último vástago perpetúe el legado
de una de las dinastías de toreros más llamativa después de los Girón, en los últimos
años.
Es así como este pasado domingo ante las cámaras de
Canal Sur Andalucía, el cual pudimos apreciar con lujos de detalles bajo la
singular narración de Enrique Romero y el maestro Francisco Ruiz Miguel, se evidenció
la solvencia y capacidad de un torero que con este festejo y ante la transcendencia
del mismo, le va abrir muchas puertas, las mismas que con solo 7 novilladas picadas
en los últimos años se comenzaran a despejar, pues lo hechos hablan por sí
solo.
La faena al primero de su lote fue un derroche de variedad
que lamentablemente no contó con la rúbrica de la espada, cortando una oreja,
pero su segunda, ante el bravo colorado del hierro del matador en retiro Chamaco
fue un dechado de raza y entrega, tal como lo deja en evidencia la crónica de
burladero.com el cual transcribimos, y que constituye un hito, pues no se tiene
registro de novillero venezolano alguno de haber tenido el honor de indultar
astado.
«José Antonio Valencia arrasó en sus dos
novillos mostrando que viene para mandar, a su primero le arrebató una oreja
con petición de la segunda no atendida por el palco. Pero lo más importante
vino en su segundo al que lo cuajó de principio a fin por ambos pitones, gustándose
y mostrando que no ha venido de Venezuela para ser uno más. Los tendidos
enloquecieron y empezaron a asomar pañuelos pidiendo el indulto para un
bravísimo novillo de Chamaco que se ganó la vida en Sanlúcar de Barrameda, fue
indultado y quedará para la historia de la ganadería, la plaza y el torero que
no sólo estuvo a la altura sino que gran parte del indulto se debe a una gran
faena muy bien estructurada. Dos y rabo simbólicos».
Se da la circunstancia que el día anterior José
Antonio Valencia hijo, había toreado en la localidad vallisoletana de Pedrajas
de San Esteban, en el marco del II festejo del certamen "Piñón de
España", en la lidia de reses del hierro veragueño de Tomás Prieto de la
Cal, despachando en solitario dichos astados, tras ser herido en el que abrió plaza
el astado a su compañero de cartel Gómez Valenzuela, obteniendo como saldo artístico
el siguiente balance: silencio tras aviso, ovación con petición de oreja y
silencio.
A propósito de
Roca Rey tras su paso por la Semana Grande en Bilbao
Merece la pena el análisis que hace el destacado
periodista sevillano Álvaro Rodríguez del Moral en su habitual nota semanal que
publica en el Diario Corre de Andalucía.
«El inapelable triunfo de Roca Rey fue más
allá de su propia historia taurina y tuvo la virtud de devolver al anillo
bilbaíno su declinante cualidad de escenario trascendental del toreo, perdida
en una maraña social, taurina y económica que merecería otro análisis. La
presencia del peruano en las cenicientas arenas del Bocho ya tenía carácter de acontecimiento,
subrayado por la presencia de ese público que tanto se echa de menos en el
remozado coso de Vista Alegre, víctima del desapego de la sociedad vasca –la
sombra del nacionalismo es demasiado larga- a la fiesta de los toros que ya ha
condenado el coso de Vitoria y mantiene en un difícil tenguerengue el moderno
anillo donostiarra.
Son asuntos complejos que se escapan de este
Observatorio, más pendiente del definitivo pronunciamiento del paladín limeño.
Más allá de las orejas que cortó hay que marcar una constante, común a las
grandes figuras de todas las épocas: es esa excepcionalidad que trascendió del
propio ámbito taurino para hacer saltar el impresionante despliegue vivido en
el ruedo fuera de las órbitas de la plaza, del propio planeta de los toros. El triunfo de Roca Rey fue un verdadero
acontecimiento popular que derribó todas las barreras y zancadillas que
recortan la verdadera dimensión mediática del hecho taurino».
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