ZABALA DE
LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario EL
MUNDO de Madrid
La Feria de Abril 2022 -más allá de la medición
los triunfos oreja arriba o abajo- ha dejado un reguero de cosas memorables,
una vitrina de faenas verdaderamente importantes coronada por Morante. El genio
de La Puebla selló un abril creciente -todas sus citas merecieron un marco que
no todos vieron-, medido con una plaza con el freno de mano echado. Las tres
tardes de El Juli -Puerta del Príncipe incluida- han sido impecables, el
magisterio absoluto. Y entre Morante y Juli, el nexo de Garcigrande. Otro que
se ha marcado un ferión, determinante. Entre la corrida del 4 de mayo -dos
lotes para la del Principe- y el sobrero volcánico de Morante, imbatible Justo
Hernández. Con permiso de Victoriano del Río, claro está. Gran corrida la suya
el día del aldabonazo de Tomás Rufo bajo la tormenta.
He de decir que la faena de El Juli a Forajido fue
la faena de la tarde. La huella de Rufo, la de su izquierda y su capote, la fe
ciega en la espada, la proyección sin techo, ahí quedó, por encima de la
fotografía de la Puerta del Príncipe que es un lanzamiento en toda su
extensión. Por ella también salió Daniel Luque, demasiado pronto para el eco
final. Un valor indiscutible, esa forma de jugarse la vida. Lo de Guillermo
Hermoso de Mendoza fue, como lo de TR, el alumbramiento de una nueva figura en
ciernes. A todos les queda pasar por el fielato de Madrid, que querrá, ya
verán, ejercer de contrapeso con Sevilla. El intento de asaltar la Puerta del
Príncipe de Roca Rey por lo civil y por lo penal, entre tanta polvareda
polémica, no hace justicia a su tremendo momento de nuevo. Seguro que me olvido
de datos, el jaleo de Ferrera, que encubrió un victorino de ensueño y su propia
esencia, la sobriedad maltratada de Perera, o dos toros y medio de nota de
Santi Domecq. Pero lo que no borraré ni con empeño será la faena de Morante a
Ballestero. Esa obra forma parte ya de la mitología histórica del toreo.
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