martes, 26 de abril de 2022

TEMPORADA EN MADRID: Un toro notable de El Montecillo

Y con él una faena garbosa y ligera de Curro Díaz. Con un tercero incierto vuelve a probar su buen aire el extremeño Tomás Campos, Valeroso Sergio Serrano
 
BARQUERITO
Especial para VUELTA AL RUEDO
 
EL TORO DE
la corrida fue un cuarto cinqueño de hermosas hechuras. En el tipo y prototipo de su procedencia original: Juan Pedro. Negro salpicado, muy astifino. No quiso caballo, volvió grupas y un picador veterano y sabio, Luis Miguel Viloria, supo pegarle a salida tapada un excelente puyazo de horma. Dolido en una segunda vara testimonial, salió suelto y huido entonces.
 
En los lances de recibo de Curro Díaz -excelente colocación, dispares logros, grandes intenciones, dos enganchones impropios- el toro se había estirado y descolgado con son. Un rico galope en banderillas y una notable, franca y pronta embestida en la muleta. Transparente por la mano derecha, más cara por la otra. Curro Díaz abrió en tablas con una gavilla de doblones, trincheras, el de la firma al desmayo y el remate. Propicias y codiciosas las embestidas, airoso el garbo del torero de Linares, que estuvo plantado en distancia fuera de las rayas para una segunda tanda en redondo seguida más que ligada, bien tirada, cantada con sus voces en los cites.
 
Desigual una tanda con la izquierda embarcada con abuso del pico pero rematada con habilidad y la guinda de una linda trinchera. De vuelta a la mano mejor, Curro pecó de perder pasos y de compensar la pérdida con fogonazos bien dibujados. Hasta que se derrumbó el toro casi de repente. Costalada sin previo aviso. Costó levantarlo. Todavía antes de cuadrarlo se entretuvo en cobrar una tanda menor. Una estocada sin puntilla. Palmas para el toro, vuelta al ruedo de Curro.
 
Nervioso, de viajes cortos en la media altura, la carita arriba, revoltoso y punteando, el primero, repetidor, fue toro de mucha movilidad y, aunque corto de cuello, ágil. el mejor de los tres jugados por delante. Curro optó por torear muy encima. Habilidad para abrir al toro, listeza para perderle pasos, buenos golpes de muñeca. Se vino abajo a última hora el toro, que la cara entre las manos en la igualada, forzó una estocada desprendida.
 
No tuvo mayores glorias la corrida de El Montecillo, la ganadería que los herederos de Paco Medina -antes El Ventorrillo- pusieron a la venta el pasado invierno. Se pararon segundo y quinto, claudicó muchas veces el sexto y saltó un hondo tercero de interés por dos razones: por arrear y por incierto. Por arrear, pero cabecear en las repeticiones. Muy dañinos dos puyazos traseros que dejaron al toro sin golpe de riñón. Por incierto, fue también toro probón. El hueso de la corrida. Tomás Campos, sorprendido en los dos primeros arreones en el recibo de capa, abrió faena con bellas dobladas. A lo largo de un trasteo de más empeño que hilván se dejó ver como torero de muy buen aire, refinado, encajado. Los muletazos que cobró buenos fueron buenísimos, pero sueltos. Con el sexto, que claudicante y flojo rebañó por las dos manos, estuvo Campos sereno y hasta perseverante.
 
Los dos toros del lote de Sergio Serrano, rebrincado el uno y aplomado el otro, que se acostó por las dos manos, fueron muy a menos, y ni los cambios de terrenos y distancias ni las pausas y paseos entre tandas sirvieron de mejora. Ni los cites frontales, ni el ganar al pasito el pitón contrario. El sello del valor en los dos turnos. Y un exceso de voces.
 
FICHA DEL FESTEJO

Seis toros de El Montecillo (Familia Loriente de la Ossa).
Curro Díaz, ovación y vuelta.
Sergio Serrano, ovación en los dos.
Tomás Campos, silencio tras aviso y silencio.
Primaveral. 7494 almas. Dos horas y diez minutos de función.

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