Bajo
el signo de Morante como protagonista, pero en competencia con Roca Rey, Daniel
Luque y Pablo Aguado, y con el colofón de un espectáculo particular: Manuel
Escribano, único espada en la corrida de Miura.
Especial para
VUELTA AL RUEDO
La última edición de la feria de abril de Sevilla
fue la de 2019. El año 20, víctima de la pandemia, estuvo cerrada la plaza de
toros, la singular Maestranza. En marzo de 2021 llegaron a anunciarse los
carteles del abono anual, pero las severas medidas sanitarias y las
restricciones de aforo dieron al traste con el proyecto. Lo hicieron inviable.
En septiembre, con solo el 60 por ciento de ocupación consentida, se celebraron,
entre el 18 de septiembre y el 3 de octubre, once corridas de toros, dos
novilladas y una rejones. Una tercera parte del abono previsto, pero una feria
en toda regla. Desubicada de sus fechas tradicionales, muy bien acogida y
celebrada, y de notables resultados.
En ella volvió a proclamarse Morante protagonista
y torero fuera de catálogo. Firmó entonces tres tardes, pero de los dos toros
de Miura comprometidos solo pudo matar uno porque, lesionado, fue devuelto el
otro. La hazaña prevista se quedó a medias y en frustrado amago. Un toro de
Juan Pedro Domecq lo había puesto dos días antes en los cuernos de la luna. En
cima inalcanzable. De aquella feria salieron en alza Diego Urdiales y, con un
toro de Victorino nada sencillo, Emilio de Justo. Manuel Escribano le cortó las
orejas a un miura y Juan Ortega hizo con el capote milagros. Entre ellos, el de
parar el tiempo. La única ausencia notable fue la de Pablo Aguado. Anunciado a
dos tardes, solo pudo cumplir una. Una fractura de tibia y peroné lo dejó en el
dique seco para la segunda. Iba a ser la del estreno del llamado cartel
sevillano: Morante, Ortega y Aguado.
La feria de abril
recupera ahora su calendario natural. El 17 de abril, domingo de Pascua,
torearon Morante, Ortega y Aguado una de Juan Pedro Domecq. No pasó casi nada.
El pasado domingo riñeron por su futuro seis matadores sevillanos -de Camas, de
Espartinas, de Écija, del barrio del Arenal- con una corrida de los dos hierros
-Virgen María y Santa Ana- de Jean Marie Raymond, un ganadero francés afincado
en Guillena, Sevilla. El ecijano Ángel Jiménez confirmó sus calidades como
torero de presente y no solo mera promesa.
El programa de 2022 se divide en dos mitades:
cuatro corridas de prefería, del 27 al 30 de abril, un domingo de respiro el
primero de mayo para rejones, y a partir del lunes 2 de mayo siete festejos
mayores en la semana de farolillos, que es la auténtica semana de la feria de
primavera, La feria de Sevilla. Morante será el protagonista de las dos
mitades: en la primera, con la corrida de Jandilla el viernes próximo; en
farolillos, viernes 7 y sábado 8, con toros de Núñez del Cuvillo y Torrestrella
respectivamente. Los seis alternantes de cartel en esas tres fechas serán
toreros de distinto carácter. Urdiales y Manzanares, Juan Ortega y Roca Rey, y
El Juli y el extremeño Manuel Perera, que toma la alternativa.
Todos esos compañeros de terna, salvo Ortega y el
joven Perera, torean dos tardes de feria. En dos tardes también comparecen
Daniel Luque y Miguel Ángel Perera. Una variada baraja de hasta once espadas
sevillanos se integran en la primera parte del abono, que se completa en la
segunda, en domingos de mayo y junio, con seis novilladas y, al cabo, con tres
corridas en septiembre, correspondientes a la feria clásica de San Miguel. Morante
dobla en esa otra feria y suma por tanto seis corridas de abono. Lo nunca
visto. Solo que dos percances recientes y casi seguidos en Añover de Tajo y La
Línea de la Concepción, dos violentas volteretas, han puesto a Morante sobre
aviso. Y el brazo derecho en cabestrillo. Su proyecto de cien corridas en 2022
ha sufrido un bocadito: Morante fue baja forzosa en la corrida de Primavera de
Brihuega y en la de Villaluenga del Rosario, una y otra, por cierto,
suspendidas por el mal tiempo el pasado fin de semana.
Dos son las notas a pie de página más llamativas
del abono. En primer lugar, la baja inesperada y por causa mayor de Emilio de
Justo, lesionado de mucha gravedad la tarde del 10 de abril en las Ventas.
Emilio iba a matar la corrida de Victorino Martin y una de jandillas de los
hermanos García Jiménez (Matilla). El cartel de Victorino ha quedado reducido a
un mano a mano de Antonio Ferrera y Miguel Ángel Perera. Paco Ureña, excluido
de los carteles originales, ocupa la otra vacante. Y luego, la gesta mayor -se
llaman así- de estas dos semanas de toros en Sevilla, que lleva unidos dos
nombres: Miura y Manuel Escribano, que va a matar la corrida de tan temible
hierro como único espada. No es una osadía. Se trata de un torero de capacidad
más que probada.
Las ganaderías de la feria y prefería son de
procedencia Domecq en distinto grado. Victoriano del Río, Santiago Domecq, El
Parralejo, Jandilla, Juan Pedro Domecq, Garcigrande, García Jiménez, Virgen
María también, y dos hierros mestizos, Núñez del Cuvillo y Torrestrella,
ligeramente desgajados del tronco madre del encaste. Victorino y Miura son,
desde luego, capítulo aparte.
Muchas expectativas. De la feria de 2019 salió
consagrado Pablo Aguado. Roca Rey se reivindicó entonces con un toro de
Cuvillo. Morante hizo unas cuantas maravillas. Ellos tres son los candidatos
cantados a triunfador de la feria. La terna que abrió la preferia del 19 -José
Garrido, Joaquín Galdós y Alfonso Canaval- es la misma que abre la de 2022.
Como si nada hubiera cambiado desde entonces.
POSTDATA
PARA LOS INTIMOS.- El nombre de
Marvizón está asociado a Sevilla por dos razones. Primero, porque todas las
tapaderas del alcant arillado están fabricadas en una Fundación Marvizón, que
es del país. El nombre aparece muy destacado en las tapaderas y, si tienes
afición a caminar por Sevilla, ¡y quién no!, te encuentras con Marvizón en
cuanto miras al suelo.
Lo propio de la ciudad es que tanto las funciones
de la Semana Santa como las de los días de feria se vean sacudidas por la
inestabilidad: sol, y, cuando sol, sol que ciega a partir del mediodía; nubes
de todas las clases, alturas y colores; lluvia, y cuando llueve, el trastorno
es inenarrable.
Las noches pueden ser frías. Las puestas de sol,
memorables. Aquí parece que se pone más despacio que en ninguna otra ciudad
española. Parece que el sol va metiendo los pies en el horizonte y
sumergiéndose como una onza de oro en la arena del desierto. Si las nubes
negras vienen de Huelva, expresión muy sevillana, lloverá. Y lloverá de lado. Y
al salir de la Maestranza está el paseo Colón sembrado de paraguas desguazados.
Son las tormentas de abril. Había y seguirá habiendo en el Canal Sur un Julio
Marvizón hombre del tiempo que no se equivocaba nunca. No sé si sería pariente
de los de las alcantarillas.
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