sábado, 3 de agosto de 2024

FERIA DE SAN IGNACIO – TERCERA CORRIDA Indultado un toro de una gran corrida de Murteira Grave por “Colombo”

Quinto de la tarde, de nombre “Almirante”, una auténtica máquina de embestir que desata una euforia incontenible. El venezolano Colombo esgrime sus armas y repertorio de torero popular. Notable debut en sanignacios de Clemente y Jorge Martínez.
 
BARQUERITO
Especial para VUELTA AL RUEDO
 
EL PRIMER TORO de una imponente corrida de Murteira Grave, un negro burraco de serio cuajo, derribó en un primer puyazo y salió suelto del primero bis. De mucha movilidad, pronto en banderillas, con un punto temperamental y codicia de bravo, se empleó en la muleta sin desmayo. Fue toro de dos manos: de entrega por la derecha, la cara arriba por la izquierda. Clemente se había estirado en el recibo de capa con lances de caro concepto -la verónica canónica- pero desiguales logros y el remate de media buena.

Sin pruebas, estuvo puesto desde el primer muletazo de una faena planteada y compuesta en los medios, de firmeza indiscutible y solución declinante. Mucho mejor el primero de sus tres tramos, cuando más pesaron los viajes en torrentera del toro, que el segundo, cuando el toro le corrigió y el fluido por la izquierda se cortó, y que un tercero de más que tuvo por broche una giraldillas de la vieja escuela y una excelente estocada.
 
De bravo salió el segundo, colorao, con muchos pies. Un toro nervioso y poderoso. Colombo pretendió cambiarlo con un solo picotazo trasero y llegó a cambiarse el tercio, pero el propio torero venezolano supo rectificar. De bravo se arrancó el toro para un segundo puyazo que hizo sangre corrida por el canal hasta la penca del rabo y no a la pezuña. Una rareza. Tres pares de banderillas de fatigosos preparativos. A los tres vino disparado el toro. Un cuarteo apurado, un segundo par de poder a poder reunido tras olímpica carrera y un tercero al violín de dentro afuera.
 
Colombo brindó a la gente joven de la meseta de toriles, territorio comanche, incondicional. Para ellos, y no solo, fue una faena muy de público, de gestos cómplices, pausas y más pausas, guiños y tiempos muertos. Dos vueltas le dio la banda al Zacarías Lecumberri, Entre vueltas y revueltas el toro cumplió con su deber: embestir, meter la cara y hacerlo por las dos manos. Espaldinas antes de la igualada, un pinchazo y una estocada defectuosa. Se había dejado Colombo el cañón en casa. Su hora estaba por venir.
 
Antes de esa hora saltaron dos toros: un tercero de magníficas hechuras, de sobresaliente codicia pero a menos y pegajoso en la muleta y un cuarto de gran trapío que se empleó en el caballo y se vendió caro después. Con el hermoso tercero dejó patente su calidad Jorge Martínez: lacios los brazos, compostura armoniosa, trazo lento del muletazo, suave manera de citar incluso a la voz, buen compás. Cuando el toro empezó a plantarse, perdió tensión la faena. En la reunión con la espada -estocada al segundo intento- Jorge se dislocó el hombro. Clemente se empeñó sin volver la cara con el hueso de la corrida, violento por la mano diestra, templado por la izquierda. Demasiado largo un trasteo de firmeza pero desigual factura. Media tendida. Y una vuelta al ruedo autoconcedida.
 
Y luego fue el acontecimiento inesperado: la bravura torrencial de un quinto toro que se había blandeado en el caballo y apuntado calidad en el capote -delantales, un recorte, un galleo, el inefable quite del Zapopán-, arreó en banderillas como un pura sangre y no paró de embestir y embestir con un ritmo insuperable en una faena de mucho carrete, de norias interminables por la mano derecha sin que el toro se soltara nunca, más meritoria en una sola tanda de naturales bien tirado y sembradas de paseos y los mismos guiños del repertorio huracanado de firma Colombo.
 
Visto el toro, empezó a cundir la petición de indulto. Se hizo de rogar el palco. Pero cedió. Ovación para el toro cuando enfiló la puerta de chiqueros por donde había salido casi media hora antes. Apoteósica la vuelta al ruedo de Colombo, el ganadero Joaquim Grave y su mayoral. Abrazos y plácemes. Todo el mundo, contento. El matador, el ganadero, que repite por tercer año triunfo y con más fuerza que en las dos ocasiones previas, y el empresario Joxin Iriarte, que ideó el invento y lo puso en escena, sin saber que también a él iban a pasearlo a hombros. Los tres espadas le habían brindado uno de sus toros de lote.
 
Noble fue el sexto jugado después del terremoto. Casi a oscuras, pasadas las nueve de la noche, Jorge Martínez apostó por el toro, que se le quedó debajo demasiado pronto y más de una vez. De nuevo, el trato delicado y sereno del toro, y el sello del valor, el encaje sin forzar, seguridad impropia de un torero que solo toreaba su segunda corrida del curso. Cuatro pinchazos, un aviso y un golpe de cruceta. Y se acabó la feria.
 
FICHA DEL FESTEJO
 
Seis toros de MURTEIRA GRAVE. El quinto, Almirante, número 47, indultado por aclamación. El ganadero y el mayoral acompañaron a Colombo en una festiva vuelta al ruedo.
 
CLEMENTE, una oreja y vuelta.
JESÚS ENRIQUE COLOMBO, ovación y máximos trofeos simbólicos tras el indulto del quinto toro.
JORGE MARTÍNEZ, ovación que recogió la cuadrilla y ovación tras aviso.
 
Azpeitia. 3ª de feria. 2.500 almas. Nublado, templado. Dos horas y tres cuartos de función. A hombros Colombo, Joaquim Grave y el empresario Joxin Iriarte.
 
NOTA DE REDACCIÓN: El rabo cortado por “Colombo” es el quinto que se concede en esta plaza, tras 40 años sin entregarse, el último lo fue Curro Duran en 1984, y es el primer toro indultado en el largo historial de esta cita ferial.
 
Foto: Philippe Gil Mir

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