Actuará este viernes en el festejo apertura
de la Feria del Sol
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
No hay duda alguna que los genes taurinos se
heredan. La afición es una cosa que se transmite, y eso es inocultable cuando
se trata de un torero a caballo como es el caso del rejoneador yaracuyano
Francisco Javier Rodríguez, hijo del primer rejoneador alternativado que ha
tenido el toreo venezolano como lo es don Javier Rodríguez Jáuregui, quien su
paso por la fiesta brava en nuestro país no ha sido en vano.
Aparte de haber sido el que inició la saga de una
de las dinastías toreras más importantes que cuenta el toreo nacional, ha visto
sus esfuerzos retribuidos en su hijo, Francisco, extraordinaria persona,
afable, gentil, humilde, pero sobre todo un gran jinete, quien ha “bebido” de la experiencias de su padre,
y este a su vez, de don Samuel Lupi, rejoneador lusitano de la década de los
’70 y ’80, el cual sería el primer escalón de esta escuela de rejoneadores que atesora
la familia, como es el caso de José Luis, Luis Augusto y Rafael Augusto, primos
ellos todos, profesionales del toro a carta cabal, con una hoja de servicio
intachable. Los datos y estadísticas en plazas venezolanas así lo confirman.
Los datos de nuestra referencia estadística en la
actualidad como lo es Víctor Eduardo Ramírez “Vitico” nos recuerdan que en el 2022 Francisco Javier actuaria en
6 festejos a lo largo del año, destacando 3 paseíllos en su lar natal como es
San Felipe, donde cortaría 4 orejas y un rabo, así como otras tardes en Valle
la Pascua, Mérida (dos orejas ante un bravísimo toro de Campolargo) y Tovar
(sin mucha fortuna).
Es así como se ha mantenido la afición de este ya
veterano exponente del rejoneo venezolano, tal vez el más “campero” de los rejoneadores nacionales, desde su misma irrupción
en los ruedos, siempre preparando y sacando de su propia cuadra caballos y
yeguas de su misma cría, lo que le hace un mérito enorme, a tenor de lo exigua
que es nuestra temporada y más en los últimos años, lo que le ha llevado a
repartirla incluso en suelo peruano donde ha hecho campaña exitosa por la agreste
geografía inca.
Para este 2023 Francisco Javier viene a Mérida no sin
sorpresa, más si sabe que es tierra que gusta y saben de rejoneo, donde el
escrutinio y el baremo de exigencia será mayor por parte de público y
aficionados, de allí que haya destinado una cuadra de caballos con grandes
novedades que complementa la que ya venía demostrando y triunfando en ediciones
anteriores. Es así que haya adquirido y puesto a punto caballos adquiridos de
la cuadra del rejoneador colombiano Dayro Chica, ejemplares el cual tanto en el
carretón como con vacas y novillos a puerta cerrada están logrando ese binomio
tan importante que significa jinete-caballo a la hora de lidia ante el toro.
Ha sido precisamente en la finca del maestro
Chica, donde Francisco Javier, de la misma manera ha intensificado preparación,
pues enfrente tendrá a un exponente de muchísimas tablas en ruedos lusitanos
como lo es el hijo del maestro Moura, Joao Moura hijo.
Todas las facilidades, lamentablemente hay que
decirlo, que no ha conseguido en nuestro campo bravo, pues en más de una ocasión
han sido las gestiones de Francisco Javier por tratar de alcanzar la ocasión para
nuestros ganaderos venezolanos de bravo permitan colocar al frente de las
monturas vacas, sin importar sean retentadas, pero ni eso, cuestión que limita el
que puedas colocar a punto y a un nivel de tanta doma un caballo, pues de ningún
modo es igual ese contacto de la embestida de una vaca o un utrero de tienta (ya
visto para el ganadero), que la embestida de un operario con su carretón, lo
que marca aun ese halo de apatía y poca importancia que muchos “profesionales del toro“ le tienen a un
arte como el rejoneo que ha sentado escuela en nuestro país desde finales de la
década de los ’70 cuando se comenzaron a ver exponentes como el ya señalado
Lupi, Álvaro Domecq, los hermanos Peralta, Oky Botero, y ya en los ’80 y
comienzos de los ’90 el mismo Javier Rodríguez junto a Dayro Chica y Salgueiro,
teniendo como principal vitrina la Plaza de Toros de Mérida.
No en vano, fuimos testigo, igualmente, que no
sería hasta que los hermanos Rodríguez Jáuregui tomarían la gestión del coso
emeritense a finales de los ’90, cuando ya se le daría otro trato al toro que así
mismo despachaban los distintos rejoneadores que han pasado por nuestros
ruedos, seleccionando un toro más armónico y por lo menos más apto al
lucimiento, y no ese desecho viejo, o “zamacuco”
que quedaba en los potreros, a los que se le hacía fiesta con todas y estas
limitantes.
Es por ello que el festejo de este viernes próximo,
corrida de rejones, Francisco Javier Rodríguez, al lado del rejoneador lusitano
João Antonio Braz de Moura, mejor conocido como Joao Moura hijo, ante toros
murubeños de El Capiro de Sonsón ofrezcan una garantía de lujo para observar
las dos vertientes clásicas del toreo a caballo, la tradicional y elitesca escuela
portuguesa de Marialba, y la campera que impuso a comienzos de siglo el maestro
Antonio Cañero, y que es hoy por hoy, muestra de la belleza de dos animales
imponentes y bellos como es el toro de lidia y el caballo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario