martes, 27 de septiembre de 2016

LA HORA DE LA VERDAD - El triste legado de Taurodelta

José Antonio Martínez Uranga (izq.) junto a su hijo. Foto: EFE
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Diario ELMUNDO de Madrid


Doce años después de su desembarco en Madrid, Taurodelta se va; 6.000 abonos y 500.000 espectadores menos es su legado. José Antonio Chopera dice adiós a Las Ventas. Corría el año 2004 cuando la UTE de José Antonio Martínez Uranga, por entonces todavía Choperita, el constructor Fidel San Román y Ramón Calderón, ganaba el 31 de diciembre de aquel año la licitación por la primera plaza del mundo.

Desde ese momento, había que quitar el diminutivo a José Antonio, informó su jefe de campaña antes de que lo botasen sin reconocimiento alguno. Entre la adjudicación y la firma del contrato con la Comunidad de Madrid los porcentajes de composición de la UTE cambiaron para dar paso a la formación de Taurovent (Chopera 49%, San Román 46% y Calderón 5%). Constituida la nueva sociedad directamente firmó el contrato el constructor San Román con Ignacio González, vicepresidente de la Comunidad de Madrid y presidente del Consejo de Asuntos Taurinos.

Nunca en la historia de Las Ventas la parte financiera había cobrado mayor protagonismo que la taurina, que según se supo algún tiempo después venía a sueldo. Madrid estrenaba empresa y pliego. Tiempos turbios y turbulentos en los que rápidamente hubo que inventar el parche de la Feria del Aniversario para un San Isidro recortado tras la prueba económicamente fallida del primer año. Malos tiempos aquellos para la lírica y el periodismo libre. Cualquier crítica a la empresa se tomaba como una crítica a la Comunidad, que en Pedro Antonio Martín Marín tenía su doberman.

Las asociaciones de abonados sacaron la suma nada desdeñable de 107 incumplimientos del pliego. Quienes poníamos voz a todo aquello -no muchos, más bien los menos- sufrimos una persecución execrable. Todo aquello olía fatal. Hasta que la imputación de Fidel San Román en la Operación Malaya dinamitó todo. Imputación y encarcelamiento en Alahurín de la Torre. Se señaló a Esperanza Aguirre por haber entregado la plaza al constructor y proteger sus intereses, y Esperanza se desmarcó con un "no conozco a ese señor de nada".

Del "señor de nada" se rumoreaba que había financiado el tamayazo, pero nunca se investigó a fondo y, como suele ocurrir, se tapó con siete mantas y seis cortinas. Se procedió a apagar el fuego como se pudo, malamente: se acordó, tras una reunión de Martínez Uranga y Martínez Erice con Ignacio González, que Taurovent no pidiese la prórroga "a la que tenía derecho" (sic) y se convocó un nuevo concurso que, por descontado, ganó la escindida Taurodelta.

Y desde 2006 a este 2016, varias licitaciones más adjudicadas, en unas Simón Casas como víctima y en la penúltima como asociado para dejar el pliego en mínimos: de 5,2 millones a 2,3 por el canon de explotación.

La sustanciosa rebaja tampoco ha influido en los últimos cuatro años en una mejora de la calidad de la programación. Quienes defienden la gestión de Taurodelta se aferran a la seriedad. Que se ha sorteado siempre a las 12 del mediodía y nunca ha habido una suspensión por lío en los corrales, o sea. Que viene a ser como felicitarse porque ya nadie muere de gripe. Pero la realidad de la plaza con sus 6.000 abonos perdidos y una caída en la asistencia por temporada de 500.000 espectadores dice otra cosa: que ha faltado trabajo, mucho trabajo, principalmente.

Como en Barcelona en su última etapa -por influencia o no de la incorporación de Matilla, el hombre responsable del área de ganaderías- se importó la moda de cerrar y anunciar los carteles por bloques de meses en lugar de hacerlo de domingo a domingo. Todo un contradiós en una plaza de temporada. Primó la política de supervivencia con la presencia de las figuras en mínimos en San Isidro y una peor estrategia de puertas adentro con la referencia del criterio de defensa respecto al toro y al novillo simplemente porque no había nadie que lo defendiese.

De su visión cortoplacista de la Tauromaquia lo más grave ha sido el (mal) trato a los novilleros, de por sí en una situación agónica. Y se enterraron las vías de la publicidad, el marketing y la comunicación: Las Ventas a día de hoy sigue enviando el "resumen" -no, previas no existen aunque les beneficiase su publicación- de cada tarde de toros por un SMS, ¿se acuerdan?

Es cierto que la crisis de 2007 afectó a los toros como a cualquier otro espectáculo, pero no ha habido acciones que frenen la sangría, sino más bien esa actitud de hacerse el muerto para que el león no te devore. Nunca se entendieron en estos años la política de comunicados por parte de la propia Taurodelta que anunciaban la pérdida de abonos. Una y otra vez. Al menos ante esta triste Feria de Otoño y en medio del concurso se lo han ahorrado.

De 2015 -año que la Comunidad de Madrid ha tomado como referencia para elaborar el pliego- a hoy, Las Ventas habrá vuelto a bajar en torno a 1.000 abonos a ojo de mal cubero; 600 sólo en el último San Isidro.

Cuando a principios de mayo, EL MUNDO entrevistó a José Antonio Martínez Uranga y Manuel Martínez Erice se produjo una anécdota que refleja lo que ha sido Taurodelta para Las Ventas. Quisimos pasar a hacer la sesión fotográfica al ruedo. En la entrada al patio de cuadrillas, la portera impidió el paso a José Antonio. De la situación se dio rápidamente cuenta su superior, el inspector jefe o así, que acudió apurado al rescate: "Hija, hija, que es don José Antonio, el empresario. Claro que como nunca viene por aquí no le conoces".

Sin darse cuenta había hecho el resumen de 12 años de gestión.

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