domingo, 25 de septiembre de 2016

BUSQUEMOS CORRECTIVOS A TIEMPO

Dr. Nelson Hernández Ramírez

La reciente Feria de Tovar en honor a la Virgen de Regla, ha permitido observar detalles de interés para el  futuro  de la fiesta brava nacional, además de  que se ha desatado una polémica inusual. Los comentarios apuntan a errores y fallas, especialmente de la autoridad taurina municipal tovareña. No obstante, lejos de ese aspecto hay un tema  vital: el de las ganaderías venezolanas.

Han reconocido los criadores que la actividad está pasando por momentos de extrema  dificultad, debido a la inflación de costos y a la poca facilidad con que se consiguen alimentos y medicina ganadera, asunto fundamental para poder reafirmar la cría como un negocio sostenible.

Es  cierto  que dentro de cada ganadero hay un aficionado, un apasionado seguidor de esta ​actividad festiva​ de viejo cuño y un defensor de todo lo que se relaciona con el arte taurino. Debe entenderse que en el caso venezolano ninguno de los dueños de dehesas  vive exclusivamente de la venta de esos animales bravos, sino que en paralelo  desarrollan otras áreas o tienen otros rubros comerciales. Si, por eso se corrobora la persistente afición.

Los precios de los toros de lidia son elevados y pocas plazas nacionales ofrecen la posibilidad de ver lidiar de primera  calidad, puros, con peso y presencia,​ que tienen mayor valor monetario,​ lo cual no acerca más aficionados para convertirse en ganaderos. Este hecho eleva el precio de las entradas y hace que, para ajustar la venta al presupuesto  ferial, hay que sacrificar la norma reglamentaria del peso mínimo.

Festejos en San Cristóbal y Mérida, las dos ferias grandes que nos quedan, han visto correr animales que rozan el límite, pudiéndose advertir que el peso anunciado es el  registrado en el momento del desembarque. Es decir  que a la hora de saltar el toro a la  arena pudiera estar por debajo de lo indicado en la ordenanza, en razón del viaje, cambio de ambiente,  alimentación y calidad del agua en la ciudad.

Ante esas evidencias, es necesario que para no incurrir en fraude, se adecúen las normas municipales a la realidad, mediante acuerdo con los criadores, buscando sostener la fiesta brava en los niveles de legalidad en que debe estar, con lo cual evitaremos cualquier demanda de aficionados, de mal intencionados o hasta de antitaurinos, por no respetar la ley.

Una concertación luce oportuna y aconsejable, en momentos de crisis general y en particular de nuestra fiesta brava, reblandecida por numerosas razones y en trance de disminuir su otrora vigor, de las envidiables épocas pasadas.

En  ese sentido, la Fundación Cultural Girón invita al diálogo constructivo y pone en el tapete la propuesta de la Ley de Espectáculos Taurinos, a la cual todos pueden hacer observaciones, sugerencias y recomendaciones.

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