domingo, 10 de marzo de 2013

FERIA DE LA MAGDALENA: Un gran toro de Cuadri, muy distinguido Luis Bolívar en el cierre de feria


Como una montaña rusa el segundo de los Desafíos de Magdalena. Miuras imposibles, un victorino encastado y la fiesta de un espléndido cuadri, último toro de la feria, lidiado por el colombiano espada. Foto: EFE
BARQUERITO

LOS DOS TOROS de Miura del segundo y último Desafío Ganadero de la Magdalena superaron el listón de los 600 kilos, que no es sólo psicológico. El cuarto de corrida, entre sardo y salinero, de descomunal culata, estuvo cerca de los 700. Los dos fueron complicadísimos, pero cada uno de una manera. El primero, cárdeno, cornicorto y enmorrillado, tuvo violento fondo, arreó en un primer puyazo, se soltó en el segundo y se llevó la vara enhebrada, se arrancó en un tercer viaje, esperó y cortó en banderillas, se acostó en la muleta por las dos manos, desarrolló sentido, se vino al bulto, que es el cuerpo, y, aunque tuvo la torpeza del oso al moverse, estuvo siempre pendiente del torero –un Rafaelillo sereno pero en alerta constante- y no del engaño, que no fue nunca un reclamo. Con habilidad supina Rafaelillo dejó una estocada tendida y sin muerte. El toro se vino a tablas a morir, pero sin descubrir antes de rendirse. Seis golpes con la espada de cruceta.

El cuarto se volvió de salida. Se estuvo casi cinco minutos resistido y probablemente vuelto, encajado o aconchado en la manga. Tuvieron que abrir la trampilla de la meseta de toriles para azuzarlo con un varal de corrales y otro con una bandera en la punta de señuelo. Los espectadores de sol, frente por frente de chiqueros, celebraron las maniobras, que solo ellos pudieron contemplar divertidos. No re recordaba otra igual. Dos de los banderilleros de la cuadrilla de Rafaelillo, Pepe Mora y Joselito Rus, trataron de provocar al toro, que al fin salió por su cuenta.

La salida fue de manso cabestrero: escarbaduras, olisqueos, topetazo, como si quisiera triscar más que embestir. Se armó una bronca feroz. La mayoría pedía la devolución del toro por manso. No procedía. En oleadas, el toro se fue escupiendo de un caballo a otro, y se blandeó dolido hasta en siete sangrados de otros tantos puyazos, picotazos o refilonazos. La carnicería provocó un jolgorio. El toro llegó a la muleta avisado y a la defensiva, incapaz de tomar engaño pero con gasolina de sobra para escamarse y medirlo todo. Rafaelillo, muy entero, manejó tranquilo la pelea. Dos molinetes de entrada se celebraron con ganas. También lo que de bíblico tuvo el cara a cara y casi cuerpo a cuerpo. David y Goliat. Una estocada de imposible geometría bastó. El arreón final de manso fue espeluznante, Rafaelillo salió perseguido, Mellinas hizo un quite soberbio. Se fue a la puerta de toriles a doblar el toro y Mellinas, galardonado como el mejor puntillero de los desafíos del 2012, acertó con el primer cachetazo.

Comparados con los dos de Miura, los dos de Victorino o los dos de Cuadri, que fueron bastante distintos los unos de los otros, tuvieron trato de sobra. El último de los cuadris, sexto de festejo, tomó engaño de salida por los vuelos y por abajo, con alegría, se arrancó al galope a la primera vara y a la segunda también, cortó en banderillas –uno de los sellos de marca del toro tipo de los Cuadri- y se empleó en la muleta con rigor, ritmo, entrega, generosidad y encastada nobleza. Por la mano izquierda el toro tuvo particular buen son. El brío por la derecha tuvo su punto turbulento. Tal vez sangró en varas el toro menos de lo debido.

Estuvo muy bravo Luis Bolívar: fino con el capote –lances ajustados hasta la boca de riego después del alarde de una larga cambiada de rodillas en tablas- y puesto y templado con la muleta. De rayas afuera, sin siquiera tanteos, una faena firme y precisa, ni corta ni larga, segura pero no descarada, cumbre en  dos tandas con la mano izquierda de particular sosiego y gran ajuste. La prontitud del toro, la constancia de sus ataques, su manera de humillar y repetir, todo eso fue festín para el torero de Cali, que acertó con la espada al primer ataque pero para cobrar estocada caída. Se pidió tímidamente el indulto del toro –vuelta merecida en el arrastre- y se pidió también una segunda oreja de premio. Gran toro. Se llamaba Comino. Más en Santa Coloma que en Urcola. Largo y estrecho. Palas cenicientas, pitones negros, recogido de cuerna. Bello de verdad. El mejor de la feria.

El primer victorino, segundo de corrida, cárdeno y largo, de anchas sienes y abierto, fue buen toro: pronto, bravo y fijo en el caballo, con temperamento y el estilo mutante tan propio de la ganadería. Fue mucho más claro el son del toro al cabo de veinte muletazos que en los primeros compases de capa y muleta. De partida, el toro adelantaba por las dos manos y, si se le bajaba la mano, claudicaba. Uceda salió revolcado en un exceso de confianza. Después de la voltereta se asentó el toro y se sintió más seguro el torero, Excelente final de faena –dos tandas preciosas- pero no fue el Uceda estoqueador impecable. Un pinchazo, una entera defectuosa y delantera y un descabello. Al quinto, de espectacular cuna –muy abierto, gruesas mazorcas, envergadura imponente y toro de manso afán- lo tumbó de una estocada perfecta. El tercero de corrida, de Cuadri, fue toro mirón, tardo, frenado y sin fuelle. Se lo pensó mucho. Displicente despachó Bolívar entonces. Solo que, tras media delantera, acertó al duodécimo intento con el descabello.

FICHA DEL FESTEJO
Segundo de los Desafíos Ganaderos. Dos toros -1º  y 4º- de Miura; dos -2º y 5º- de Victorino Martín; y dos -3º  y 6º- de Cuadri. Premiado con la vuelta al ruedo el sexto, de Cuadri, de brava condición. Muy difíciles y con sentido los miuras. De buena nota el primero de los dos victorinos; el otro se vino al paso y sin celo.
Rafael Rubio “Rafaelillo”, de carmín y oro, silencio y vuelta protestada. Uceda Leal, de añil y oro, saludos tras un aviso y silencio. Luis Bolívar, de azul ultramar y oro, silencio y oreja.
Buenos puyazos al segundo de Pedro Iturralde. Bien con capote y palos Pepe Mora. Oportunos quites de Pascual Mellinas. Herido de pronóstico reservado Manolo Molina, que resbaló al intentar banderillear, cayó en la cara del quinto y sufrió un pisotón en el escafoides. Fue trasladado al Hospital Provincial.
Domingo, 10 de marzo de 2013. Castellón. 7ª y última de la feria de La Magdalena. Soleado, templado. Media plaza.

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