domingo, 10 de marzo de 2013

FERIA DE LA MAGDALENA: El primer asalto del Desafío Ganadero, para Miura y Javier Castaño

Tres orejas corta el torero leonés Javier Castaño, feliz intérprete de una versión  campera del toreo. Notable Urdiales con un victorino de calidad.  Firmeza de Gallo con dos difíciles cuadris.

BARQUERITO

EL PRIMERO DE LOS dos desafíos ganaderos de la Magdalena  tuvo por mayor argumento la variedad. No se lidiaron los toros  atendiendo a antigüedad de los hierros. Primó la antigüedad de los  toreros y por eso abrió corrida un toro de Victorino, que fue, por  cierto, el de más calidad de los seis. Un toro vivo, codicioso y  repetidor, de lindo estilo. Apaisado de pitones, cárdeno, degolladito  y ojalado, corto de manos, estampa felina, espabilado el gesto. Muy  en Saltillo. Justo de fuerzas que no de fondo, solo un puyazo, un par  de resbalones o patinazos, casi una sentada de toro tronchado,  pero la prontitud propia de la casta y la nobleza de los victorinos  buenos.

Urdiales, notable con el capote –cinco lances de brega templados,  tres más de dibujo excelentes-, se acopló bien al son del toro en  buen terreno –los medios, primero, y el tercio, después- y por las  dos manos, en tandas breves de tres y el de pecho, bien ligadas,  suavemente enganchado por delante el toro, perfecta la colocación.  Ni una vez sorprendió el toro al torero de Arnedo, que no pasó con  la espada: tres pinchazos, una corta y tendida, dos descabellos, un  aviso.

El segundo de corrida fue de Miura. Sardo con predominio del  pelaje castaño y negro,  largo cuello, fino hocico, alto, de agujas,  más toro por delante que por detrás. Acalambrado pero pronto,  tomó un primer puyazo corrido, y se empleó pero claudicó al salir  del caballo, y Castaño decidió dejarlo de larguísimo para una  segunda vara. Vino el toro al paso desganadamente, pero galopó  en banderillas inesperadamente y se lució la cuadrilla. Fue en la  muleta toro noble, pero aplomado y de corto impulso. Le pesaban  los cuartos traseros. Pero no se defendió. Tapado pero puesto,  Castaño lo toreó con resolución y tiró de él cuanto pudo y más, lo  tuvo en la mano siempre y, cuando lo vio agotado, se fue por la  espada. Soltando el engaño, una estocada honda tendida y trasera  que bastó.

El tercero, de Cuadri, de gran cuajo, asomó alocado y se estrelló  nada más salir contra un burladero vacío. Iba a resentirse del  testarazo luego. Escobillado, gacho, tomó capa obediente. Firme,  Gallo le pegó lances despaciosos y, luego de un puyazo sin apretar,  quitó por chicuelinas y remató con revolera. Al tercer muletazo rodó  desparramado el toro, que se fue viniendo abajo poco a poco, a  moverse mollar pero perezosamente y acabó metiendo la cara  entre las manos pero sin llegar a escarbar. Seguro y templado con  el toro Gallo pero en trabajo ingrato. Tres pinchazos y un descabello.

El cuarto, de Victorino, descarado, vuelto y cornipaso, moñudo y de  amplio balcón, ni feo ni guapo sino todo lo contrario, tuvo más  nobleza que fuerza o voluntad. Urdiales tiró de él con corazón,  sereno y asentado, sin cansarse ni renunciar. A cámara lenta  muletazos de bello trazo. No es que se resistiera el toro pero le  costaba viajar pese a haber sangrado en varas muy poco. La faena  de Diego, muy valerosa, fue ganando peso y convenciendo. Difícil  trabajo. Un pinchazo, una rara estocada atravesada en la suerte  contraria, un descabello. Y una vuelta al ruedo protestada pero  recompensa para una tarde de torero bueno.

El quinto, de Miura, negro entrepelado, gargantillo y coletero, algo  zancudo pero con más carnes de lo habitual en el miura clásico,  salió acalambrado y renqueante, apoyó mal, claudicó, echó las  manos por delante, escarbó, se vino alegre a un segundo puyazo  prescrito más por Castaño y su deseo de lucirlo que por la  condición del toro, galopó en banderillas, volvieron a lucirse los dos  rehileteros de la cuadrilla y, en fin, Castaño hizo el alarde bravo de  abrir faena casi de punta a punta –de una raya a otra, la de  enfrente- y de aguantar impávido y suelto de brazos un primer viaje  a contraquerencia. Una tanda de categoría. Y enseguida, otra  abierta con un nuevo cite a la distancia. Se arrancó la música, se  calentó la gente, se templó del todo el toro, que tuvo bondad y quiso  mejor en la media altura que descolgado, y se embaló con euforia la  cosa toda. Cuando se apagó el toro, Castaño se puso encima sin el  menor temblor. Una estocada desprendida. Dos orejas. La cuadrilla  se abrazó al maestro, tan fresco que no parecía ni haberle costado  la empresa.

El hueso de la tarde fue el sexto toro, de Cuadri. Tremendo por  hondo, astifino, las palas cenicientas, una seriedad apabullante  porque era larguísimo, tendió a frenarse tras solo tres primeras  arrancadas en tromba y, aunque romaneó y peleó de bravo en un  puyazo imponente, fue en la muleta pieza difícil. Tardo, como  encogido, atacaba en embestidas correosas con un punto incierto y  temperamental. Le faltaba, además, el golpe de riñón con que se da  la bravura. Gallo volvió a estar entero y seguro, sacó dos tandas de  mérito con la derecha, el toro se le revolvió por la izquierda y no le  dejó. Se paró el toro, cesaron las hostilidades pero no la intriga y,  en fin, no entró la espada ni hizo por ella el torero salmantino.

FICHA DEL FESTEJO
Desafío Ganadero. Dos toros -1º y 4º- de Victorino Martín; dos -2º y  5º- de Miura; y dos -3º y 6º- de Cuadri. El primer victorino y el  segundo miura fueron, cada uno en su estilo, los de mejor juego. El  sexto, de Cuadri, el más difícil de los seis.
Diego Urdiales, de grana y oro, saludos tras un aviso y vuelta protestada tras un aviso. Javier Cataño, de azul cobalto y oro, una  oreja y dos orejas. Salió a hombros. Eduardo Gallo, de azul pavo y  oro, silencio y silencio tras un aviso.
Brillantes y celebrados en banderillas David Adalid y Fernando Sánchez, que parearon los dos toros de Miura. Saludaron montera  en mano en ambos astados, en el sexto, junto con el lidiador Marcos Galán.
Sábado, 9 de marzo de 2013. Castellón. 6ª y penúltima de la feria  de La Magdalena. Tres cuartos de plaza. Templado, soleado.

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