domingo, 10 de marzo de 2013

El día que Paloma salvó a Ponce de su peor cornada

Andrés Amorós glosa, mano a mano con Enrique Ponce, la vida  dentro y fuera de los ruedos de una figura de época.
«En estas páginas vemos revivir la historia, el misterio, la belleza, el  riesgo, la gracia y la vitalidad que tienen las corridas de toros y la  manera como ellas se encarnan en un diestro que, desde su más  tierna infancia, comprometió su vida en esa vocación que lo ha  llevado a enfrentarse y lidiar más de dos mil corridas». Son  palabras de Mario Vargas Llosa, nobel prologuista de «Enrique  Ponce, un torero para la historia» (La Esfera de los Libros), una  biografía escrita por el propio torero y Andrés Amorós, crítico taurino  de ABC. Ambos maestros recorren la trayectoria y glosan las  hazañas de una figura de época, una vida excepcional dentro y  fuera de los ruedos. No todo han sido glorias, el torero bordeó la  muerte por una gravísima cornada en León: Paloma Cuevas, su  mujer, se enfundó de valor y obró el milagro... Pasen y lean en esta  prepublicación exclusiva:

El niño prodigio

«Su abuelo Leandro le inicia, desde muy chico, en los secretos de  la tauromaquia. (...) Su abuelo le contagia la pasión, pero Enrique  demuestra, desde los comienzos, una clarividencia y una facilidad  absolutamente excepcionales: lo propio de los elegidos para un  arte. Y eso se lleva en los genes o lo da Dios, como se prefiera: se  tiene o no se tiene. (...) “A mí nunca se me pasó por la cabeza ser  otra cosa que no fuera torero. Desde que tengo cinco años estoy  jugando al toro y esa es mi vida”».

Por tierras de Jaén

«“Es como los chicos que se van a estudiar fuera una carrera: unos  se van a Londres; otros, a Estados Unidos. Pues yo me voy a Jaén,  que, al fin y al cabo, está más cerca...” Eso le dice a su madre, para  que no sufra demasiado, con su marcha a Navas de San Juan (...)  Ha llegado ya el momento de dar un salto importante. El 10 de  agosto de 1986, en Baeza, se anuncia una novillada de Jiménez  Pasquau para Juan Pedro Galán y Enrique Ponce: es su debut de  luces. Necesita un vestido y Juan Ruiz se lo lleva a Madrid, a casa  de Justo Algaba, el sastre de toreros. Como no encuentras ninguno  de su talla, el apoderado reacciona: “Mira, Justo, este no es de  vestidos alquilados; coge el metro y hazle uno nuevo”. Empezó a  sacarle medidas, de rodillas, porque de pie no podía, de chico que  era Enrique, y le hizo un vestido blanco y plata. Aquello parecía  como de juguete pero era una preciosidad: estrenó este vestido en  su debut con caballos (...) Esta tarde Enrique busca en el callejón a  Juan Ruiz Palomares y le brinda su primera faena: “Juan, te brindo  la muerte de este novillo porque tú y yo vamos a mandar en esto”. El  que habla así todavía no ha cumplido los quince años pero lo ve muy  claro. Y no se equivoca».

Alternativa y confirmación

«En la trayectoria profesional de Enrique Ponce, cuidadosamente  planeada, el año 1990 es el de la alternativa: tiene dieciocho años,  lleva ya dos como novillero con caballos (el último a la cabeza del  escalafón) y varios más como becerrista. Ha crecido y se ha  desarrollado, física y taurinamente. La crítica, unánime, ha señalado  su precoz madurez... Ya es hora de demostrar esas cualidades en  el escalafón superior, de competir con los grandes maestros».

La cumbre de las cien

«El año de la EXPO de Sevilla, 1992, supone realmente una  cumbre: con veinte años, torea por primera vez cien corridas en una temporada. Toda España lo ve, por televisión, triunfar  clamorosamente en Fallas. Sale por primera vez a hombros en San  Isidro. Indulta al toro Bienvenido en Murcia. Cierra la temporada  española matando seis toros en Madrid. Se presenta en la plaza de  México y sufre una cornada. En lo personal, comienza a ganar  dinero en serio. Y conoce en Cali a Paloma Cuevas, su futura  esposa».

Líder del escalafón

«En 1995, bate su récord, con 120 corridas, 174 orejas y 11 rabos.  Son cifras que marean... Todo eso tiene también, lógicamente, una  repercusión económica. Lo recuerda así Juan Ruiz Palomares:  “Nosotros empezamos a ganar dinero en el 92. Me dice una día  Enrique que vamos a comprar un Mercedes. Y yo le digo: “Enrique,  vamos a comprar una finca primero y después compramos un  Mercedes”. “Hombre -me dice-, que fulano (un torero de su  generación) tiene ya dos Mercedes”. Le digo: “Pues déjale que  tenga dos Mercedes, que nosotros hasta que no se pague la finca  esta, no vamos a tener Mercedes”. Y compró aquella finca con muy  poco dinero en el banco, pero, como yo le dije: “Tú tienes cojones  para pagar esta finca y otra que hay al lado”. Así fue».

La cornada de León

«El 23 de junio (2002) participa Ponce en la corrida de León, ocho  toros de Zalduendo, alternando con Paco Ojeda, Morante de la  Puebla y El Juli. Vestido de tabaco y oro, consigue una oreja en el  segundo toro y las dos y el rabo en el sexto, después de ser herido  al matar. La fotografía del ABC impresiona, con el diestro en el aire,  clavado en su cuerpo el cuerno derecho. (...) El parte facultativo  alerta ya de la gravedad: “Politraumatismo frontal y torácico  derecho, con fractura de tres costillas”. (...) Ha sido, sin duda, la  cornada más grave de toda su carrera, que ha puesto en peligro su  vida... “No era consciente de la gravedad de la cogida, estaba en  una nebulosa. Gracias a mi mujer, Paloma, estoy aquí. Le echó valor  y, bajo su responsabilidad, me trajo a Madrid, a un cirujano torácico,  el doctor Madrigal...”».

La familia

«“Torero casado, torero acabado”, reza un refrán que Ponce niega  rotundamente: “Es uno de los muchos tópicos que hay en el toreo.  Si te casas con la mujer que quieres de verdad, encuentras la  estabilidad personal; lo otro, lo de ir de flor en flor, es perjudicial  para el torero. Yo me casé muy joven. La felicidad que me ha dado  Paloma se ha reflejado también en la plaza”. (...) Todos los que  conocen a Ponce saben que ha perdido la cabeza por su hijas. “El  motivo fundamental de que yo toree menos es la familia. Quiero  estar con mis hijas, verlas crecer. Ese era ya el planteamiento  cuando Paloma y yo nos casamos (...) Yo he ido consiguiendo lo  que soñaba: entonces vino Palomita; ahora ha venido Bianca (...) Si  no existieran mis niñas, a lo mejor toreaba ochenta corridas”».

La vida social

«Es todo lo contrario de un bohemio. Ha llevado siempre una vida  personal y familiar muy ordenada, ha sabido invertir bien lo que ha  ganado. (...) Contoda sencillez, sin ninguna pedantería, se ha ido  abriendo a una vida social de alto nivel. Paloma, su mujer, ha  supuesto una ayuda fundamental».

La política

«¿Se podría comparar la tauromaquia con la política? “También  tiene su peligro: hay que ver cómo arrean algunos políticos... La  política es un toro con genio que, a veces, puede romper en manso  y con peligro”. (...) No duda al señalar el acontecimiento político que  más le ha marcado: “El 11-M. En democracia, el terrorismo es la  mayor de las manipulaciones. En España, se han ganado  elecciones, de ese modo”».

La religión

«Ponce, por supuesto, piensa dar una educación religiosa a sus  hijas: “Estoy convencido de que la educación es la mejor herencia  que puedo dejarles. Eso incluye todo, también la educación  religiosa. De niños, en mi casa, íbamos siempre a Misa. A  Palomita, mi hija mayor, la he llevado ya a la iglesia para que vea el  respeto con el que debe uno comportarse... Allí, todos encontramos  paz, serenidad y consuelo».

Cabeza, arte y valor

«Algunos han podido confundir su facilidad con frialdad: “...En mis  manos, el toro no se veía tan malo, no se le notaba el peligro... Si  oyes tocar a un gran guitarrista, parece que la guitarra suena sola,  pero ponte tú a hacerlo... No es mejor guitarrista aquel a quien le  sangran las uñas al tocar”».

Conclusión

«¿Por qué sigue toreando si ya lo ha conseguido todo? “Por  vocación, por afición, porque me siento en mi mejor momento  artístico... O algo más sencillo: porque soy torero, y eso supone una  manera de ser y de vivir...”. Después de tantos éxitos, ¿qué es lo  que todavía le falta? “Que Dios me haga ver cuál es el momento  oportuno para dejar de torear, vestido de luces: no para dejar de ser  torero, porque siempre lo seré”». / Andrés Amorós – Diario ABC de España

FICHA LIBRO
Título: Enrique Ponce, un torero para la historia
Editorial: La Esfera de los Libros
Autores: Andrés Amorós y Enrique Ponce
Prólogo: Mario Vargas Llosa
Publicación: este lunes
Precio: 21,90 euros.

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