sábado, 30 de abril de 2011

JOSÉ MIGUEL ARROYO “JOSELITO”: "Aunque fue más duro, jamás me sometí al sistema"

El diestro madrileño, semanas atrás fue galardonado con la Medalla de Oro de las Bellas Artes, y actualmente uno de los ganaderos con más proyección, hace un repaso a su extraordinaria carrera, recalando especialmente en sus vivencias en la Maestranza.

Luis Nieto | DIARIO DE SEVILLA

Acaba de ser galardonado con la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Torero de toreros. Figura de acusada personalidad, José Miguel Arroyo, Joselito (Madrid, 1969), que se ha convertido en un ganadero triunfador, revive su carrera, recalando en la trascendencia de dos actuaciones suyas en la Maestranza: el sueño meloso de una Puerta del Príncipe y el sabor amargo de una retirada con retorno.

-José, vivirá ahora una vida muy tranquila.
Que vá. Ya me gustaría. Después de torear toda la vida, a currar a los cuarenta. Fuera de bromas, hago lo que me gusta. Estoy en el campo y en la ganadería, pero no paro. Hago tantos kilómetros o más que antes y todo el día liado. Y llego a casa y me pongo con el ordenador para pasar las fichas de las vacas. Así es que, de tranquilo, nada.

-Ha conseguido cartel como ganadero.
Es un trabajo de mucha paciencia, que no tenía antes. Voy consiguiendo el toro que quiero y ahora me queda darle un toque para afinar las hechuras. Busco un toro más armónico y con mucha seriedad.

-¿Y en embestida?
Con fijeza en los trastos, que humille muchísimo y tenga recorrido y fiereza. Un toro con casta.

-Sorprende que siendo torero busque un toro así.
Es que vestido de luces prefería un toro fiero, al que con veinte arrancadas le podías cortar las dos orejas. Al toro bonancible, para cortarle una, tienes que pegarle cuarenta muletazos. Hay una gran diferencia: son 20 muletazos de más y 20 posibilidades más de que te pegue una cornada. Además, es el tipo de toro que la gente está exigiendo ahora.

-¿Qué supone la pérdida de Juan Pedro Domecq y qué opinión tiene de su toro 'artista'?
Lo lamento enormemente. Era un ganadero que nunca se traicionó. Iba por delante de su tiempo y eso tiene un coste. Pero siempre fue fiel al tipo de toro que le gustaba, al que permite crear con estética. Con esa clase y la casta que yo busco, me sale el toro que quiero. Un toro enrazado y enclasado, que como resultado sea excelente. Además, Juan Pedro también fue innovador en muchas cosas, como su corredero para que los toros se prepararan bien antes de enviarlos a la plaza.

-¿Cómo ha sido su experiencia como ganadero en Sevilla?
He lidiado dos novilladas muy buenas y dos corridas de toros. En la última vivimos incidentes en los corrales bastantes desagradables e injustos, algo que luego reconoció el presidente. Luego, uno de los toros fue premiado por varios jurados. El año pasado me ofrecieron venir, pero estaba comprometido con otra plaza. Me gustaría volver.

-La mayoría de ganaderos se quejan de que su profesión es ruinosa.
Ahora, criar un toro, sólo en costes, alcanza los 3.000 euros. Si sumamos pienso, salarios de vaqueros, amortización de finca... se eleva muchísimo. Y los toros valen igual o más que hace dos décadas. Hace 28 años, un eral costaba 250.000 pesetas o más. Y ahora, para llegar a ese precio, tienes que dar arsénico a la gente. Evidentemente hay ganaderías punteras que ganan dinero.

-¿Hay diferencias entre el toro de su época y el de ahora?
Actualmente se ha afinado un poco y tiene mejores hechuras, más raza, movilidad y fiereza.

-En cuanto al plantel de toreros, ¿quiénes le interesan más?
Me entusiasma Morante. El Juli, por su capacidad. Perera y Castella tienen buenas condiciones. Luque, aunque es muy nuevo. Talavante tiene mucho potencial. Y Manzanares, muy buenas cosas.

-¿Usted encajaría ahora?
Con la perspectiva que tengo, sería incapaz de estar ahí. Si estuviera en la pelea, seguro que me amoldaría y sería del Frente Polisario. Pero son siete años sin torear y no me veo ahora.

-Recordando su carrera, independientemente de resultados, ¿de qué se siente más satisfecho?
De mi personalidad. Tanto para bueno como para malo, tenía una personalidad acusada.

-Aparte del tema económico, ¿qué es lo que más le ha enriquecido de su paso por el toreo?
Todo. Humanamente me ha enseñado muchísimo. A ser consecuente con lo que haces, a ser responsable. A ser un hombre fraguado en la fuerza de la voluntad y el sacrificio. También ha habido un momento que me tenía destrozado.

-¿Por qué?
El toreo te absorbe tanto que, cuando lo dejas, encuentras un vacío terrible. Hasta que me ubiqué, me tuvo que tratar un psicólogo. Y es que vivía en una burbuja en la que era el epicentro. Tienes información de todo tipo, pero a ti nada te afecta.

-¿Por qué luchó contra el sistema con un apoderado independiente en lugar de acomodarse en una casa grande?
Va en la personalidad. Aunque fue más duro, jamás me sometí al sistema. Prefiero que me maten, a vivir de rodillas. El ir por libre es mucho más duro, pero también más gratificante. Sabes que lo mucho o poco conseguido es por tu valía.

-¿Cuál fue el coste más caro que pagó por esa independencia?
Que cada vez que perdía un pie me tiraban a degüello. Por eso lo dejé. Cuando vi que no tenía co... para tirar para adelante, pensé que me darían hasta en el cielo de la boca.

-¿Cómo le trataban?
Había empresarios que tenían a su vera a periodistas a los que enviaban mensajes subliminales, los cuales me atacaban constantemente.

-Una de sus luchas fue el evitar las retransmisiones por televisión, como ahora José Tomás. ¿Por qué?
Dije por activa y pasiva por qué lo hacía y luego se tergiversó todo y lo utilizaron como arma arrojadiza. No estaba en contra de las corridas televisadas, sino de la imposición de las mismas y el que no contaran conmigo. No era cuestión de dinero, sino de respeto. Yo me llegué a enterar, viendo la tele, de que iba a torear una corrida. Cuando reclamé, me dijeron que me darían más dinero. ¡¿Pero qué es eso de que un empresario o un medio te gestionen tu carrera si no son ni tus apoderados ni tus gestores?!

-José Tomás me llegó a contar que se hizo torero tras verle triunfar. ¿Qué supone el ser torero de toreros?
Un orgullo y una satisfacción el sentirte espejo.

-¿Quiénes fueron los suyos?
Como la economía no daba para más, lo que veía era todo por películas. Me encantaban Camino, El Viti, Manolete y Pepín Martín Vázquez. Cuando vi a Pepín me di cuenta que se había adelantado a su tiempo. Y Ojeda, que es de esos que te sentabas en el tendido y era impresionante.

-Luego llegó a competir con él y se lo ponía difícil.
Qué bonita es la irresponsabilidad. Cuando confirmé la alternativa, me vestí en mi casa, en Santa María de la Cabeza. Me iba a llevar a la plaza un amigo, que tenía un Mercedes. Imagínese, yo, en un Mercedes. No venía. Vestido de torero, bajé a la calle y cogí un taxi. En el Puente de Ventas, un atasco. Me bajé y me fui andando hasta la plaza. Saludo a Romero y a Ojeda. Y yo, tan tranquilo allí, con mi capotillo. La corrida estrella, con Romero y Ojeda, que son mis dioses, y yo flipando, muy tranquilo. Un inconsciente.

-Por cierto, en una entrevista publicada el pasado Domingo de Resurrección en este periódico, Romero decía que hay que tener mucho carácter y valor para cortar una faena por lo sano. ¿Qué opina?
Que lleva razón el maestro. Es una de las cosas que siempre admiré a Curro. Hay que tener mucho más valor al cortar una faena para no engañarte a ti ni al público, cuando no te gusta el toro. Claro que eso supone mucho valor y riesgo. Porque luego tienes al público en tu contra y cualquier cosa que hagan tus compañeros lo aplauden y a ti luego te exigen más. Pero no importa. Lo que es fundamental es estar convencido de ser fiel a ti mismo y no aburrir con faenas en las que no crees.

-Toros a Cultura, el papel de Francia y el tema de Cataluña.
Es más lógico que esté en Cultura que en Interior. Y si se puede conseguir la rebaja del IVA, me parece ideal. Lo de Francia con bien cultural es sensacional. Y en cuanto a Cataluña ya se veía venir. Con leyes para prohibir entrar a los niños a las plazas y nombrar la ciudad de Barcelona antitaurina era como una muerte anunciada. Un espectáculo puede morirse por sí mismo, pero no porque un gobierno como el catalán, presumiblemente progresista, aperturista y moderno, prohibirlo.

-El sector no reacciona, está siempre desunido...
Ahora, gracias a la prohibición de Cataluña, parece que la gente está un poco más concienciada. Pero sigue siendo difícil. Cada estamento intenta arrimar el ascua a su sardina.

-¿Cuál ha sido el triunfo más importante de su vida?
Los dos primeros pases que le di a una becerra. Superar ese miedo al animal y al miedo escénico. Estaba en el burladero y pensaba que se iban a reír de mí. La becerra dio cinco arrancadas y yo le di tres muletazos y me propinó dos volteretas. Me llevé un varetazo y vi que la gente me aplaudía. Aquello fue el momento más impresionante de mi vida. Luego, triunfas de cara al exterior. Pero, interiormente, me creí una especie de dios. Fue el día más grande de mi vida.

-Entre los grandes triunfos, la Puerta del Príncipe de Sevilla.
Me costaba entrar. Y aquel día, al primer toro de la corrida, fue al que le corté las dos orejas. Y el otro no colaboró nada. Una faena mediana, una estocada y otra oreja. Cuando me sacaban a hombros pensé: -"Qué poco va a durar esto". Sin embargo, fue tremendo. Me trajeron a hombros hasta aquí -señala un ascensor del hotel Colón-. Fue el sueño de mi vida.

-En Sevilla, vivió la otra cara: la retirada.
Ese día estaba todo predeterminado. Esa temporada pensaba dejar de torear.

-¿Se retiró en el momento adecuado?
Después de la tarde de Sevilla, pensé que aquella retirada no correspondía a lo que había sido mi carrera. Por eso, me empecé a motivar. Luego, tras volver y en el adiós de Zaragoza, el 13 de octubre de 2003, ya sí que era mi momento.

-¿Vivió esa última etapa con la misma presión?
Salía de otra manera. La temporada 2000 fue para ensamblar. Al año siguiente me adapté. Y en 2002 sufrí el porrazo en Nimes -triple fractura del fémur de la pierna derecha y tres meses de baja-. De las cuatro últimas temporadas, nada más que estuve tres.

-¿Ha pensado en volver?
No. Desde le festival a Adrián Gómez -1 de marzo 2009- no he vuelto a torear ni en el campo. Ni siquiera he cogido un capote. Soy respetuoso con mi idea. Ahora mismo no tengo motivación. Tendría que reciclarme mucho.

CURRO ROMERO: "Me asusté, porque ese bichito acaba con cualquiera"

El Faraón relata, en exclusiva, su recuperación tras superar varios percances de salud, entre ellos una operación por un tumor en la garganta. El torero, que también sufrió un ictus y fue operado de cervicales, se recupera satisfactoriamente en su casa del Aljarafe.

Luis Nieto | DIARIO DE SEVILLA

Ahora, el sol es más que un racimo de alegría que cuelga en su casa del Aljarafe, su particular Valle de los Reyes. Bajo su sonrisa, que se abre en un abrazo, un pañuelo de diminutos toros envuelve el rígido burladero que es el collarín protector de su cuello. El Faraón, frente a un enhiesto árbol, interminable como un obelisco, sentencia que tras el trago amargo que ha vivido hay que reír; que a los hombres que no ríen se les borra la cara. Quien paró el tiempo con su verónica, temió por un instante que el reloj se desajustara. El tabaco ya sólo es humo. Toma asiento.

Curro, corazón en calma, respira serenidad. Pasea su mirada de esperanza por el tornasol del verde césped y, más tarde, de su verde y triunfal vestido de luces. Y paladea a su Betis en primera. Hombre de silencios y soledades, sueña junto a la piscina, estanque de paz, con nuevos caminos. De nuevo, el alba en sus pulsos, como cuando cogía "así" su capotillo. Aquí, donde se esconde el secreto a romero, hay recuerdos de gloria y a pólvora de pitones. También el académico de la armonía nos habla de arte. Una lagartija juguetea bajo una butaca y un tenue coro de gorriones envuelve la conversación. Renace el canto al campo y a la labranza; al niño que guardó vacas y ovejas a cambio de pan y garbanzos. Necesitábamos escucharle en su día, el Domingo de Resurrección. Porque esa fue la milagrosa historia del arte de El Faraón de Camas, una historia de maravillosas resurrecciones. Curro ha recuperado la voz. Suena bien.

-¿Cómo se encuentra?
Todavía me canso mucho. Las piernas me pesaban mucho. Tenía el cuerpo como agarrotao. Y de toros no he estado pendiente de nada, ni de carteles. Cuando se tiene la salud así, mal, no tienes ganas de nada. Es la verdad.

-¿Cómo está de ánimo?
Estoy mejorando por días. Ya voy echando fuera todo lo malo.

-¿Cuándo es la próxima revisión de las cuerdas vocales?
Tengo que ir el día 8 de mayo. No sé si me darán el alta o tendré que ir de nuevo.

-¿Y en cuanto a las cervicales?
¡Tanto porrazo! En unos días me quitaré el collarín y tendré que hacer rehabilitación. Trujillo -el doctor Francisco Trujillo- me dijo: "¡Hay que ver qué pronto te ha cicatrizado, qué buena encarnadura tienes!". Supongo que eso de la encarnadura será porque soy torero.

-También sufrió un ictus.
Fue en octubre, aquí en casa. De pronto me entra una risa y empiezo a hablar solo y decía que había cumplido 90 años. Me dijo Carmen -su esposa, Carmen Tello-, "¿cómo, que has cumplido 90 años?, ¿pero qué dices, Curro?". Y yo contesté: "Ahhh, no, no. He cumplido 88". Un disparate. (Curro tiene que hacer una pausa. No debe dañar las cuerdas vocales. Respira y mira al fondo, allá abajo, por donde discurre el templado Nilo sevillano donde el Faraón jugó al toro de niño). Entonces, después de ese disparate, se dieron cuenta de que algo grave me pasaba y salimos rápido para el Sagrado Corazón.

-¿Cómo ha vivido esta etapa?
Estaba preocupado por lo de la garganta. (Nueva pausa, más corta, y prosigue). La voz no me salía. Llevaba dos meses. Me quitaron un poquito de cuerdas. La garganta no me ha dolido y he tragado estupendamente. Esto de las cervicales, eran lágrimas. Era desesperante. Ahora que me desaparece el dolor, me estoy viniendo arriba. Uno trata de olvidar. Ahora sólo miro para adelante. Me dedico a mi ejercicio y a cuidarme al máximo. Si no hay que fumar, pues no se fuma.

-¿Cuál ha sido el momento más delicado?
Cuando me dijeron que me tenían que operar de la garganta le vi las orejillas al lobo. Me dijeron que había unas cositas ahí y... mira... no sé... porque ese bichito es tan malo, que acaba con cualquiera. Pensaba y pensaba y al no darme terapia ni quimio, pues me dije: "Curro, no llegues a pensar en lo peor". Así es que pasan los días y uno piensa que estos hombres, los médicos, ¡qué grandes son! Mira, Paco Esteban, con lo de la garganta, y Paco Trujillo, que es como un hermano, con lo del cuello, es que son para sacarles a hombros.

-¿Ha tenido que cambiar muchos hábitos?
Sí. Me cuido bastante más en las comidas. Todas las mañanas, mi paseo de una horita y pico, una sauna cada tres días para hidratar. Todos los días almuerzo y ceno en casa y la partidita de dominó.

-Curro, después de un trago así, ¿se valoran las cosas sencillas de otra manera?
Sí. Uno lo ve todo de otra manera y te lo quieres comer todo con la vista.

-¿Ha perdido su buen carácter en algún momento?
Se entristece uno mucho. Te falta salud, la respiración. Te pones triste y la tristeza es muy mala. La tristeza es muy mala, pero si es por dolor y por enfermedades, se ve todo más negro.

-¿Qué diferencia hay con las cornadas que sufrió en el ruedo?
En una cornada en el ruedo, a los dos o tres días queremos torear. En cambio, estos percances para los que nadie está mentalizado, te dejan K.O.

-Curro, ¿qué supone la desaparición de Juan Pedro Domecq?
Ha sido un gran hombre y ganadero. En mi última etapa conseguí triunfos importantes con sus toros. Entre otros, en la Feria de Abril del 99 en una faena en la Maestranza, con este traje verde, que me trae muy buenos recuerdos.

-Tras una década fuera de los ruedos, ¿qué es lo que más echa de menos?
Solamente el torear. Esas sensaciones en las que uno se vaciaba. Lo que tenía dentro lo echaba toreando. Claro, cuando llegaba. Porque eso todos los días no era posible. Eso tiene que venir así, de cuando en cuando.

-Y ahora, ¿cómo llena ese hueco?
Escucho flameco. Menos, porque han cambiado los tiempos. Los flamencos amigos, como Camarón y Caracol, han desaparecido. Hay gente nueva que canta muy bien. Pero para mí todo va degenerando, desgraciadamente, como le pasa al toreo.

-¿Crisis en el toreo actual?
Será por el toro de hoy. La mayoría de los toros tienen muy poca movilidad y al no moverse no hay exposición. No se pueden ligar ocho o diez pases; o cinco o seis. Eso cansa mucho al público. Las criaturas tienen todo el mérito del mundo. No se cansan de estar ahí. Pero si no pasa nada, si no hay emoción... el público se aburre. A mí escuchar a los flamencos en un disco lo encuentro frío. Si los escuchas en vivo, el cuerpo se te pone como muy extraño. Tienes muchas sensaciones: calor, risa, pena, alegría. En el toreo pasa lo mismo. Eso se va perdiendo. No sé por qué. La pureza cuesta mucho trabajo. En el toreo y en el flamenco, el artista tiene que ir pasito a paso y hoy parece que lo quieren conseguir todo de prisa. Hay que evitar lo comercial y buscar la pureza. Si no hay verdad, el arte no dice nada.

José I dispuso que rebajaran las corridas el 50 %, y gratis las novilladas

Pepe Botella, dispuso que hubiese en su breve reinado los domingos dos corridas, una por la mañana y otra por la tarde, pero no llegaron a celebrarse más que unas cuantas en dos años.
SEVILLA.- El monarca francés José Bonaparte, que reinó brevemente en España como "José I", amigo de la francachela, el flamenco y los toros, y obsesionado por complacer al pueblo, dispuso que las entradas a las corridas se rebajaran el cincuenta por ciento, y las novilladas se dieran gratis.

Así se refleja en "Los toros de Bonaparte", un curioso y desconocido volumen histórico que acaba de sacar al mercado la editorial sevillana Extramuros, en edición facsímil. La obra contiene infinidad de documentos, con precios, presupuestos y detalles de todas las corridas celebradas en la corte napoleónica, lo que cobraban los toreros y hasta el último empleado.

"Los toros de Bonaparte", del archivero madrileño Higinio Ciria y Nasarre, es un volumen de casi quinientas páginas que no se había reeditado desde su primera impresión en 1903. Se trata de una completísima reseña de la afición del monarca francés por los toros y por dar gusto al pueblo, con los datos, precios, corridas e incidencias de todo lo que pasó en la tauromaquia entre 1808 y 1811 en la España ocupada.

El autor, Ciria y Nasarre, de marcado carácter conservador, trata con suma saña a los afrancesados y las costumbres del "Rey don Pepe Botella". La única edición de este libro se realizó en la imprenta madrileña Ducazcal, en 1903. Y nunca después se ha vuelto a editar, hasta esta edición, que además, tiene el valor añadido de ser facsímil de aquella.

El libro cuenta con un amplio prólogo en el que destaca la referencia a las memorias de Víctor Hugo, en España entonces, pues su padre, el general Abel Hugo, fue gobernador de los Bonaparte en distintas capitales españolas. Se centra, sobre todo, en la disputa de si fue el francés o "El Deseado" quien reconstruyó la plaza de Casa Puerta, a las afueras de la puerta de Alcalá, para dar los toros que antes se daban en la Plaza Mayor de Madrid.

También se detallan en el texto -con la transcripción de cartas originales- cómo se ordenaba al prefecto de Sevilla buscar a los toreros, medios espadas, picadores y banderilleros que allí había en abundancia y enviarlos a las corridas de Madrid. Se les reclamaba a los mejores, los sevillanos Curro Guillén y el gitano Juan Núñez "Sentimientos", Jerónimo Cándido, de Chiclana, y José Romero, de Ronda. Y a los picadores, los más importantes en la época, como Francisco Rivilla, Cristóbal Ortiz, Sebastián de Rueda o Luis Corchado. Este último, cordobés, no llegó a ir a las primeras corridas alegando que al llegar a Bailén le avisaron de que había partidas que los iban a asaltar y se volvió a Córdoba.

Los prolijos detalles de cifras que se aportan son todo un material histórico para la tauromaquia. "José I" dispuso que hubiese los domingos dos corridas, una por la mañana y otra por la tarde, pero no llegaron a celebrarse más que unas cuantas en dos años. Eso sí, solían lidiarse trece toros y los matadores más valientes mataban siete u ocho y apenas lanceaban a uno de ellos.

Por imposición de su hermano, el invasor Napoleón Bonaparte, a "José I" le cedió el trono Carlos IV con la conformidad y anuencia de su hijo y heredero Fernando VII, el que posteriormente sería conocido como "El Deseado".

Una maniobra que en principio parecía tan fácil, sin embargo, tuvo la oposición de los órganos de poder de la época, como eran el Consejo de Castilla, la Junta Suprema Central y, cuando se constituyeron, las Cortés de Cádiz, las que alumbrarían la popular Constitución conocida como "la Pepa". Todo este contexto fue el desencadenante de la Guerra de la Independencia, cuya mecha prendió el 2 de mayo de 1808 en Madrid, dos meses antes de que Bonaparte accediera al trono, que ocupó hasta junio de 1813, un año antes del fin de la contienda. / EFE

SEPTIMA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN MARCOS EN AGUASCALIENTES: Perera y Macías cortan una oreja cada uno y Adame da vuelta en su doctorado


Gerardo Adame se une a su hermano, Joselito, en el escalafón mayor, ayer en su tierra, tras el doctorado de manos de Perera y Macias ante toros de Teofilo Gómez. Foto: EFE

AGUASCALIENTES.- El diestro español Miguel Ángel Perera y el mexicano Arturo Macías cortaron una oreja cada uno; mientras el joven Gerardo Adame dio una vuelta al ruedo en el séptimo festejo de la feria de San Marcos en Aguascalientes, centro de México. Perera regaló un séptimo toro, al que le hizo una interesante faena, pero no la coronó con el acero y se esfumaron los trofeos.

Con tres cuartos de entrada se lidiaron siete toros, seis de Teófilo Gómez, en buenas carnes, con un segundo astado con poca presencia que fue protestado y el séptimo de El Junco. De los del hierro original el primero cumplió bien, el segundo protestado aunque se dejó, el tercero bueno con calidad, el cuarto menos bueno, magnífico el quinto y cumplió el sexto, que se vino a menos y se paró pronto.

Perera, con el segundo protestado hizo el esfuerzo sin que se le tomara en cuenta y mató pronto. Con el cuarto estructuró una faena que fue de menos a más para lograr la atención de un público que poco a poco se fue entregando. Concluyó de estocada para una oreja. Regaló el séptimo que hizo cosas de manso, pero fue enterándose y fue dando de sí aunque terminó gazapón y poco propicio para entrarle a matar. Perera lo entendió muy bien le cuajó la faena, pero no lo mató como era preciso. Salida al tercio con ovación de gala. Se esfumaron los trofeos y un triunfo significativo.

Macías, en su primero lució fuera de sitio y sin plan, aunque tuvo momentos buenos. Estocada y escuchó palmas. Con el magnífico quinto poco a poco se fue encontrando hasta lograr una faena como lo que se esperaba de él con series de muletazos superiores. Estocada atravesada y un descabello para obtener una oreja que disfruto mucho el torero y su público.

El mexicano Adame, que tomó la borla de matador de toros, tuvo una actuación muy digna, estuvo en torera tranquilo y haciendo las cosas con buena técnica, con gusto. Aplausos en el toro del doctorado y mejor en el sexto, que falló con el acero, pudo cortar una oreja y dio una vuelta al ruedo con fuerza. / EFE

viernes, 29 de abril de 2011

QUINTA CORRIDA DE LA FERIA DE ABRIL EN SEVILLA: Cumbre de El Juli en la Maestranza


Inmensurable tarde de toros de El Juli hoy en Sevilla, donde nuevamente y por segunda ocasión consecutiva este año, se lleva las oreja de la tarde, esta vez, tres que le han dado el derecho de salir por la Puerta del Príncipe. Majestad y autoridad suprema en su mayor esplendor. Fotos: EFE

Dos faenas de tanta autoridad como genio, un dominio rotundo de la situación, tres orejas, Puerta del Príncipe y la rendición incondicional del refinado público de Sevilla.

BARQUERITO

EL JULI, en tarde de clamoroso reconocimiento. Atento a cada uno de sus pasos, pendiente de sus ideas y soluciones -tantas y tan brillantes-, el público de la Maestranza supo subrayar las dos apuestas de Julián, que fueron, como los dos toros de lote, bastante diferentes. Murmullos aprobatorios pero rendidos primero; y ruido de traca cuando vino a resolverse cada uno de esos dos asuntos que El Juli se trajo entre manos con su habitual autoridad y su carácter de siempre. Su sentido del toreo: los terrenos, las distancias, los tiempos, incluso las pausas, la medida.

Y su ambición, traducida esta vez en riesgo, pues las dos faenas fueron a pelo en los medios. La primera de las dos, de principio a fin, pues sólo haciendo eje en la boca de riego se podía sujetar y convencer al segundo garcigrande, que agradeció el trato y la ingeniería y acabó entregado. Y le cortó El Juli las orejas. Se las tenía cortadas a mitad de faena, pues ya con diez muletazos era El Juli dueño y, antes de plantarse en serio para el concierto y donde todos lo vieran bien, lo había toreado de capa con inteligencia. Suelto y huido, el toro se iba de engaños sin fijarse y sólo a lances de manos bajas aceptó quedarse y volver. El Juli no dejó a nadie tocar ni llamar al toro. Él solo. En los medios también. Cuando estuvo fijo el toro, le pegó en gavilla cinco verónicas embraguetadas, muy templadas, el pecho de Julián ligeramente recostado sobre el lomo del toro, la suerte cargada en las puntillas. El broche fue media espléndida. De la suerte salió El Juli andando con llamativa majeza. Cayetano salió a quitar tras la segunda vara y El Juli tomó entonces una de sus grandes decisiones de la tarde: replicar. Sin piedad ni empacho. Tres verónicas todavía más lentas y ajustadas que las del recibo y otra media redonda.

Todavía fue al caballo una tercera vez el toro. Para sangrar lo justo. Julián brindó el toro a Juan Pedro Domecq Morenés. Esa faena que ya volaba a la tercera tanda fue de las dos manos y de tandas abundantes: de cinco ligados y el cambiado o el de pecho de remate. En la quinta tanda ya El Juli empezó a dejarse ir en manos de la improvisación y de manos de la improvisación precisamente llegaron los cambios de mano por delante, las trincheras fundidas con el pase de la firma, los adornos por abajo, las pausas mínimas. El ritmo fue soberbio.

La banda se entregó igual que el toro: con una solemne versión del Churumbelerías. Lo secreto de la faena fue que no hubiese ni un paso en falso, ni un error de cite ni colocación. Eso es el poder. La gente se puso de pie más de una vez y empujó con la espada tanto como El Juli. Ligeramente desprendida, fue la estocada de muerte y agonía lentas, el toro se fue a morir a chiqueros y El Juli tuvo la gentil ocurrencia de dejar al toro morir de encastado y de hacer de eso un último espectáculo.

La lidia del quinto fue modelo de diligencia por su brevedad. Trotón, el toro, castaño de rubia diadema y dos afiladas puntas, sacó en banderillas rara velocidad. La de los toros inciertos que no lo parecen. Se le vino a El Juli encima dos veces en sendos cites por la izquierda y, si no anda fino Julián, sale cogido. Los dos amagos fueron decisivos para, de un  lado, meter a la gente en el asunto –no era toro sencillo- y, de otro, estimular a El Juli, que no paró hasta lograr el más difícil todavía: meter al toro por la izquierda, engañarlo, traerlo, engañarlo y llevarlo por abajo sometido, templado. La banda se arrancó ahora con el Suspiros de España y el aire melancólico de esa música fue contrapunto ideal para una faena que, sin el perfeccionismo rotundo de la otra, le ganó a cambio en emoción. No en sabiduría.

Hubo jaleo de los gordos para celebrar la fiesta. La cosa iba a ser de Puerta del Príncipe, y no era para menos. En la suerte contraria El Juli agarró un excelente pinchazo arriba y enseguida, soltando el engaño, una estocada desprendida de la que salió tropezado y con una cornada en la mano. Que no debía ni de doler porque El Juli no pudo disimular la emoción que le embargaba.

Hubo un excelente toro sexto de Garcigrande dentro de una corrida de desigual fondo y Cayetano no terminó de entenderse con él. Ni con un tercero que, apacibles hechuras de toro de peluche, fue dulce de verdad pero no vino nunca toreado.

Ponce anduvo compuesto y conformista con un primero que fue un toro de tantos, se pasó de faena y mató defectuosamente. Y se llevó la sorpresa de que el cuarto, que pareció de partida melocotón en almíbar, se le puso de repente protestón y no le dejó. Para entonces ya era la fiesta de El Juli. Con doce mil invitados y pico. Todos contentos.

FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Garcigrande (Concha Escolar). Corrida de variadas y notables hechuras. El toro más en Conde de la Corte clásico, el sexto, fue el de mejor nota. El segundo, encastado, y el quinto, incierto, tuvieron chispa, prontitud y viveza. Nobles primero y tercero. El cuarto cambió después de sangrar y protestó.
Enrique Ponce, de azul turquí y oro, silencio tras un aviso y silencio. El Juli, de carmesí y oro, dos orejas y una oreja. A hombros por la Puerta del Príncipe. Cayetano, de perla y oro, silencio en los dos.
Notable la cuadrilla de El Juli sin excepción.
Viernes, 29 de abril de 2011. Sevilla. 6ª de abono. Entoldado y templado. Lleno.

jueves, 28 de abril de 2011

SEXTA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN MARCOS EN AGUASCALIENTES: Joselito Adame, impuesto al viento, repitió color y logró tres orejas

AGUASCALIENTES.- El mexicano Joselito Adame se impuso a un viento que en momentos sopló con tremenda fuerza y repitió color con otra actuación de mucho entrega para obtener tres orejas y salir a hombros como triunfador de la sexta corrida de la feria de San Marcos en Aguascalientes, centro del país.

Alternó con su compatriota Fernando Ochoa, que saludó en el tercio, y el español Alejandro Talavante, que, como Adame, estuvo dispuesto y torero, peleándole al toro y al viento, por desgracia no anduvo fino con la espada y perdió trofeos.

Con media entrada se lidiaron seis toros de San Isidro, bonitos de tipo, bien comidos y que tuvieron movilidad. Ha sido un lote con casta. El primero muy bueno, el segundo también se dejó, el tercero fue el mejor, un toro completo, con vuelta al ruedo al ganadero, bueno el cuarto, mientras que quinto y sexto se apagaron al final.

A Ochoa le vimos con más entusiasmo que en su actuación del día de ayer. Con el primero, pese al viento, logró momentos de calidad, lástima que pinchó y sólo hubo aplausos. Con el cuarto, mejor aún, toreando más asentado. Nuevamente una pinchadura le impidió cortar una oreja. Saludó en el tercio.

Talavante ha caído muy bien a esta afición. El torero del gusto de México; una pena que las dos faenas que trazó no hayan tenido el colofón de la estocada. Su primero lo cogió de fea manera, por fortuna sin causarle daño. Mal con la espada, para aplausos y en el quinto nuevamente el acero no le ayudó y todo quedó en una salida al tercio con fuerza. Cayó de pie.

Adame anda no sólo lleno de entusiasmo y deseos, también está derrochando valor y torería. Al primero, pese a las ráfagas de viento, lo toreó con asentamiento y buenas maneras para matar de gran estocada. Dos orejas y gritos de torero, torero.

En el mismo plan con el sexto, que pronto se paró un poco. Adame estuvo ahí con enormes deseos hasta conseguir otra estocada y una tercera oreja, para salir a hombros y colocarse entre un gran triunfador del serial. / EFE

CUARTA CORRIDA DE LA FERIA DE ABRIL DE SEVILLA: Un gran toro de Victorino pero sólo uno…


De la esperada tarde de los «victorinos» en Sevilla se salva la entrega de la terna. Salvador Cortés, lo más torero, mientras que Padilla la emoción en banderillas. Foto: EFE
Lo torea a gusto con la izquierda Salvador Cortés. Fue el sexto de una corrida desigual, de poca combatividad y variado estilo. Un bondadoso tercero y un encastado segundo.

BARQUERITO

EL MOMENTO mayor, más tristeza que magia, fue un brindis: el de Salvador Cortés a Luis Mariscal, su hermano, gravísimamente herido por un toro de Peñajara en la Maestranza el último 15 de agosto. Pudo haber sido una cornada fatal pero no lo fue. La cornada dejó secuelas y Luis, banderillero de confianza de Salvador y ahora su apoderado, ha tenido que retirarse del toreo. Así que, cuando Salvador venció su resistencia, lo sacó a la boca del burladero de capotes para brindarle el sexto toro y se fundió con él en abrazo fraternal, se batieron las palmas con fuerza. Hubo que tragar saliva: es la carga emotiva que en Sevilla tienen esa clase de homenajes.

La ovación iba, naturalmente, por Luis Mariscal. A la banda de música se le pasó subrayar el detalle. Luego pasó que el toro, protestado de partida por su trote suelto y desacompasado, como si echara mal una de las manos, fue el mejor de la corrida y el que vino a rescatarla. Cuarto y quinto, los dos de más bellas hechuras, salieron rana: se agarró al piso y escarbó el uno, no tuvo casi gota de gasolina el otro, que, noblón, se echó después del primer puyazo en costalada perezosa y costó levantarlo. Y ni a la voz ni apenas al toque.

Los dos rodaron de sendas estocadas sin puntilla. Padilla, que mató por arriba y con rara perfección a los dos de lote, a este cuarto lo hizo rodar casi de súbito. El toro salió casi muerto de la reunión. Con carácter y valor El Cid se fue también tras la espada y recto como una vela pasó el fielato del quinto, que fue el más astifino de los seis. Tanto Padilla como El Cid se estiraron de salida con el capote: el cuarto tomó los vuelos del de Padilla como un bólido y Padilla le aguantó el tirón con suntuosos lances de limpio remate, el remate de tres medias soberbias y una larga aclamada. El Cid le bajó las manos al suyo, más templadito en la salida, y dibujó compuesto en línea y con ese capote suyo de colosal tamaño.

El sexto tenía como todos los toros dos pitones. Pero el izquierdo fue un lujo: por esa mano vino el toro humillado con el temple raro tan del toro de Saltillo, y entregado con brava nobleza. Y por ese pitón estuvo Salvador Cortés encajado y embraguetado, fino y  preciso, firme y suelto de muñeca: cuatro tandas de cuatro naturales cada una de ellas, espaciadas lo justo, en el terreno que más convino. Y el broche de pecho las cuatro veces. Seco el ajuste y seco el ritmo. Pero ritmo lento.

Mano y pitón derechos tuvieron su son también, pero no fue el mismo. Como el toro sólo empezó a cantarse en banderillas –fue el único de los seis que no esperó-, estaba la cosa por ver justo después del brindis. Por ver, se entiende, el son del toro, que tanto cambió el sino de la corrida. Con el ambiente a punto, Salvador agarró entrando en corto un pinchazo bueno. Y al segundo viaje una estocada. Vuelta al ruedo.

La corrida de Victorino arrancó con pinchazo pues el primero, largo y ensillado, acarneradito, impecablemente armado, pagó el gasto de cobrar en menos de un minuto docena y media de lances de brega, Unos de Padilla, otros de Ramón Moya, peón en turno. El toro estaba parado antes de ir al caballo y, distraído, volvía grupas. Padilla lo banderilleó pese a que para todo estaba el toro menos para eso. O para casi nada: frenazos, miradas, aplomo, desgana. Y una estocada superlativa que sacó del sopor a cualquiera.

El segundo le pegó al revolverse a El Cid en el mismo platillo una voltereta de sorpresa –tan de toro listo o nada tonto de Victorino- pero la fortuna fue que en el desarme de la voltereta la muleta cayera en el polo opuesto y que el toro, desentendido del Cid inerme, se encelara con ella. Antes de la cogida, El Cid se había plantado con mucha prosopopeya. Tardó un siglo en empezar el baile. De tanto humillar el toro se había pegado antes de varas dos volatines completos. Al trastorno de enterrar pitones se sumó un pésimo puyazo trasero. El Cid trajinó con el toro sin encajarse del todo sino sobre los pies y, sin parecerlo, fue faena en exceso defensiva. O de no arriesgar. La gente estuvo con el torero de Salteras. Un pinchazo y otra notable estocada.

El tercero, que antes de varas atacó a golpes y parecía topar, sacó en la muleta bondad. Tuvo fijeza y no demasiado corazón pero sí el suficiente. Embestidas a cámara lenta, que no son tan sencillas. A Salvador Cortés le faltó no prender la mecha sino mantener vivo el fuego: dos tandas en redondo algo forzadas pero acopladas, dos luego de menor convicción y casi un renuncio con la mano izquierda, que se quedó sin ver. Y, luego, el toro se quedó a su aire. Una estocada defectuosa lo tumbó sin puntilla.
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Victorino Martín. Corrida de diversas hechuras –preciosos cuarto y quinto- y de juego desigual. De discreto empleo en el caballo y poca fuerza en general. El sexto, humillador, fue toro de calidad. Dieron juego segundo y tercero. Los dos más bellos -4º y 5º- se aplomaron. El primero, frenado en cortos viajes y parado, fue muy deslucido.
Juan José Padilla, de verde y oro, silencio y saludos. El Cid, de azul marino y oro, saludos y silencio. Salvador Cortés, de nazareno y oro, palmas y vuelta al ruedo.
Sevilla, 5ª de abono. Tres cuartos largos de plaza. Caluroso.

QUINTA CORRIDA DE LA FERIA DE SAN MARCOS EN AGUASCALIENTES: La única oreja fue para Rafael Ortega

HORACIO SOTO CASTRO

AGUASCALIENTES, Ags.- Los nombres alusivos a los toros que tuvieron un significado en la carrera del maestro Fermín Espinosa "Armillita Chico", y que se los pusieron a los toros de Los Encinos que se lidiaron ayer, no estuvieron a la altura de aquellos, pero se puede decir que fueron cumplidores y que merecían mejor suerte, pues solamente el corrido en cuarto lugar se fue al destazadero sin una oreja, cuando pudieron haber mutilado cuando menos a tres.

«Maromero» con el que tomó la alternativa el 23 de octubre de 1927 en el Toreo de San Diego de los Padres. «Bailador», con el que tomó la alternativa en Barcelona el 25 de mayo de 1928 de Antonio Pérez. «Pardito», de San Mateo, al que le cortó una pata el 20 de diciembre de 1936 en El Toreo. «Nacarillo», de Piedras Negras, al que le cuajó 27 naturales el 15 de diciembre de 1946 en El Toreo. «Clarinero», de Pastejé, que lidió el 31 de enero de 1943 cuando se lidió «Tanguito» y «Clavelito», de Vicente Martínez, en julio de 1934 en Barcelona al que le cortó las orejas, las cuatro patas y hasta las criadillas.

Los ganaderos se los pusieron en honor al maestro de Saltillo que está cumpliendo 100 años de nacido.

EL FESTEJO

Ya es necedad hablar del calor imperante y de que los rayos solares caían a plomo en la plaza y la entrada fue muy pobre, si acaso unos tres mil paganos.

LOS ENCINOS

La ganadería de Los Encinos, de Eduardo Martínez Uriquidi, envió un encierro disparejo en presentación y en el juego que dieron, pero fueron a los caballos y acudieron empujando en los petos. Les faltó un punto de raza, pero en general se dejaron torear.

El primero de Rafael Ortega fue un toro desabrido, sin chiste y el diestro tampoco se empleó a fondo para sacarle los pases y tampoco quiso cubrir el segundo uno que otro ayudado cuando acudía, pero sin embestir, sino pasando únicamente con la cabeza a media altura. Pinchazo y media y nada.

Su segundo, caminó más y con mayor transmisión y el tlaxcalteca aprovechó todo lo bueno que tenía y realizó una faena de mucho mérito. Primero con una larga rodilla en tierra y bien a la verónica. Luego de la suerte de varas quite por chicuelinas antiguas. Y cubrió excelentemente el tercio de banderillas con un cuarteo, uno al sesgo y el del violín para ser ovacionado. Faena sobre las dos manos con temple, pero duró poco. Estoconazo en lo alto para que se le concediera una oreja. No podía irse sin algún trofeo Rafael Ortega.

A Fernando Ochoa le correspondieron los toros más potables con embestida clara y con buen son: Su primero fue «Bailador», al que toreó bien a la verónica y terminar con media. El toro tuvo pocos pases y Fernando se los dio sin mucha templanza, básicamente ayudados. No estuvo certero al matar y se fue en silencio.

Con su segundo, «Clarinero», lo veroniqueó, y Alejandro Prado saludó en el tercio por par de banderillas, mientras que Fernando se dio a torear por ambos lados, que aunque un tanto rapidillo pues le faltó llevarlo más templado. El toro se vino a menos y él no redondeó su labor. Lo mató pronto y se fue entre palmas.

A Daniel Luque, le tocó el lote malo y aunque estuvo voluntarioso, tesonero y valiente no les pudo sacar más provecho que lo que hizo. Los dos fueron complicados y al primero le sacó algunos pases, dándole su tiempo y espacio. Tuvo momentos buenos que le aplaudieron y lo mató pronto.

A su segundo lo estuvo consintiendo, sobándolo, y cuando lo metió en el engaño le cuajó templados ayudados. Luque hizo ver mejor de lo que el toro parecía. También mató pronto.

miércoles, 27 de abril de 2011

TERCERA CORRIDA – FERIA DE ABRIL EN SEVILLA: Naufragio de Alcurrucén, y la terna, con las manos vacías

Nuevamente Oliva Soto, el cual veremos sus cantadas maneras, ha hecho los más meritorio de la aburrida tarde de toros que se dio lugar hoy en la tercera de la Feria de Sevilla 2011. Foto: EFE
JUAN MIGUEL NÚÑEZ

SEVILLA.- Una deslucida corrida de la ganadería de Alcurrucén echó por tierra todas las posibilidades de lucimiento de la terna de toreros, que se fueron con las manos vacías, hoy en Sevilla.

Nada bueno que contar de la corrida. Corrida nefasta en todos los sentidos, pues ni se salva el cuarto, que fue el que más y mejor se movió. Toro, sin embargo, incompleto, ya que por el izquierdo no funcionó, y desde luego insuficiente para el triunfo, puesto que tampoco mostró la clase y el ritmo deseados en casos así.

Lástima de corrida, que paradójicamente lucía muy buenas hechuras. Toros de bonita estampa, no se entiende que no embistieran. Consecuencia de la falta de toros, la tarde fue un plomazo. Más de dos horas pegados a la dura piedra del tendido, total para no ver nada. Menudo aburrimiento. Es así como terminarán echando a la gente de las plazas.

Dado que el único toro que se salva del naufragio es el cuarto, que correspondió a Oliva Soto, fue éste el único torero también con las únicas posibilidades de lucimiento. Ocurrió en la tercera tanda por el lado derecho, cuando consiguió engancharlo por delante para llevarlo atrás, y muy seguidos los pases, lo que se dice con hilván.

Oliva se quedó muy quieto en un doble pase de pecho que hizo vibrar a la plaza. Aunque mirado con exigencia hay que hacer notar que hubo también aceleración en el movimiento de brazos. Llegó a tocar la música, un reconocimiento grande en esta plaza. Pero como bajó el diapasón de la faena al cambiar de mano, es decir en el toreo al natural, también la banda enmudeció enseguida. Para que no hubiese duda de que la cosa no era de triunfo, a la estocada final le precedió un pinchazo. El toro fue aplaudido, no se entiende bien por qué si no es por lo de las alabanzas al tuerto en el país de los ciegos. Y Oliva Soto recogió asimismo una ovación en el tercio.

El mismo Oliva no lo había visto claro con el manso y difícil primero, que cogía moscas por el derecho y se desplazó algo mejor por el izquierdo, no obstante sin ser franco del todo.

Pinar saludó también una ovación a la muerte del quinto, toro parado e incierto, con el que no obstante se puso muy de verdad. Lo mató bien por arriba y ahí pudo estar el secreto de la ovación final. Antes, en el toro segundo, manso y cobardón, que anduvo siempre al acecho, Pinar se mostró más que voluntarioso, hasta casi ponerse pesado.

Y Tendero, damnificado también por el desastroso juego de sus dos toros, quiso mucho con el insulso tercero, que en lo poco que se dejó, por el lado izquierdo, llevó siempre la cara natural, sin humillar.

El sexto se movió sin clase, distraído a la salida de los pases. Toro sin voluntad de embestir, pasaba por allí como si la cosa no fuera con él. Tendero sorteó como pudo las tarascadas que pegaba el animalito, que no fue poco. / EFE

FICHA DEL FESTEJO
Toros de Alcurrucén, bien presentados pero mansos y deslucidos hasta límites insospechados. Si acaso el cuarto podría considerarse el menos malo comparado con los otros, pero sólo porque transmitió emoción, pues tampoco fue tan claro.
Oliva Soto: casi media y descabello (silencio tras aviso); y pinchazo y estocada (ovación).
Rubén Pinar: pinchazo y estocada (silencio); y estocada (ovación).
Miguel Tendero: estocada y dos descabellos (silencio); y pinchazo y estocada (silencio).
En cuadrillas, Francisco José Andana saludó montera en mano tras parear al cuarto.
La plaza tuvo algo más de media entrada en tarde espléndida.